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miércoles, 25 de agosto de 2021

Reseña: El Pabellón de Oro

 


RESEÑA:
EL PABELLÓN DE ORO


Título:  El Pabellón de Oro
Autor:  Yukio Mishima
Editorial:  Alianza Editorial
Canción Identificada:  The Gold It's In The... (Pink Floyd)




Sinopsis:

Mizoguchi es un joven poco agraciado, lo que le ha convertido en solitario, taciturno y acomplejado: el mal y lo trágico invaden sus pensamientos. Su única fascinación es el pabellón de oro de Kioto del que su padre, monje budista, le ha hablado que es la encarnación de la suprema belleza. Tras su muerte, Mizoguchi entra como novicio en dicho templo. Se pasa el tiempo admirándolo: es su único objeto de deseo, su obsesión. Pero cuando despierta en él la sensualidad, esta belleza suprema se va a interponer en sus relaciones amorosas, le va a impedir tener otras admiraciones o afectos; se va a convertir en un obstáculo para la vida de verdad. Solo su destrucción le puede liberar. Su amistad compartida entre el amable Tsurukawa y el mefistofélico Kashiwagi, y sus desencuentros con el superior, Tayama Dosen, precipitarán los hechos. "El Pabellón de Oro" es una novela en la que, como en parte de su obra, el elemento principal es la belleza y su destrucción, la vida y la muerte, eros y tanatos; nihilismo y aceptar lo irremediable, reflejo de aquel Japón, ante los ojos de Mishima, decadente y humillado tras la guerra.



Opinión:

No hay escritor que me haya leído jamás que pueda igualar la tirantez, la belleza y la dominancia de la sensualidad de la escritura de Yukio Mishima. Tiene una forma de escribir tan suya, tan correcta y, al mismo tiempo, tan cruelmente incierta, que me parece imposible que haya un autor que siquiera se le parezca. 

Probablemente, en todos los años que llevo como lectora, que ya no son pocos, sea Mishima el escritor que me he encontrado que tiene la prosa más bella jamás vista. 
Sus introspecciones, sus reflexiones, sus pensamientos internos y, sobre todo, la gran coherencia con la que explica las conductas de sus personajes me parecen sublimes. 

Para alguien como yo, tan interesada en la psique humana, El Pabellón de Oro ha sido una nueva oportunidad de saber cómo es nuestra especie, cómo piensa, cómo actúa, cómo las emociones, una vez más, llegan a superar cualquier racionalidad que creamos tener. 

“El cielo nublado y blanquecino, el rumor de las cañas de bambú removiéndose, los patéticos esfuerzos de un insecto escalando una hoja de azalea, todas esas cosas continuaban existiendo como antes, aquí y allí, sin orden ni armonía… Sí, era extraño: ni siquiera me sentía solidario con la Nada. Y de nuevo me encontré solo”.


Conocí a Yukio Mishima hace muy poquito tiempo. Harán unos meses desde ello, pero ya he conseguido leerme tres obras suyas, y allá que espero pronto cogerme una cuarta. 
El Pabellón de Oro es una entre las muchísimas que me quería leer de él, pero me llamó la atención que Mishima, una vez más, volviera a tratar la belleza como algo diablesco y siniestro, una fuerza de la naturaleza que, en su propia cualidad, lleva a la destrucción humana. 

Me sentía tan interesada por la premisa, acerca de la obsesión del joven Mizoguchi y sus poco afortunados encuentros con el amor y la sensualidad carnal, que quise de inmediato conocer su historia. 

De hecho, apenas exploré sobre lo que me depararía esta novela... ya sabía yo que me encantaría. 
Y lo hizo, pero, ahora que indago un poco más, me doy cuenta de que El Pabellón de Oro está inspirada en un caso verdadero, algo que sucedió en este mismo elemento de Patrimonio de la Humanidad... Personalmente, he preferido ser un poco ignorante y no saber qué es lo que iba a suceder en la novela, así que os recomiendo hacer lo mismo. 

Pero, si estáis de veras interesados en "entrar en calor" y entender qué pasó con el Kinkaku-ji, en muchas partes encontraréis lo que sucedió el 2 de julio de 1950. Yo recomendaría, aun así, ir a ciegas, porque así se sabe mucho menos de la historia.

“El pensamiento de que la Belleza pudo existir antes en alguna parte, me causaba invenciblemente un sentimiento de malestar y de irritación; pues, si la Belleza existía efectivamente en este mundo, era yo quien, por su existencia misma, me había excluído de él… La idea de que el Pabellón era algo imperecedero me abrumaba, levantando un obstáculo entre él y yo”.


Bueno, dicha ya esta larga introducción, ¡vayamos con la reseña!



¿De qué trata?

Ahora que ya estoy enterada, se podría decir que El Pabellón de Oro está bastante basado en la tragedia del 2 de julio de 1950, una tragedia a nivel nacional pero también mundial que afectó aún más el sentido de patriotismo de la sociedad japonesa derrotada tras la Segunda Guerra Mundial. 


Si sabemos un poquito de Mishima, tendremos en cuenta que, para él, ese sentido patriótico, esa cultura nacional, era muy importante, es más, imprescindible. 

En sus novelas realza la cultura japonesa, sus bellezas y también sus calamidades, todo lo dota de un orgullo interesante, que probablemente también estuvo relacionado con la trágica muerte del escritor, que por muchos es un ultraje, y, por la mayoría, es una absoluta locura, ya que realizó el harakiri en un personal levantamiento en contra de lo que él consideraba erróneo. En fin, toda una historia. 

“El cielo relativamente claro plateaba la superficie del estanque…. Tomé un guijarro y lo dejé acer en el agua. El ruido repercutió de forma tan desmesurada que el aire del controno pareció desgarrarse de pronto. Yo me encogí y me quedé quieto, como si quisiera borrar con mi silencio aquel ruido que inconscientemente había producido”.


