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domingo, 12 de septiembre de 2021

Reseña: La cena

 



RESEÑA:
LA CENA



Título:  La cena 
Autor:  Herman Koch
Editorial:  Salamandra
Canción Identificada:  EAT (Poppy)


Sinopsis:

Dos parejas se han citado a cenar en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam. Mientras saborean el aperitivo y charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda o sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante tema que los ha llevado a reunirse: el futuro de Michel y Rick, sus hijos de quince años que, según algunos indicios, podrían estar envueltos en un caso de violencia grave. Así pues, tras los postres, cuando la cena llegue a sus últimos compases, la tensión entre los comensales habrá alcanzado su punto culminante y la cadena de secretos y revelaciones confluirán en un final dramático en el que nadie podrá esgrimir su inocencia.



Opinión:

Si hay algo que me gusta más que ver el fracaso en las familias de bien, es verlo debido a los propios integrantes de esas familias. 
Y no, no es que sea malvada, es que, como dice el propio Paul, el protagonista de esta novela, todo ser humano, en mayor o menor medida, buscamos las desgracias como manera de ser testigos, como manera de aliviarnos de lo que a nosotros no nos ha tocado vivir, una forma, en resumen, de creernos, de alguna manera, intocables


El morbo nos atrae como moscas. Y cuanto más cultivamos ese morbo, más nos damos cuenta de que queremos que suceda algo "impensable". Quizá lo que dice Paul de ataques terroristas, guerras, atentados y tormentas furiosas es excesivo, pero, en cierto modo, ¿no todos prestamos más atención ante las tragedias que ante las cosas buenas?


En cualquier caso, no quiero derivar la reseña a este punto. Lo importante es que quede claro mi perfil: yo adoro las obras que tratan de estas "desgracias particulares", lo que, en Anna Karenina, se llamó la desdicha familiar, la cual es diferente para cada uno. «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera». Bueno, León Tolstói acertó de lleno, pero seamos justos, cuanto más aparenta una familia tener una felicidad inalcanzable, más probabilidades hay de que esté ocultando una enorme infelicidad. Es la regla de las apariencias. 


... más con las familias burguesas y de bien. Ahí es a donde quiero ir a parar. Los que nacen de lleno en un meollo horrible, ya están habituados a vivir en él, y no les importa negarlo. Pero los que tienen buenos maridos, buenas esposas, buenos hijos y buena posición social, ¿no tienden a sucumbir al miedo de que la gente los vea, como, en el fondo, lo que son?

“La felicidad se basta a sí misma, no necesita testigos.”


Hay cierta tendencia de autores, más bien los "agresivos", como a mí me gusta llamarlos, que suelen sacar a colación todas estas cosas que yo aquí propongo: familias infelices que parten de familias de bien, pero que se destruyen con las apariencias, las negaciones, y las desesperaciones de dejar claro que ellos son "intocables". 


Hay varios que me gustan, pero los que para mí son sus líderes son Bret Easton Ellis y Chuck Palahniuk. Muestran el cuadro de las irregularidades: lo que hay más allá de las caras bonitas y las enormes cifras de dinero. Muchos conocen a Easton Ellis por su asesino serial y despiadado empresario Patrick Bateman; y muchos conocen a Palahniuk por su dividido y odioso, simplemente demoledor, Tyler Durden
Pero ahora conoceremos, de la mano de Herman Koch, al intransigente y juicioso Paul Lohman, un hombre que aparenta ser normal pero que esconde en él un fuerte desdén hacia las cosas más amables de la vida. 


Bueno, ¡pero aquí no acaba todo! Es más, la reseña está por profundizar un poco más. Las preguntas que Koch lanza, los dilemas que sugiere, son buenísimos, y, además, el libro es muy breve, por lo que se lee casi de una tirada. ¡Vayamos con la reseña, pues!



¿De qué trata?

La cena es una novela que discurre única y exclusivamente en una cena familiar, una cena que amanece de manera facilona y amable pero que, poco a poco, se va tornando en algo de máxima tensión


Digamos que la cena en sí es un poco el vehículo con el que Koch muestra a cada uno de sus personajes, sus dudas y sus temores, y también el fuerte odio que sienten hacia distintos aspectos del mundo. Hay personajes hipócritas, personajes desdeñosos, personajes estrictos y personajes amanerados. Vamos, en realidad, lo que más hay son personajes que se esconden detrás de la faceta de "personas de bien", gente con dinero, con clase y con estilo, los cuales, en realidad, están pasando por el momento más horrible de sus vidas. 


Y ese momento, que aquí no diré de qué se trata porque lo vamos averiguando conforme proseguimos con la lectura, trae ciertos dilemas morales. Por ejemplo, hasta qué punto un padre que ama a su hijo, un padre que lo lleva cuidando y protegiendo desde que su crío llevaba pañales, puede seguir confiando y defendiendo una posición compleja que su hijo ha llevado a cabo. 