A lo que voy es que se puede entender que el 2 de julio llenó de desazón a Mishima. Y, como todos los genios, Mishima decidió entender que había pasado con una tragedia como esta. 
Así fue como su imaginación le llevó a idear a un personaje nuevo, un novicio cargando con el peso de una humanidad que él detesta, alguien que sería capaz de cualquier cosa con tal de demostrar al mundo que, para él, la belleza es nefasta y lo ha llevado a la ruina. 
Dicho de manera general, El Pabellón de Oro es una historia de obsesión, de belleza y calamidad, una historia que trabaja distintos temas, en especial aquel de la sensualidad, y acaba por desenlazar en un final barbáricamente bueno, que me congeló la sangre de las venas y me dejó completamente helada de miedo, confusión, y también lo que es peor, mucho entendimiento por lo que había sucedido, por el punto al que el protagonista había decidido llegar.


Pero vayamos a lo concreto, que sé que eso nos gusta a todos más: El Pabellón de Oro narra la vida, desde su infancia hasta sus años más veteranos como novicio, del joven Mizoguchi, un chico poco agraciado que, debido a su tartamudez, se ha encerrado en sí mismo y reflexiona continuamente acerca de lo que significa la identidad personal. 
Vive lleno de complejos, con muchas inseguridades, y, cuando su padre, un monje budista, le afirma con vehemencia que lo único estable de ese mundo, lo único puramente bello, es el Pabellón de Oro de Kioto, comienza a obsesionarse con tal estructura. 

Hasta no verla en persona, no cae en que la belleza del Pabellón de Oro es mucho más compleja de lo que parece. 
No es puramente ideal, pero el Pabellón de Oro tiene una fuerza que, cuanto más trata de alejarse, más lo atrae hacia sí. 


Hasta tal punto llega su obsesión que, tras la muerte de su padre, Mizoguchi emprende su carrera como novicio en tal sitio, cobijado bajo el maravilloso techo de una importantísima estructura nacional. 
Es ahí donde conoce a Tsurukawa, un amigable, tierno y bastante positivo novicio como él que trata de llevarle por el buen camino. 
Pero también, prontamente, cuando se inicia a los estudios universitarios, Mizoguchi conoce a Kashigawi, el cual también está impedido por algo físico como él, y es el perseverante Mefistófeles que lo llevará a los senderos más perturbadores de su vida. 

Esto, y también la enemistad que va creciendo en Mizoguchi con respecto al superior Tayama Dosen, harán que se precipiten los hechos, y esta ineptitud suya de disfrutar correctamente de la sensualidad lo llevará a tal apuro, a tal ira, que poco a poco se irá encaminando hacia una destrucción segura...



Una trama progresiva, evolutiva y bien desarrollada, con ritmo lento y mucha pausa para pensar, que, además, explica, especifica y diseña perfectamente la psique de un personaje consumido en sus propias obsesiones

El Pabellón de Oro no es una de estas lecturas que tu digas que se leen de una tirada. Y es mejor así, porque cuesta digerirlo, hacerlo todo de una puede hacer que no captemos exactamente esta belleza que nos trata de transmitir. 

Pero tampoco diría que es una lectura pesada. ¡Qué va! El ritmo es sencillo, ligero, fácil de seguir, esto permite que se lea todo con mucha facilidad. Y es verdaderamente curioso, porque ya voy diciendo que El Pabellón de Oro, fiel a todos los libros de Mishima, está tan cargadísimo de reflexiones, que a veces pueden ocupar hasta varias páginas. 


La trama no es demasiado misteriosa. Trata de una historia de decadencia, la duda que yo tenía en todo momento no era si Mizoguchi se inclinaría ante el mal, sino cuándo esto pasaría, y qué haría de llegar a pasar. 
Estaba deseosa de saber de lo que era capaz, pero su declive es muy progresivo, muy paulatino, más o menos como la propia trama. 

El argumento es sencillo, consiste en una historia de emociones brutas, emociones en crudo, recién salidas del alma, hay mucho sentimiento descarnado, mucho no entender a la vida, Mizoguchi lanza una pregunta tras otra y trata de reunir unas fuerzas que, sencillamente, no tiene y yo no creía que fuera a recuperar. 

Mientras el estado psicológico de Mizoguchi se deteriora, vamos viendo los aspectos más siniestros de la mente humana, como la furia, el odio, la envidia o el miedo ante la impotencia. 


El tema central de El Pabellón de Oro es, en realidad, como el de las otras dos novelas que me he leído suyas: el tema es la belleza, y las maneras distintas que tenemos de verla cada persona. 

En el caso de Mizoguchi, la encarnación suprema de la belleza está en ese pabellón que tanto admira, y que tanto tiempo de su vida le está quitando, es frecuente que, de pronto, sus pensamientos vuelvan a él, y en ocasiones puede hacerse hasta agobiante, pero esa es la intención de la novela, así que, de encontraros también cansados por esto, ¡seguid leyendo!


Esta obsesión, además, es percibida en distintos puntos de la historia de diferentes formas, por lo que no se hace agotador saber de ella. Va avanzando, como avanza la trama, en la que solo importa Mizoguchi y sus demonios interiores. 


La trama está muy bien desarrollada, pese a carecer de argumento complejo, avanza con rapidez y está cargadísima de sentimiento y soledad, esto permite conocer la belleza desde otro punto de vista: desde la necesidad. 

Pero el ritmo puede hacerse lento, si a uno no le gusta una novela con muchas reflexiones, esta definitivamente no es la suya, Mishima pilla oportunidad en cualquier parte para dedicarse a pensar, con esa cabeza tan llena de dudas que siempre ha tenido, acerca de las causas y consecuencias de la vida, y ese plano al que siempre llama espíritu que, en ocasiones, parece deteriorarse cuanto más pasa el tiempo. 

“Así pues, yo confiaba no tanto en su Belleza intrínseca cuanto en mi propia actitud para imaginar la belleza"


Pero es una novela que se puede leer. No hay que ser un profesional para captar lo que Mishima quiere decir. Sí, hay que ser un profesional para rebatirle, cosa que yo no me atrevería a hacer nunca, pero la novela permite que cualquier persona pueda formar parte de todos estos pensamientos turbulentos que van llegando. 
Precisamente si lo que uno necesita es una historia que llene de excusas para reflexionar acerca de un todo absoluto, cualquier obra de Mishima vale, al menos, de las que me he leído, pero esta es verdaderamente exacta en cuanto a el ideal de belleza sólido, inanimado, y sensualmente complicado. 