También saca otras preguntas, como la lealtad familiar, el sistema de juicio y condena de la sociedad democrática actual, las apetencias burguesas, la diferencia entre los débiles y fuertes en los terrenos de la psique, y también hasta qué punto uno es una víctima, o un inocente, y cuándo se convierte en este bestial lobo que acecha a las ovejas. 

“Y en ese preciso instante me asaltó un nuevo pensamiento. Un pensamiento como una pesadilla de la que uno despierta sudando, el edredón en el suelo, la almohada empapada de sudor, el corazón desbocado, pero hay luz en el dormitorio, en realidad no ha pasado nada, sólo ha sido un sueño.”


Habla del ser humano en todas sus dimensiones. No el ser humano que hace daño por necesidad, por supervivencia, sino el ser humano que aprende a matar, a herir y a apalear simplemente porque puede hacerlo, simplemente porque es lo que le da una posición que considera superior. 

La crueldad humana, digamos, a veces se encuentra camuflada, y, a veces, no solo pertenece a los malos de la historia. 

Hay buenos que también presentan esta crueldad. Hay padres y madres maravillosos que también comienzan a ser cómplices del juego de la maldad. 

Los malos no son solo los que van a la cárcel. Los malos son también la gente del día a día, los que tienen cara de buenos políticos, los que nos sirven el pan, los profesores de historia, los hijos que montan en bicicleta... Todo se difumina. Un chico de tu clase te sonríe y pide disculpas cuando se choca contigo por los pasillos... pero, después, en su tiempo libre se dedica a acosar salvajemente a un pobre compañero de su asignatura de biología. 

¿En qué quedamos, es bueno, o es malo? ¿Es bueno para ti, pero malo para el compañero de biología? Todo es tan relativo que es mejor no sesgar ni dividir de manera tan firme a la gente. 


Pero si no dividimos en buenos y malos, ¿cómo podemos juzgar, de manera segura, lo que es el bien y lo que es el mal? 

Si un padre descubre que su hijo está metido en algo muy sucio, en algo horrible, ¿no debería avisar a las autoridades para preservar intacta a una sociedad que confía en la lealtad de sus ciudadanos? 

Pero entonces, ¿no quiere esto decir que es un padre despreciable por haber cometido tal traición? 

¿Debemos cuidar a los nuestros, o cuidar al mundo en general? Porque a veces estos dos intereses entran por completo en contradicción.


Bueno, pues Koch instala todas estas preguntas en una única cena entre dos matrimonios, dos parejas de personas ya adultas que se encuentran en un restaurante exquisito y de etiqueta, que sirve los platos con escasa comida pero de manera muy chic, y que comienzan a hablar de banalidades para, poco a poco, dar paso a por lo que se han citado... lo que ha sucedido con sus hijos. Lo que sus hijos han hecho.

¿Que es...? No diré nada, ¡eso sería destripar por completo la novela!


Mediante transcurre el tiempo, las tensiones aumentan, más y más, empatizamos con algunos y en ocasiones nos repelen otros, pero, en todo momento, está la duda mundial desde hace siglos y siglos... ¿en qué parte de la ecuación se establece la moral, en la de nuestros conocidos, o en la de la entidad llamada "sociedad" que establece de manera autoritaria lo que es correcto y lo que no lo es? 

¿Debemos confiar en los juicios, en los políticos, en los policías, en las personas de la ley, o en los nuestros, aunque esto suponga ir en contra de todo lo que se considera "de bien"? 

¿Qué hacemos cuando el "malo" está justo frente a nosotros, y cuando el instinto paternal, el instinto que nos gobierna a todos, que es el amor, nos hace querer defenderlo?

Cada lector de esta obra sacará sus propias conclusiones. ¿Os atrevéis a hacerlo?



Un argumento de temática sencilla, pero con una ejecución de la materia, de los dilemas y de la tensión de los diálogos asombrosamente bien llevada

Hay novelas de todo tipo, y muchas veces, en lo que más se diferencian es en los argumentos.
Por ejemplo, las de ciencia ficción y fantasía tienden a tener argumentos complejos: que si sociedades nuevas, que si aliens que invaden la tierra, que si revoluciones, rebeldes con causa, emperadores déspotas... En resumen, bastante dinámicas, mucha movilidad en la trama. Llevar a cabo este argumento que explico es complicado, hay muchas cosas que tener en cuenta, y lo que más debe predominar es la acción. 

“Sometimes things come out of your mouth that you regret later on. Or no, not regret. You say something so razor-sharp that the person you say it to carries it around with them for the rest of their life.”


Pero mucha gente piensa que lo único que importa en una historia es que la idea tenga que ser completamente original, desorbitadamente compleja. Y no es así. 

Me he leído libros que tan solo tratan de temas muy concretos, novelas que siguen la perspectiva de los personajes en situaciones poco conflictivas que, sin embargo, llevan tras de ellas muchísima tensión. La cena es uno de estos libros que, con un argumento facilón, de estos rápidos de pensar, consigue enganchar muchísimo más que la novela de más acción de invasiones de aliens a la Tierra.


En realidad, en La cena es fácil decir de qué trata la historia: dos familias se reúnen en un restaurante y se ponen a hablar. Pasan los entrantes, los primeros, los segundos, los postres, y la propina. Y ahí acaba la historia. 

¡Qué aburrido!, ¿no es así? PUES NO. Porque el autor sabe hacer que lo que más domine la historia, lo que maneje sus hilos, no sea la acción, sino la tensión de los diálogos. 

La novela tan solo sigue el ritmo de la conversación. A veces se habla de comida, otras veces de cine, otras veces de política, de homosexualidad, de racismo, de distintas nacionalidades... Pero ¿qué es lo que se mueve detrás de todo esto? 



Porque seamos justos, cuando una persona hace una acción, o dice algo, lo que piensa, lo que siente y lo que cree siempre se quedan lo más adentro posible, estas tres cosas de la mente no salen a la luz. 
Un frutero te puede poner buena cara cuando le haces un pedido, pero por dentro a lo mejor piensa lo muermo que eres, o, quién sabe, lo mucho que le gustaría pegarte una bofetada por todo lo que tardas en pedir los cuatro melocotones que quieres. No todos son así de agresivos, pero hay algunos que sí, y el narrador de esta novela, el personaje central, lo es bastante. 


Detrás de estas conversaciones sobre el tiempo, la comida y la tranquilidad, ¿qué tensiones se esconden? Es decir, ¿de qué maneras son desdichadas, infelices a lo Anna Karenina, estas dos familias?


Será cosa nuestra descubrirlo. En cualquier caso, ¿tiene algo malo un argumento simple? 
Bueno, ya he hecho ver que no. Sobre todo cuando añade tantos dilemas morales, tantos pensamientos turbulentos, tantas incógnitas sobre el ser humano y su condición como integrante de la sociedad... 

Todo esto va perfectamente orquestado, porque se nota que La cena es una novela con muchísima planificación, y con gran ingenio.


La trama no es plenamente lineal, ya que hay algún que otro flashback

Por ejemplo, en alguna escena regresamos a ver qué sucedió en una zona de Francia en la que el que las dos parejas se encontraron de vacaciones y se reunieron con los vecinos de la zona. 
También descubriremos qué fue eso que Paul encontró en el teléfono de su hijo. 
Y también veremos qué llevo a Paul a dejar su trabajo y reconocerse que, en efecto, es un hombre con mucho amargor interno. 


Todo esto entra dentro de un contexto, es la manera que tenemos de ver que todo lo que ha sucedido en el pasado, desde la relación entre Serge y Paul hasta cosas que parecen tan poco importantes como si la esposa de Paul se ha hecho o no la prueba de detección prenatal de anomalías genéticas, nos lleva a entender con quiénes estamos tratando, hasta qué punto estas personas son capaces de llegar con tal de protegerse a sí mismas y a los suyos, con tal de mantener las apariencias. 


Pero sí que es cierto que la mayor parte de la historia trata exclusivamente de la cena, esta cena en la que comienzan a crecer muchas tensiones, en la que los platos tan exquisitos de pronto parecen insípidos, y nada apetece más que estrellárselos contra la cara del propio maître. La violencia, o, al menos, la ideación de futura violencia, comienza a aparecer, y quién sabe si llegará a efectuarse... 

Y además, ¿por qué hay tanta tensión? ¿Qué es lo que ha sucedido entre estas dos familias? ¿Qué es de sus hijos...? ¿Qué han hecho que ninguno se atreve a mencionar?


De verdad, recomiendo muchísimo leer esta novela. La trama es muy ligera, se lee rapidísimamente, tiene un ritmo acelerado y los diálogos son explosivos y desdeñosos, hechos para causar violencia a través de las palabras más adecuadas o de los "gracias" y "por favor" más llenos del significado opuesto. 

La prosa de Koch es espléndida, los personajes quitan la respiración, y la tensión hace que crezca en el lector una fuerte angustia que no abandona ni aun habiendo acabado el libro. 

“Claire is smarter than I am. I’m not saying that out of some half-baked feminist sentiment or in order to endear women to me. You’ll never hear me claim that ‘women in general’ are smarter than men. Or more sensitive, more intuitive, or that they are more ‘in touch with life’, or any of the other horseshit that, when all is said and done, so-called ‘sensitive’ men try to peddle more often than women themselves.”