Porque lo más curioso de todo es que, al inicio, esta novela presenta una historia de amor: Mizoguchi se enamora del Pabellón de Oro de Kioto, lo desea con todas sus fuerzas, pero, como tantas cosas en dosis extremas, al final esto se transforma en su destrucción. 

¡De veras que os animo a ver de qué manera va acabando con él!



El misterio central: no gira en torno a la novela, sino en torno a la vida misma, a las incertidumbres, a las reflexiones, a la filosofía mundial

Algo muy característico de Mishima es que no deja cabos sin atar, es decir, que en todo momento explica lo que sucede, pone inmediata coherencia a los hechos, es él el que, en su escrito, piensa por nosotros y narra todo lo que pasa de manera muy específica. 

Vamos, que, aunque da salida a que nosotros reflexionemos, se puede decir que las reflexiones más, por así decirlo, difíciles, las hace él solito. Si Mizoguchi hace algo, al instante hay varios párrafos que tratan de hacernos ver por qué ha sido así, Mishima es de estos autores que abren el alma a sus personajes y no dejan asomo de duda, quiere, entonces, dárnoslo todo medio hecho. 

Incluso estoy comenzando a pensar que, en sí, las reflexiones que suscitan las lecturas de Mishima no son tanto del estilo de "por qué ha hecho esto", sino que son más filosóficas. 

En las novelas de Mishima no hay demasiado misterio, ya que él no tarda en explicar todo al dedillo, pero son sus explicaciones, tan profesionales y filosóficas, las que, más que hacernos pensar en la historia que cuenta, nos hace pensar en los problemas metafísicos, de identidad y de la psique humana que lanza al aire. 

Es decir, que la novela hace pensar, pero no sobre la misma novela, sino sobre las propias cavilaciones largas y muy expertas del escritor. 

“¿Es esto? ¿Es esto lo que me hacía tanto daño, lo que no cesaba de recordarme su existencia de un modo tan desagradable, lo que me clavaba raíces tan tenaces? ¡No es más que materia muerta! Pero, esta cosa y la de hace un instante, ¿son realmente la misma cosa? Si ésta, al principio, formaba parte de mi envoltura exterior, ¿cómo, por qué conexión, ligándose a mi yo interno, pudo convertirse en una fuente de dolor? ¿Sobre qué base reposaba?… Y esa base, ¿existía en mí? ¿O bien existía en este objeto?”


Es un estilo diferente. Se podría decir que la novela es un vehículo para transportar todas las inquietudes que Mishima lleva dentro, un simple acto del protagonista ya hace que todo se llene de perspectivas y encuentros con lo espiritual... 

Es muy enriquecedor leer esta novela, pero el misterio no está en el qué va a pasar, ni en por qué ha hecho esto tal personaje, sino en las reflexiones, en algo más global: ¿qué es la vida y qué hacemos nosotros en ella? 

Se puede decir, entonces, que esta novela es más como una fosa donde arrojamos todos nuestros sentimientos e inquietudes. Mira un poquito más en esa fosa, y, si te atreves, métete en ella, que encontrarás verdaderas joyas. 



Personajes muy bien trabajados, aunque pillaban oportunidades allá donde veían para exponer ampliamente lo que sentían; y un protagonista tan lleno de desesperación, desencanto y fatalidad que se hace verdaderamente interesante de leer

Los personajes son sublimes, podría tirarme horas tan solo hablando de los principales, y eso que, realmente, yo diría que son solo tres, quizá como mucho cuatro. 

Tsurukawa es uno de ellos, aunque es el más sencillo, es el más simple, él vive conforme a su felicidad, pero esta mirada tan amigable que tiene, este sentimiento agradable que inspira, puede que no muestre como de verdad es... Y, cuando vamos conociendo lo que realmente sucede con él, entendemos que su sufrimiento es muy grande, y que su espíritu abierto quizá sea el que está permitiendo que tantas dagas le atraviesen el cuerpo.


Kashigawi es más interesante, mucho más combativo. Él es pura dinamita
Como muchos otros personajes, algo que falla un poco de él es que al final, como excusa para que el autor pueda hablar de sus reflexiones, se le utiliza para soltar largas verborreas sobre pensamientos, les sucede a muchos de los personajes de Mishima, que son utilizados en momentos que a veces no convienen para expresar mucho pensar, pero, en cuanto me habitué a Kashigawi, me di cuenta de que él sí que tenía razones para soltar monólogos extensos sobre su propia existencia y la existencia de las demás cosas, que, en cierto modo, para él actúan por separado. 


Kashigawi es muy activo, parecía introvertido pero todo lo contrario, es explosivo y temerario, y se mete en muchos líos, sabe jugar las cartas y aprovechar su impedimento físico de los pies para salirse con la suya. 
Es la mala influencia del protagonista, pero también tiene un espíritu muy humano, muy vivaz, y me ha encantado conocer su perspectiva y la manera tan destructiva con la que trataba los temas más delicados.



Mizoguchi es el último personaje del que hablaré en esta reseña, y es el más importante. También está exitosamente trabajado, y me ha dado muchísimo de lo que pensar. 

Como Mizoguchi explica, a él le resulta extraña las muestras de ternura de los demás. Es por eso que en Tsurukawa ve algo extraño, algo que no le termina de convencer: Mizoguchi espera y desea una burla por su tartamudez, y el otro novicio ni siquiera parece querer fijarse en ella. 

Ya hay algo desde el primer instante que en Mizoguchi da una sensación de fatalidad, de que quiere verdaderamente inclinarse hacia el mal, o, al menos, mirar la realidad desde la condescendencia y la ruptura con el mundo tal cual es. 

Dicho de otra manera, parece que Mizoguchi presenta en él un espíritu turbulento y ansioso por deshacerse de todo lo que lo hace humano, e instalarse en algo mucho más anómalo, la identidad que ha adquirido viene dada por su tartamudez, y se siente enfermar al pensar en la sensualidad, en una intimidad con una mujer. 


Como pone tanta cabeza a las cosas, al final las situaciones más directas de la vida, como el amor, le resultan insípidas o, lo que es peor, le producen un miedo inexplicable. 


Al menos, es así como yo lo entiendo. 
Es fácil moverse entre dos racionalidades, pero, cuando se trata de compartir sentimientos, Mizoguchi tan solo lo puede hacer ante el papel, mirar a la sensualidad humana le hace sentir inestable, como el pasaje en el que observa desde el balcón cómo una mujer saca su pecho y da leche a un hombre que debía partir a la guerra. 


Al mismo tiempo, se entiende un poco su inestabilidad, ya que va compaginada con otra nueva inestabilidad: la de la guerra

El miedo que Mizoguchi tiene a morir por ella al final lo traslada a un miedo de que sea la guerra la que deje en ruinas su preciado Pabellón de Oro, lo único que, debido a su inmovilidad y belleza, considera seguro en su vida. 


En épocas tan inciertas como la guerra o la posguerra, estoy segura de que aparecen esta clase de pensamientos ilógicos. 

“Reflexioné y me dije que las palabras eran seguramente el único medio de salvar la situación; error muy característico de mí: cuando hacía que actuar yo sólo pensaba en las palabras; y como la palabras llegan mal y tarde, me dejaba perder en ellas al intentar dominarlas y acababa siempre por olvidar la acción. Para mí, la acción era algo esplendoroso que debía ir acompañado de un lenguaje esplendoroso”.

"Gana quien realmente mira", es lo que comentó en un pasaje Mizoguchi, en el que, sorpresa sorpresa, volvía a estar pensando en la belleza, en este caso en la de una mujer cansada de ser mirada. Y es cierto, al igual que lo es cuando él indica que su capacidad para mirar algo, como, por ejemplo, el cadáver de su padre, es lo que confirma que él existe. 

Quizá por eso Mizoguchi mira más que actúa: porque le gusta pensar que existe, pero no le gusta pensar tanto en que pueda interaccionar con otras existencias. 

“Bajo su manto de nieve, el Pabellón resultaba de una incomparable Belleza. Con sus grandes ventanales abiertos por donde penetraba la borrasca, con sus columnas alineadas a un lado y a otro, incluso en su misma desnudez, resultaba una imagen purificadora y tonificante”


Todo esto cambia poco a poco, pues va considerando, en contra incluso de Kashigawi, que la actuación es necesaria para reafirmar esa existencia suya, y para poder cambiar esa impotencia que siente hacia la sensualidad y la sexualidad

Si no funciona con tan solo observar, si no funciona con tan solo admirar, si la belleza, en todos estos casos, nunca puede ser alcanzada: ¿y si el único acercamiento a ella es destruyéndola?

En cualquier caso, estas son reflexiones mías, pues, como ya he dicho, esta novela da muchísimo sobre lo que reflexionar.



Una prosa que solo puede describirse como de Mishima: coherente, intensa, emocional, reflexiva y grandiosamente introspectiva

Ya lo he dicho en las dos anteriores reseñas de sus otros libros, pero lo repetiré: Mishima crea una belleza inusual con sus palabras. De veras que lo digo. 


Es curioso, porque, con una crudeza tan grande como la de una obsesión, Mishima añade muchísima racionalidad al relato, sabe hacer que todo tenga una coherencia interna muy bien ligada, hay un férreo control, porque nada se le escapa. 

Y esto tiene que tener tras de sí muchísimo esfuerzo, pero, a medida que uno lee, parece que Mishima no tiene dificultad alguna para ser tan natural, tan envolvente, tan humano con su lenguaje. 


El lenguaje que emplea no es de pedantería, pero sí que podría decirse que tiene un tono elevado, un tono que solo interesa a los que quieren lecturas más pesadas, más puestas en la filosofía. 

No es una novela que leer para pasar el rato y ya, uno entra de veras en esta historia, uno vive de veras todas las reflexiones, y Mishima saca mucho partido a sus pensamientos, hace que, aunque a veces vayan metidos un poco de manera brusca, tengan sentido en la historia, su presencia es formidable y, a veces, importantísima para ver cómo van evolucionando los personajes. 


La prosa de Mishima es muy, muy intensa, es emocional y sentimental, pero para nada pastelosa, quizá todo lo contrario, las emociones que más destaca son las de la impotencia, la incompetencia, la ira y la frustración, la soledad también es algo muy recurrente en sus escritos, y siempre saca el sufrimiento de los personajes y lo expone no como simple dolor, sino como una oportunidad de crecimiento, de entenderse mejor a uno mismo, cosa que, últimamente, no veo que hagan otros escritores.

“Un recuerdo repentino está cargado de un extraordinario poder de evocación. El Pasado no se contenta con arrastranos hacia él. Entre todos nuestos recuerdos, hay algunos, desde luego pocos, que en cierto modo están dotados de poderosos resortes de acero, y cada vez que hoy los tocamos se sueltan inmediatamente y nos catapultan hacia el Futuro”.


Mishima es crítico, pero no suele criticar a la sociedad, como tan fácil es de hacer hoy en día, sino que critica lo que es menos posible de cambiar, que es la naturaleza humana, el instinto, lo que sale de nosotros sin poder evitarlo, lo que siempre llevamos dentro. 

La crítica que hace es del alma, por qué somos de esta manera, por qué el deseo nos lleva a cada cual a una destrucción personalizada. 

Y esas cosas me parecen interesantísimas, porque tienen que ver con una realidad directa, sabe ver el problema desde la raíz: la sociedad está compuesta por humanos, así que, ¿por qué criticar sus aspectos estructurales, cuando lo que hay que criticar es al que los ha construido? Y no es solo uno, sino que lo somos todos. Y hay cosas instintivas que nos nacen sin poder cambiarlo, y otras que tenemos que pulir. Me parece un genio, ¡de verdad que lo digo!


Sinceramente, estoy casi al 100% segura de que, por su manera de escribir, Mishima es mi escritor preferido, su belleza es alucinante, sobre todo porque, a veces, el significado de sus palabras tras ella es gélido y oscuro, pero consigue presentarlo de una manera magnífica

En este libro todo eso no cambia, así que, ¡de verdad que espero que os decidáis a leéroslo!