Para la gente que quiera acción, pura acción, de esto de explosiones de detonantes o cuchillos en la garganta, pues este libro no tiene demasiado (aunque sí que hay violencia gráfica, en más de una escena), pero para los que deseen otra manera de explorar la crueldad humana, o, mejor dicho, la necesidad de supervivencia y cuidado de los seres queridos por encima de lo demás, hasta del cadáver de tus enemigos, esta obra es simplemente fundamental.

Pero trataré de no alargarme. ¿Queréis conocer de manera breve quiénes son estos peligrosos y modositos personajes? Vayamos a verlo ahora:



Un protagonista agresivo, airado y con deseos de hacer el mundo arder, pero todo esto dentro de una faceta perfecta e idónea para la ocasión, el cual, junto con otros personajes de bien, burgueses y refinados, añade mucha mayor hipocresía a la historia

Los personajes infunden respeto, vaya que no. No solo hablo de que uno de ellos sea un gran político que se va a convertir en las próximas elecciones en un gran hombre para el país, hablo de lo que es el respeto más innato, el respeto de alguien que reconoce como más fuerte a quien tiene delante. 
Hay lobos y corderos en esta historia. Y resulta que el matrimonio de Paul y Claire son los lobos. 


Claire es inteligentísima, sabe perfectamente qué decir y qué hacer para tener los resultados más favorables para sus intereses, da mucha mirada a los temas más controvertidos del mundo, y mantiene su postura y su lealtad hacia su marido y su hijo incluso si eso supone ir a contracorriente de los demás. 
Claire es espabilada, sabe cómo defenderse con el diálogo (lo cual Sócrates aprobaría muchísimo, debo decir), es educada pero, ante todo, no duda en sacrificar incluso el amor fraternal por una buena causa. 


Paul es mucho más impredecible y explosivo que ella. Si ella es el cerebro, Paul es la agresividad
No es que Paul sea malo, pero sí que es cuestionable lo que hace o dice, lo que piensa en todo momento, sus deseos violentos. 


Las familias adineradas se encuentran encerradas en lo que deben hacer, en lo que deben decir, en la imagen que tienen que dar para verse como perfectas. Pero tras todo esto hay gente que realmente quiere tan solo ver el mundo arder, como comentaba antes. Gente como Paul, que no las tiene todas consigo de que el mundo sea un lugar de felicidad y alegría. Paul detesta a Serge, aún no me ha quedado muy claro el origen de su enemistad, pero sí se ve que podría cometer algo horrible en un momento de estrés. 

Aquí es a donde voy con lo de que son peligrosos... no son peligrosos de eso que hayan atracado un banco, que sean asesinos a sueldo o ninguna de esas "paridas", sino, más bien, que tienen tanto odio en su interior, están tan frustrados y agotados de la vida, que pueden venirse abajo y llevarse consigo a todos los demás. Paul me ha parecido un personaje buenísimo, con muy grandes pasajes. 

En concreto, me veo con la necesidad de repasar una escena rápidamente, la escena que más me gustó de toda la novela: aquella en la que está frente al director de su escuela. Aquella en la que se ve de lo que Paul es capaz. 
A medida que el director lo reprende, lo regaña, y trata de lidiar con él, he ido viendo una parte de Paul que ya no solo me ha dado respeto, sino también mucho miedo... 


No era solo desdén, no era solo furia. Ahí había verdaderos deseos de matar. Ahí había una agresividad escondida, una agresividad inamovible, que me hizo estremecerme. 

De veras que es el pasaje más tensionado y también el más interesante que me he leído en toda mi vida, era agresivo, no hay mejor manera de describirlo, no por arrancar los ojos de la cara o reventar las tripas... sino por pensar en que deseas hacerlo. En que de veras quieres que eso suceda. En que de veras quieres ser tú el que lo haga. 


Serge ha sido un personaje mucho más amable. Vestía de etiqueta, y estaba siempre presentable. Nadie diría que Serge tiene miedo de Paul, por lo que pasó en la cocina esa noche en la que fueron a visitarlo cuando Claire no podía cuidar de su hijo.
Serge es la parte más trabajada de adonde Paul enfoca su rabia. Claramente, Serge es el origen de mucho del odio de Paul, queda completamente latente. Quizá por envidia, quizá todo lo contrario, porque Paul descubre que Serge es justo en lo que él tanto tiene reparo de convertirse. 

Vaya por donde, yo diría que Serge es, de todos los personajes, el más agradable y el más correcto, el que sabe lo que hay que hacer, el que tiene, por así decirlo, más bondad. 


Si la historia fuera una lección de moral, Serge sería el protagonista, el héroe que hace que haya justicia en el mundo. 

Pero la historia está contada por la perspectiva del agresivo Paul, y, ¿por qué? 

Bueno, pues porque esta novela no es una lección de moral, no es algo sobre lo que haya que aprender, más bien es una disertación, un apaño, de lo que somos, de lo que seremos, de lo que no podemos huir: la naturaleza humana que siempre falla, que siempre hace las cosas mal, la cual, en el fondo, es tan cruel como un diablo que enseña al Homo erectus a manejar el fuego.