“El Pabellón de Oro dejó de ser una construcción inmóvil. Se metamorfoseó en símbolo de la desaparición del mundo fenomenal”.

Conclusión

En conclusión, El Pabellón de Oro es una novela perfecta para envolverse en muchas reflexiones, para pensar largo y tendido, y para tratar de indagar no solo en la psique del protagonista, sino en quiénes somos nosotros mismos, y por qué somos de esta manera. 


Ya que tiene una coherencia tan bien ligada, se puede fácilmente entender todo lo que sucede en la historia, y eso la hace más rápida de leer de lo que podría parecer, pero claro, no es una novela rápida y frenética, sino que es progresiva, lenta, habla de decadencia y la expone poco a poco, así que hay que tener paciencia y tiempo para poder digerir bien la obra.

La prosa de Mishima es ideal, es preciosa y susurrante, a mí siempre me deja llena de incertezas, y sus personajes, que son complejísimos, son la raíz de todo lo que acabo cavilando sobre la historia. 

Sinceramente, El Pabellón de Oro es una perfecta novela que trata la belleza material, la sensualidad, la intimidad y la sexualidad desde otro punto de vista, habla de soledad, impotencia y frustración, y su final es realmente rompedor. 

¡Muy, muy, muy recomendada!



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 4.5/5
♫ Acción: 3/5
♫ Trama: 3.75/5
♫ Originalidad: 3.75/5
♫ Tensión: 3.5/5
♫ Desenlace: 4.5/5
♫ Prosa: 6/5


VALORACIÓN PERSONAL 9.75/10



Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/




miércoles, 18 de agosto de 2021

Reseña: Real World

 



RESEÑA:
REAL WORLD


Título:  Real World
Autora:  Natsuo Kirino
Editorial:  Vintage Books
Canción Identificada:  Real Thing (Alice in Chains)




Sinopsis:

A stunning new work of the feminist noir that Natsuo Kirino defined and made her own in her novels Out and Grotesque.

In a crowded residential suburb on the outskirts of Tokyo, four teenage girls indifferently wade their way through a hot, smoggy summer and endless “cram school” sessions meant to ensure entry into good colleges. There’s Toshi, the dependable one; Terauchi, the great student; Yuzan, the sad one, grieving over the death of her mother—and trying to hide her sexual orientation from her friends; and Kirarin, the sweet one, whose late nights and reckless behavior remain a secret from those around her. When Toshi’s next-door neighbor is found brutally murdered, the girls suspect the killer is the neighbor’s son, a high school boy they nickname Worm. But when he flees, taking Toshi’s bike and cell phone with him, the four girls get caught up in a tempest of dangers—dangers they never could have even imagined—that rises from within them as well as from the world around them.

Psychologically intricate and astute, dark and unflinching, Real World is a searing, eye-opening portrait of teenage life in Japan unlike any we have seen before.




Opinión:

Quizá sea que cada país tiene su parte de "maligno". Me gusta precisamente explorar esta "perversidad nacional" con distintas fuentes, con distintos autores, con distintos personajes. Lo que en España se considera aterrador, en Japón se puede considerar todo lo contrario... y viceversa, claro está. 
Podría decirse, de alguna manera, que cada país tiene su propio concepto de monstruo, aunque, en este caso, mi país y el de la escritora de Real World coinciden en una misma cosa: que el matricidio es escalofriante, y que el que lo lleva a cabo tiene que tener una mente muy perturbada.


Pero por lo demás, hay muchas cosas que cambian. La educación, la estructura familiar, el vecindario, las amistades, incluso los primeros amores en un país y en otro son muy diferentes. 


La razón de que me guste tanto leer thrillers (aparte de por el morbo que suscitan), es, más que nada, que se ve esta "perversidad humana" desde diferentes puntos de vista. 

Todo depende de la perspectiva, todo depende del concepto personal, y también nacional, de lo que es bueno o malo. 
Hay cosas que ya se consideran generalidades mundiales, como, por ejemplo, véase matar a tu propia madre, pero en cada país este crimen se comete de manera diferente, y por diferentes causas. 


Total, que este gran matricidio que orquesta, y efectúa, nuestro principal protagonista en esta novela, el raro de Worm, transmite un mensaje inequívoco: cuando alguien llega a ese límite, cuando alguien ofrece el alma de los demás, y la suya propia, para tan solo causar daño, nos quedamos separados de este mundo, y nos vamos a otro... Un mundo que no es real, un mundo en el que eres el rey. El mundo falso de los asesinos.


“I’m still afraid of being totally honest. I’m more afraid of this than dying.”


Oí hablar de la escritora por su novela Out, que, hasta donde yo sé, es la que más aclamada está de todas las suyas. Y aunque Out pintaba muy bien, me pareció más interesante esta otra que aquí reseño, porque hablaba de una juventud guiada por el mal camino... de cómo lo irreparable, como la muerte, para cada uno de los personajes tiene un significado. 


Tenía muchas ganas de empezármela, y, a decir verdad, la acabé muy rápidamente, sobre todo porque es una historia breve, que apenas si llega a las 200 páginas, y que engancha muchísimo... aunque, a mi juicio, el final era demasiado rápido, llegaba demasiado pronto y apenas daba tiempo a asimilar, pareció haberse escrito deprisa

Pero es que pocas son las cosas malas que tengo que sacar de este libro, a mí me ha parecido una historia sublime, muy psicológica, muy llena de descaro y violencia, de malos pensamientos y mucho odio, que es de estas tramas que a mí me cautivan desde el inicio.

Así que, sin demorarnos más, ¡vayamos con la reseña!



¿De qué trata?

Esta vez, explicar de qué trata la historia va a ser sencillito. Porque, en sí, la idea general no es retorcida, se pilla fácilmente, y eso hace que se pueda jugar más con cosas más internas de la historia.

La trama no es complejísima ni extrañísima, y eso hace que conozcamos mejor a los personajes, que pongamos más atención en ellos, y sintamos de otra manera las emociones que tiene cada uno. 

Es una idea fácil la de la historia, aunque también muy original, sobre alianzas, amistades, e interés por lo prohibido, y he disfrutado muchísimo de ella. 