Serge es el menos avispado de todos, al menos, según Paul, siempre mantiene sus modales y se da de impecable. Serge es un cordero, definitivamente. Pero este cordero puede ser la diferencia entre la cárcel y la libertad, así que es mejor no tomárselo a la ligera. 


Babette ha sido un personaje más silenciado, era más callada, más pensativa, pero, sinceramente, aunque a veces estuviera lagrimosa, aunque a veces estuviera muy asustada, no era ningún cordero

¡Al contrario! Babette está dispuesta de ir en contra de su marido con tal de proteger a su hijo. Pero lo hace desde las sombras, manteniendo al apariencia de que adora a Serge. 

Creo que lo mejor de todo de Babette, lo que más me hizo sonreír por su astucia, fue ese comentario que hizo una vez por teléfono a Paul en el que dice, sobre su marido, que "Ha ido a catar vinos al Valle del Loira"
Un comentario anodino, ¿no es así? Pues vaya, a esto voy cuando digo que esta novela saca las cosas más agresivas a partir de lo más superficial... Un comentario como este, que no dice nada, que no hace daño, lleva consigo tan fuerte desdén, tanta burla y tanto sarcasmo, que se ve la naturaleza humana desde otro ángulo: desde la comodidad, desde el ingenio en base al daño que menos se ve. 



Hablar de los hijos es mejor que sea en pocas dosis, dan mucho de lo que pensar, sobre todo porque, aunque su presencia es mínima (el único que realmente sale dentro de la cena en persona es Michel), incorporan muchísimas incógnitas. 

Hay varios de los que hablar: Rick, Beau, y Michel. 

Todo lo que se reflexiona en torno a Beau, en torno a la adopción, con sus virtudes y sus grandes riesgos, me pareció muy interesante, más lo es darme cuenta de la rabia que Paul tenía hacia estas cosas, algo que no me gustó, pues iba en contra de mis ideales, pero que me pareció buenísimo para entender a este personaje que no cree ni siquiera en las buenas obras del ser humano.

Rick es otro cordero, se deja llevar por completo por Michel. 


Porque Michel es un personaje genialmente retratado... 

Michel no es cruel, se ve a la legua que no es cruel, es un tipo normal, que ha cometido un acto horrible pero pedalea tranquilamente con su bici como si no pasara nada. Quizá cometa más atrocidades, pero dice "te quiero" a su padre sin siquiera parpadear. Quizá sea un terrible criminal, pero no considera que eso sea importante, parece relajado con lo que pasa, parece que no le importa en lo que se ha convertido. 

“Unhappiness loves company. Unhappiness can’t stand silence—especially not the uneasy silence that settles in when it is all alone.”

No es capaz de darse cuenta de sus actos, y, por tanto, ¿de veras merece ser juzgado, con sus únicos quince años de edad, como un adulto? 
¿De veras merece ser llevado a prisión, a que le hagan atrocidades, cuando ni siquiera es consciente de lo que está bien y de lo que está mal

Pero si nos pasamos por alto lo que ha hecho, simplemente porque es joven y no parece ser consciente del daño que ha causado, ¿no se cae a pedazos el sistema judicial y de justicia?


Es complicado, ¿verdad que sí? Al menos, a mí me lo parece. Además, todos estos dilemas no vienen expresamente dados, son sustanciales en tanto que se presentan de poco en poco, no vienen de sopetón y gracias al cielo que no ocupan muchísimas páginas de disertaciones, Herman Koch da de lo que pensar pero no se pone a argumentar abiertamente, deja que seamos nosotros los que, a partir de su relato, veamos qué hacer con estos pequeños pero terribles criminales. 


Hay otros personajes, pero no tienen la menor importancia. 
Aun así, cada personaje que entra y sale de escena añade mucho a la historia, como el dueño del restaurante, el padre y la hija que piden una foto de Serge, o el maître. 

Bueno, ¡el maître! 
Puede que con éste haya tenido el libro sus mejores momentos de gracia, un humor ácido y un tanto dañino, pero buenísimo. 

El meñique del maître sobre todo es lo que más me hizo doblarme de la risa, ya que es la mayor constante en este libro. 
Todo cambia, la conversación varía, la tensión aumenta, los personajes sacan a relucir sus peores facetas, pero ese meñique sigue ahí, apuntando muy de cerca a la comida, explicando, con torpeza y de maneras chapuzas, los exquisitos y muy elaborados platos de este restaurante de lujo. 

Hay crítica, pura y visible, hay burla y dureza, y un buen humor sucio en el relato.


Por lo demás, ¿por qué no ver, a partir de cada personaje, qué es, o qué no es, lo que causa rabia en Paul? 