“It wasn't so much that I was afraid of the place itself, but I was afraid of the creatures who masqueraded as people.”


Pero vayamos a lo concreto: Real World es una historia que sigue a un grupo de amigas estudiantes y su conexión intencionada con el crimen que ha cometido el joven vecino de una de ellas, que asesina a su madre y, robándole el móvil y la bicicleta a una de las chicas, se da a la fuga. 

Por medio de una serie de llamadas telefónicas, este chico, al que todas llaman Worm debido a su aspecto y a lo raro que es, comienza a dialogar con cada una de ellas. 
A veces, las llamadas duran unos segundos. Otras veces, unas horas. 

Poco a poco, se va formando un lazo entre ellos. Algunas de las chicas, como la misteriosa y llena de secretos Kirarin, que no es para nada la inocente y adorable chica que muestra ser, se sienten atraídas hacia el crimen de Worm desde el minuto cero, y entrará en contacto con él, quedando incluso en persona para ver quién es este asesino de madres que tanto interés le suscita. Otras, como la inteligente y sensata Terauchi, no querrán tener nada que ver con ello, pero, irremediablemente, acabará enganchada a una historia donde, sin darse cuenta, todas son cómplices del crimen. 

Son cuatro amigas, en contacto con un asesino de su misma edad, el tiempo juega en su contra y desean ver de qué es Worm capaz, hasta qué punto llegará en su huida por hacer ver al resto que él es "diferente" a los demás... que él, desde que mató a su madre, pertenece a otro mundo. 


Revelar más de la historia sería ya decir demasiado, es una novela muy rápida de leer, muy breve, y con muchísima tensión, que además trabaja la burla, la humillación y el pensamiento crítico con cada uno de los personajes, y los hace muy reales, muy cercanos, y también muy peligrosos... 

“Fortunately for me, I ran across some girls I could get along with so I could enjoy high school life okay, but it must be awful for kids who don't get along with anybody. We're different from our parents, a completely different species from our teachers. And kids who are one grade apart you are in a different world altogether. In other words, we're basically surrounded by enemies and have to make it on our own.”


Cada uno de ellos desea salir del Mundo Real en el que están encadenados, cada cual tiene unas fragilidades tremendas pero también unos salvajes puntos fuertes, y harán lo que sea por sentir dominancia sobre los demás. 

En realidad, Real World es un juego de jerarquías, de batallas y de mucha guerra interna, donde los personajes tratan de superarse los unos a los otros, y tener el control de una situación que, en el fondo, los supera. 

De esta manera, se crea una historia llena de temblor e intriga, que se lleva por delante las cosas delicadas, y arrastra a un mundo de obsesiones, furia, y mucha rabia desatada. 



Una trama de idea fácil, pero con muchísimo juego en la psicología, de ritmo muy rápido y buenas dinámicas, ideal para estar enfrascado en la lectura día y noche

Es curioso cómo, una trama tan bruta, tan siniestra y truculenta, se puede hacer hasta agradable de leer. No he sentido parones en la historia, no he sentido momentos desconcertantes, ni ocasiones donde lo sangriento fuera exagerado. De hecho, yo diría que Real World es un thriller "blanco" en el sentido de que no hay casi sangre, no hay violencia muy gráfica, toda la tensión se lleva con el pensar, con la invisible amenaza que se deposita en todos los personajes, y también con que sabemos, sin asomo de duda, que esta historia no puede acabar nada bien. 


La idea de la trama es bastante fácil, bastante sencilla, como dije, es fácil de seguir la historia, porque no es retorcida, lo que advierte la sinopsis es con lo que nos encontramos en el libro, el ritmo de la historia es muy enganchante y muy veloz, y la acción llega en los momentos más adecuados, pero no colma la historia como otras. 

“I was frightened by the optimism of adults, their stupid trust in science to treat a troubled heart. Afraid of their obsession with believing they have to treat troubled kids. I just wanted them to leave me alone, so how come they didn't get it? But that's the way it always is.”


Real World es una novela rápida y ligera, pero no extremadamente frenética, por lo que se pueden hacer pausas y se puede respirar con facilidad. Todo esto es gracias a que la historia se centra especialmente en la parte más psicológica de los personajes, en sus pensamientos, en sus emociones y sus contrariedades, en el pasado con el que todos ellos cargan, y ese futuro al que aspiran que, de pronto parece demasiado lejano a ellos.


La trama es la que es: un grupo de cuatro amigas se pone en contacto con el vecino de una de ellas, el cual se acaba de dar a la fuga tras matar a su madre con un bate. 

Es una idea de locos, una idea que, aunque sencilla, en realidad trae consigo muchísimas preguntas, sobre todo, el ¿por qué lo han hecho? y el ¿qué pasará a continuación? 

Lo verdaderamente complejo de la historia es cómo la autora se las ha apañado para que, una trama que no da tantas vueltas, tenga un juego tan emocionante y peligroso con respecto a la psicología de los personajes, quiénes son y por qué son de esta manera, en qué está convirtiendo a los muchachos más jóvenes la sociedad actual de este nuevo siglo. 

“Bye-bye. I'm off on a journey to the real world. 'Cause within this meta-reality what's real is this - my death.”


Hay muy buenas escenas en el libro, momentos que ponen la carne de gallina, y yo diría que la historia es un no parar, no tanto por la acción sino por el estilo tan cuidado de lenguaje que emplea la escritora, un lenguaje brusco a veces, calamitoso en otras, pero que siempre lleva esa voz de la reflexión, de la sencillez y de la indagación en uno mismo. 

Personalmente, creo que no se puede pedir más, ya se ha visto cómo, incluso con ideas sencillas, que no tienen ninguna revelación grandísima en la historia, se puede crear una historia emocionante y muy adictiva, una historia como Real World.



Unos personajes combativos, enfadados, hartos y cansados, con mucha fuerza y capaces de asumir cualquier riesgo por conseguir pasar a este otro mundo ansiado

Real World tiene muchísimos temas que trata de manera perfecta y, además, bastante detallada, como lo es la relación con las figuras maternales y paternales que nos han criado, el rumbo que toma la sociedad de jóvenes del Japón de este siglo, el nivel tan estricto y angustioso que tienen de estudio los japoneses, las exigencias personales y las que el propio mundo deposita sobre nosotros, ese sentimiento de vacío, de que algo falta, en nuestra vida... 

...Y otros muchos temas, como las alianzas en base única del beneficio propio, el interés y el morbo que muchos tenemos hacia lo sangriento y misterioso, hasta qué punto las personas que cometen crímenes impensables siguen perteneciendo a este mundo, y qué se les pasa por la cabeza a los asesinos antes, mientras y después de que se lleven a su primera víctima al mundo de los muertos. 


Hay muchísimos temas interesantísimos en esta novela, y, además, están muy bien llevados. Por ejemplo, con lo último, nos damos cuenta de que Worm es un chico bastante normal, que tan solo quiere destacar en algún aspecto de su vida. Para excusar lo que ha hecho en un momento de máximo estrés, se inventa una historia tras otra sobre el destino que le tenía deparado el ser un asesino, temas militares, temas de obligación, o, simplemente, decir en llano que su madre le molestaba y ya está. 

En realidad, Worm muestra una furia tremenda hacia un mundo que no ha reparado en él... No deliberadamente, sino, simplemente, porque él es uno entre millones de personas en la Tierra, alguien sin nada de especial que, cansado de todo el control que tiene su madre sobre él, de todo lo atenta que está a cada paso que da, acaba cargándose a la persona que lo ha dado nacimiento, la persona con la que ha tenido, en toda su vida, el vínculo más cercano.

“Maybe what I want is to cut all ties with everybody. The thread or something that keeps me connected to the world, the worthless proof that I exist.”


Pero se trabajan otras muchas cosas en la historia. Por ejemplo, se habla de la pérdida de los seres queridos, de la culpa que se queda en los supervivientes cuando muere una persona muy amada, de la de dudas que deja la muerte, la de sentimiento de que nada puede ser reparado en algo como eso. 

Que hay cosas que no se olvidan, cosas que dejan cicatriz. 


Yuzan, por ejemplo, es la que más se para a pensar en la pérdida, en el dolor de haber dejado atrás, de manera definitiva, a su madre, y haberla tratado de malas maneras los momentos antes de su muerte. 


Y Terauchi, que es mucho más juiciosa y está harta de que la gente criminal se crea superior al resto, opina que eso "irreparable" de la existencia de cada uno no es tanto el asesinato como otros muchos temas, como amar a alguien de quien, en el fondo, ya no confías, querer sentir algo especial por la persona en la que has perdido toda la fe, porque te ha ocultado cosas, o porque te ha tratado haciéndote el vacío, es decir, todo esto trae sentimientos encontrados irreparables. 

“I'm this superphilosophical kind of person. Stuck in a prison of abstract ideas and overpowering emotions, I have this personality that makes it really hard to survive.”


Toshi, en ese aspecto, es mucho más sencilla, ella no ha sufrido grandes pérdidas, ni momentos horrorosos con sus padres, pero también en ella hay una extraña agresividad hacia el mundo, como si se esperara más de él, como si no estuviera para nada a gusto con lo que tiene, con lo que la ha tocado vivir. 
Creyendo que la aventura de ser cómplice de Worm es la salida, ella también se montará en un barco que quizá los esté llevando al fin del mundo. 

“This didn't make me sad exactly - it was more a feeling that my own world was too simple, too smooth, too boring and worthless. The most I could do was have another name, Ninna Hori.”


Y Kirarin, por otro lado, me ha parecido un poco más irritante, no ponía tanta cabeza a los actos, y me sorprendió que se considerara mejor que otras personas cuando ella, en el fondo, era bastante insignificante... como todos lo somos. 
Ella y Worm son los que mantienen las batallas más campales por ver quién tiene la dominancia sobre el otro, por ver quién lleva las riendas de la misión a la que van a enfrentarse. Su alianza es muy inestable, pero los dos se necesitan, y ha estado bien saber cómo esta idealización que Kirarin tenía de Worm se convierte en desilusión, y en desprecio.

“I don’t think I could blurt it out to Yuzan or Kirarin, though. They’d just say, “Hmm. You could be right,” their eyes dreamily looking around for a bit, but then, as soon as the subject changed, they’d forget all about it. They’d drop it so fast I’d be left there feeling stupid and embarrassed. I’d hate that, so that’s why I don’t bring it up with them. It’d be like a lighthouse, where the spotlight rotates and, for an instant, illuminates something. But once the light moves on, everything melts back into the dark.”


De hecho, no ha habido personaje que no fuera, de una manera u otra, ciertamente despreciable. Es aquí cuando señalizo que la escritora tiene una prosa burlona, una prosa muy crítica, porque despoja de dignidad a cada uno de sus personajes, hasta que deja a seres simplemente humanos, llenos de vulnerabilidades, llenos de rabia y dolor, que tratan de sentirse mejores que los demás con diferentes excusas, tan solo para no darse cuenta que son exactamente como el resto, tan insignificantes como cada uno de nosotros. 

Esta batalla de los personajes por hacerse oír, por despreciar lo que es distinto y opuesto a ellos, estaba muy bien conseguida, hay escenas muy directas en esto, como, por ejemplo, el forcejeo entre Kirarin y Worm en el hotel, y otras más indirectas, como las reflexiones condescendientes y algo egocéntricas que Terauichi tenía acerca de los demás jóvenes de su edad. 


En realidad, cada uno de los personajes tiene muchísimo juego, aunque, a mi parecer, hay algunos que son mucho más importantes, y estos son, para mí, Worm, Kirarin, y quizá Terauchi, sobre todo esta en la segunda mitad del libro. 
La que menos importancia tiene es Yuzan, pero también es la que menos intriga deja en la historia. 


De cualquier manera, la historia está contada desde la perspectiva de cada uno de ellos, y es muy absorbente, es alucinante lo detallada que es, la de hincapié que pone a las emociones y de dónde salen cada una de ellas. 

Cada uno de ellos se siente guiado, encaminado, engullido, hacia la brutalidad, hacia la muerte, hacia el fin de la vida, y cada uno de ellos reacciona de distinta manera en los momentos más angustiosos. 