Las personas que a mí me enfurecen no son las mismas que enfurecen a Paul (aunque, debo reconocer, se acerca), por eso es tan importante deshacernos de nosotros mismos y tratar de entender al protagonista de esta novela, alguien que, aunque en lo básico es tan similar a nosotros como cualquier otro ser humano, en los detalles sencillamente tenemos que esclarecer quién es y por qué actúa de manera tan agresiva hacia el mundo.


Entonces, venga, tendré que ser clara que si no ni yo misma me entenderé: ¿los personajes son están bien hechos? 

Bien no, ¡espléndidamente! Porque son reales, porque son sucios, porque son como tú, o como yo, o como ese frutero de la esquina que te quiere reventar a golpes por tus cuatro melocotones que mencioné. Son personajes que no tienen un único ideal, un único posicionamiento, la única ley que se les aplica es la del amor

“That was how I looked at life sometimes, as a warm meal that was growing cold. I knew I had to eat, or else I would die, but I had lost my appetite.”


Dijo Herman Hesse, cierta vez, que "siempre gana quien sabe amar". Pero ¿gana para bien, o para mal? 

Porque el padre que ama a su hijo y lo protege, incluso defendiéndolo con uñas y dientes de un juicio correcto por su crimen, ¿no está en contra del bien de la sociedad? Quizá Paul y Claire acaban ganando (o quizá no), pero, en cualquier caso, ¿es bueno que lo hayan hecho? ¿Es realmente tan útil el amor... es tan bueno para la sociedad nuestro entorno afectivo?



Una prosa afilada, divertida y con humor ácido, un tanto macabra, un tanto agresiva, pero su gracia está, precisamente, en que, a partir de los detalles más rutinarios, muestra la realidad del odio más puramente humano

De la prosa, ya ni que decir. Para empezar, basta con comentar que es gracias a la prosa como un libro se forma. La prosa es la expresión y el estilo del autor. 

Varios escritores podrían tener ideas parecidas, pero su ejecución, cómo las desarrollan, dependen de cada cual. Así que ni que decir tiene que, teniendo en cuenta lo muchísimo que he disfrutado de esta novela, la prosa de Herman Koch me ha parecido simplemente brillante. 

“This particular restaurant is one where you have to call three months in advance—or six, or eight, don’t ask me. Personally, I’d never want to know three months in advance where I’m going to eat on any given evening, but apparently some people don’t mind. A few centuries from now, when historians want to know what kind of crazies people were at the start of the twenty-first century, all they’ll have to do is look at the computer files of the so-called “top” restaurants.”


Pero tranquilos, que, para no hacer larguísima esta reseña, pretendo hablar de la prosa a más detalle en las siguientes futuras lecturas que haga de este escritor, pues pienso leer mucho más de él. 


En cualquier caso, la idea que más se me ha quedado es que Koch, con esta obra, entra dentro de esta generación "agresiva" que a mí tanto me gusta leer, la generación de escritores, o, mejor dicho, más que generación el estilo literario, que se centra en la parte más sardónica y dolorosa del mundo, y le da una visión no solo a veces moralizadora, sino, en otra ocasiones, todo lo contrario... una sin salida auténtica, saber que el dolor no tiene final. 

Pero el dolor también es relativo, así que no hablemos de estos términos. Lo más correcto sería decir que Koch, para mí, es un escritor que se centra en la infelicidad de cada familia, en sus causas y sus consecuencias, y en lo que genera de cara a los demás, de cara a la sociedad misma. 

Hay infelicidades que no hacen daño, pero otras que, por su manera de demostrarse, causan muchísimos estragos sociales. 

El dolor de uno puede pasar inadvertido, pero hay otros dolores que deciden presentarse y expresarse, simplemente para "hacerse oír", para tener testigos, para recibir ayuda... la cual, a veces, quizá no llega.


¡Qué negativismo! No, no quiero decir que la historia sea salvajemente pesimista, ¡ni mucho menos! Es divertida, es muy entretenida, es avispada e ingeniosa, tiene buenas dinámicas y mucho sentido del humor. Sobre todo, porque sabe posicionarse en nuestro mundo actual, con sus cosas buenas, y sus grandes meteduras de pata. 

¿Que no ejecutamos con verdugos y en plazas a los ojos de la gente? Pues no. Pero eso no quita que seguimos siendo humanos, ergo seguimos teniendo deseos de hacer daño a los que consideramos amenazas. 
Y eso, en la actualidad, se manifiesta para cada cual de distintas maneras.

“I let them do some simple arithmetic. In a group of one hundred people, how many assholes are there? How many fathers who humiliate their children? How many morons whose breath stinks like rotten meat but who refuse to do anything about it? How many hopeless cases who go on complaining all their lives about the non-existent injustices they’ve had to suffer? Look around you, I said. How many of your classmates would you be pleased not to see return to their desks tomorrow morning? Think about that one family member of your own family, that irritating uncle with his pointless, horseshit stories at birthday parties, that ugly cousin who mistreats his cat. Think about how relieved you would be - and not only you, but virtually the entire family - if that uncle or cousin would step on a landmine or be hit by a five-hundred-pounder dropped from a high altitude. If that member of the family were to be wiped off the face of the earth. And now think about all those millions of victims of all the wars there have been in the past - I never specifically mentioned the Second World War, I used it as an example because it’s the one that most appeals to their imaginations - and think about the thousands, perhaps tens of thousands of victims who we need to have around like we need a hole in the head. Even from a purely statistical standpoint, it’s impossible that all those victims were good people, whatever kind of people that may be. The injustice is found more in the fact that the assholes are also put on the list of innocent victims. That their names are also chiselled into the war memorials.”


El análisis que hace Koch de sus personajes no es reflexivo en extremo, sino que se dedica al "show, don't tell", es decir, a mostrar lo que hacen y, a partir de eso, que cada cual formemos nuestra propia idea al respecto. 
No analiza él mismo lo que ha creado, simplemente, deja que, a través de los actos de cada cual, nosotros nos formemos una idea de lo que nos quiere decir. Me gusta más este estilo literario, pero también su opuesto es bastante interesante, depende del contexto.


Herman Koch es crítico, burlón, un tanto macabro en algunos aspectos, pero no se excede en nada, y organiza muy bien este relato. 

“The dilemma I was faced with was one every parent faces sooner or later: you want to defend your child, of course; you stand up for your child, but you mustn't do it all too vehemently, and above all not too eloquently - you mustn't drive anyone into a corner. The educators, the teachers, will let you have your say, but afterwards they'll take revenge on your child. You may come up with better arguments - it's not too hard to come up with better arguments than the educators, the teachers - but in the end, your child to going to pay for it. Their frustration at being shown up is something they'll take out on the student.”


Su prosa es directa, no se anda con remilgos, es más, el uso del vocabulario y de la gramática no es ostentoso ni complejo, sino que, con estructuras fáciles de entender para todos, muestra una profesionalidad en base a una forma de expresarse más cercana al lector promedio. 

Eso acentúa que sea bueno escribiendo, pues no necesita elaboraciones rebuscadas para decir lo que quiere decir, no tiene tapujos a la hora de expresar lo que sucede, lo que los personajes piensan, o lo que se disponen a hacer. 

Da más veracidad al relato, y mucha mayor honestidad al escritor.


Los pensamientos de los personajes son agresivos, pero sus acciones están reprimidas, y la duda que yo más tenía era: ¿cuándo van a dejar de estarlo? ¿Cuándo la bomba va a terminar su cuenta atrás, cuándo todo va a estallar?

Depende de cada cual, depende del entorno, depende de todo lo que han estado callándose y finalmente desean decir. 
Digamos que hay que estar al loro en todo momento, yo estaba en plena tensión, y me ha encantado fijarme en la audacia del escritor para presentar escenas que simplemente me hacían comerme las uñas de la angustia, mientras que, en otras, reía a carcajada suelta ante el atrevimiento del protagonista

Sinceramente, ¡qué gran libro! Me parece de los mejores que me he leído este año, y yo diría que de toda la vida...



Pequeña defensa de la maldad actual... ¿Es más buena una novela existencialista y puramente filosófica, o es mejor aquella que habla de actos e impulsividades en lugar de en pausas y reflexiones extensas?

Tengo que decir que he querido saber las opiniones de otros en cuanto a este libro, para ver si estaban según mi criterio o no. Ha sido interesante leer algunas, y hay una muy buena en el blog literario La cueva de mis libros, que, aunque es opuesta a mi visión sobre la novela, me ha gustado mucho. (Para los interesados, se puede encontrar clicando aquí). 


En concreto, en cierta parte dice así: "En lugar de tanto canapé y tanto meñique del maître, Herman Koch podía -debería, yo creo-, haber aprovechado el texto para entusiasmar al lector con un posicionamiento moral."
Es un buena y muy útil percepción, que sigue así: "Herman Koch no es Dostoievsky, como tampoco Michel y Rick son Raskólnikov. Lo que más me incomoda es que no se habla -y por tanto, no se resuelve- la moralidad de los hechos."

Pues no, en efecto, Koch no es Dostoievsky, ni para lo bueno, ni para lo malo. 
Koch es del aquí y del ahora, y su relato, como comentaba, no trata de dejarnos en un determinado y fijo posicionamiento moral. No trata de convencernos de lo que es mejor y de lo que es peor. No desea posicionarnos, no desea decirnos que una única visión es la correcta. 

Porque no lo es. El relativismo lo niega... Toda opinión es válida, ¿no es cierto? Eso sí, algunas hacen más daño que otras. Koch no valida ni la forma de ver la vida de Serge y Babette ni la forma de ver la vida de Paul y de Claire. Porque ninguno tiene más razón que el otro. 

¡Qué raro!, podríais pensar. ¿No es más válida la visión de Serge, que es la de la razón, la que trata de proteger a la sociedad?

Pero entonces, por tanto, ¿quiere eso decir que el camino del amor, de proteger a tu hijo, como hacen Paul y Claire, es incorrecto? 

“The first thing that struck you about Claire’s plate was its vast emptiness. Of course I’m well aware that, in the better restaurants, quality takes precedence over quantity, but there are voids and then there are voids. The void here, that part of the plate on which no food at all was present, had clearly been raised to a matter of principle.
It was as though the empty plate was challenging you to say something about it, to go to the open kitchen and demand an explanation. ‘You wouldn’t even dare!’ the plate said, and laughed in your face.”


Dejémonos de pensamientos teóricos: ¿qué haríamos nosotros, de verdad, si nuestro ser más querido comete algo impensable... pero sigue siendo nuestro ser más querido, al fin y al cabo? 
Porque Michel no ha cambiado nada, no es más perverso ni más siniestro, sigue siendo un crío, el hijo más adorado por sus padres. 

¿Qué hacemos? Lo moralmente correcto, lo que quizá, como el autor del blog que he leído sugiere, Dostoievsky aprobaría, sería llevarlo a un juicio justo. Pero aquí cada cual tiene su visión. Lo moral es eso, pero ¿qué nos dice el corazón? 

Eso sí, cojamos el camino que cojamos, hay consecuencias...


Precisamente la gracia del relato está en todo ese "canapé y meñique del maître", en que, entre tanta superficialidad y tanto entretenimiento, circulan por debajo de lo que se ve cosas mucho más importantes, cosas que solo se ven si uno quiere mirar, si uno sabe lo que busca. 


Michel y Rick no son Raskólnikov. 

PUES CLARO QUE NO. 

Raskólnikov es un grande, uno que desarrolla más a fondo su propia teoría de los superhombres, se compara con Napoleón, y cree en que matar a una vieja podrá hacer que se convierta no solo en un buen estudiante, sino también, además y en cierto modo, también una mejor persona. 

Rick y Michel no llegan a tanto. Ellos hacen lo que hacen por otras razones, por otras circunstancias. 

La criminalidad juvenil actual, hasta donde yo llego, no es solo por necesidad, sino que también tiene un componente de aburrimiento. La gente del primer mundo ya no sabe qué hacer, y surgen nuevos dilemas morales, nuevas dudas existenciales en las que no todo roza lo teórico, el análisis y el pensamiento extremo, sino, más bien, los actos y las conductas impulsivas y temerarias.

“His eyes had something dull about them, expressionless, the bored look of a mediocre intelligence that wrongly supposes it has “seen it all before.”


Pero son parecidos. Y ¿en qué? En que Raskólnikov, Michel y Rick, los tres, justifican sus actos. 

El primero, con proezas, delirios y grandezas, y los otros dos, sencillamente porque viven en otra cultura donde, en lugar de tanto existencialismo, lo que más hacemos el ser humano ahora es dejar de mirar lo malo, apartar la mirada, ignorar la maldad, pensar que toda la vida, incluso lo más funesto, es tan solo un programa de televisión que podemos apagar en cualquier momento. 

Michel y Rick sin duda alguna no llevan consigo tanta carga de reflexión, pero son igualmente interesantes de leer precisamente porque muestran cómo son los asesinos de hoy en día, los asesinos que matan a veces por aburrimiento, a veces por odio, a veces por descargar de alguna forma su ansiedad del primer mundo. Es otro problema con otras variables. 

¿Una lectura es mejor que la otra? Pues no. Pero las dos, debo decir, en este caso son buenísimas.

“All these heads, I thought. All these heads into which everything disappears.”



Conclusión

Una trama de estructura sencilla pero muchísimo ingenio dinámico, unos personajes intensos y carismáticos, unos dilemas morales que me dejaban los pelos de punta, unos pasajes buenísimos y llenos de tensión, y una prosa de humor ácido y gran astucia literaria, en conclusión, La cena me ha parecido un libro buenísimo de cabo a rabo, con una gran conclusión (es más, muy escalofriante y angustiosa), que cierra muy bien las cosas y, pese a su brevedad, da muchísimo de lo que pensar. 
En realidad, un libro estrella que debería leerse todo lector al que le haya interesado esta reseña, una lectura que, a mí, me ha parecido insuperable.

Qué maravilla de libro.



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 3.5/5
♫ Trama: 5/5
♫ Originalidad: 4/5
♫ Tensión: 5.5/5
♫ Desenlace: 5.5/5
♫ Prosa: 6/5


VALORACIÓN PERSONAL 11/10!!!!



Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/





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