Todos son cómplices de todos, y, poco a poco, su relación se va tornando mucho más oscura. 

“In reality of everyday occurrences I've had to submit to people in order not to lose them. It's less the submission that bothers me, I guess, than how it makes my life miserable. And what happens if I can't forgive myself for making that choice? And what if, in order to keep on living, I have to continue to accept myself? What am I supposed to do? Conclusion: It'd be best if I'm destroyed. The best thing is for me just to vanish.”


Realmente, he disfrutado mucho de la historia, es una lástima que acabara tan de sopetón, me hubiera gustado, incluso, que se alargara un poquito más, aunque así ha estado muy, muy bien. Lo vuelvo a decir, de verdad, me ha encantado.



Una prosa burlona y muy activa, enganchante y llena de tensión, que degrada, aplasta y somete, pero también pone una rigurosa atención en los sentimientos humanos de los personajes

Es el primer libro que me leo de Natsuo Kirino, pero no será el último. Desde luego, pienso volver a leer algo suyo, porque tiene una prosa tan enganchante, tan sublime y cruel, que a mí me ha tenido metida en la historia desde el mismísimo inicio, y eso es algo que a veces cuesta mucho.


La prosa es muy cuidada, Kirino sabe hacer que, cuanto menos palabras emplee, más emociones nos haga sentir, sabe esencializar, sabe ser breve, sabe no alargarse innecesariamente, y eso es algo digno de aplaudir. 


No hay dobles mensajes, no hay engaños, no hay escenas largas y tortuosas para que podamos entender qué es lo que nos dice; Natsuo Kirino va al grano, es sincera, y expone los pensamientos de los personajes de manera honesta y sin nada que ocultar, hace que haya intriga por saber más, y más, pero no resulta pesado o hiperbólico leer su historia, es más, Kirino la sitúa en el aquí y en el ahora, justo donde estamos, justo para nosotros, la trama es realista, y tanto lo es su prosa.

“If you say I hide things because I'm shy, that can't be right. I've finally realized it's for a different reason-- that I don't want to see the darkness that lies in my heart”


Hay muy buenas dinámicas en la historia, no solo entre los personajes, que también, sino que la dinámica más fundamental está en la que Kirino pone en la narración, en su prosa, en el "pacing" de la trama. 

El ritmo es ligerillo, se sigue sin siquiera parpadear, no hay frases engorrosas o formas de hablar que nos hagan tener que releer de nuevo el párrafo. 

Todo lo contrario, el lenguaje es muy fácil, muy adictivo, la idea que tiene Kirino es que se lea en un abrir y cerrar de ojos, y ¡lo consigue!

“If the old man looked at straight lines to keep his act together, I was going to stare at curved lines and go down in flames.”


Pero además, Kirino no se anda con superficialidades. Pese a que el libro tiene poco más de doscientas páginas, algo que está por debajo de la media, Kirino nos sumerge en una historia psicológica y llena de tensión donde los pensamientos y sentimientos de los personajes quedan muy explorados, acabamos sabiendo quiénes son al dedillo. 

Una sola frase de Kirino expresa muchísimo más que párrafos y párrafos de otros escritores, y algo que me ha gustado de su escritura es que sabe cuándo hacer que los personajes se rebajen al nivel de miserables, de decir, que pone cierta humillación en ellos, opera a veces con un tono burlón, siniestro, dispuesto a revelar las partes más vulnerables de los personajes con una gran crueldad, y la precisión de un cirujano. 


Es decir, los personajes de Kirino, en esta novela, no dudaban en tratar de demostrar ser mejores que el resto, trataban de aplastar a los demás, de tratar con un tono superior a los otros, hacer ver que ellos son superiores. 

“I realized that the last thing I wanted to do was go home. A weird feeling—like on the one hand I wanted to go back to that other world, but at the same time didn’t care if my connections to it were cut forever. It wasn’t a feeling of being free or anything. I just didn’t want to go back. I wanted to float somewhere in between.”


En ese sentido, es un poco degradante para ellos, pero también se deja espacio para ver por qué los personajes son así, por qué tratan de tratar con desfachatez a los otros, por qué les cuesta tanto, en el fondo, aceptarse a sí mismos... por qué se comparan tanto, dicho de otra manera. 

Y, así, pese a que la prosa a veces sea muy dura con los personajes, también recalca mucho cómo se sienten, pone mucho énfasis en las emociones, detalla cada momento y da un significado especial a las situaciones más interesantes de la obra, las cuales no son pocas. 

“Kids lose their trust in the parents they love, but still accept them, so they end up not trusting themselves anymore.”


En resumidas cuentas, me ha parecido que Natsuo Kirino era una experta al hacer ver cómo se sentían los protagonistas, y, aunque su prosa es muy sencilla y práctica, hay muchísimo trabajo puesto en ella, y vaya si no se nota.



Conclusión

En conclusión, Real World me ha parecido una novela muy rápida y fácil de leer, hecha para todos los públicos, aunque con una carga muy significativa en el terreno de la psicología de los personajes. 


En Real World, no importa tanto que la trama sea intensa y retorcida o que el misterio esté lleno de revelaciones, es más, estas dos cosas son bastante fáciles en la novela, pero lo que sí que importa son los personajes, la atención que se pone en ellos, lo grandísimamente bien trabajados que están. 
Cada cual es diferente, cada cuál tiene algo que contar, y el verdadero misterio no está en lo convencional de quién es el asesino (que, como ya se ve, se sabe desde el inicio), sino en por qué cada uno de los personajes se siente atraído hacia el proceso autodestructivo de los demás. 


Con una prosa infalible, práctica y muy llevadera, con un ritmo rápido, dinámico y ligero, y con unos personajes insuperables, Real World es una muy buena manera de internarse en el aspecto más íntimo de los personajes, y conocer de distinta manera cómo es la humanidad, cómo es lo que nos hace ser lo que somos... y hasta qué punto, cada uno de nosotros, somos capaces de llegar por obtener la paz interna que todos deseamos alcanzar.



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 4.5/5
♫ Acción: 3.75/5
♫ Trama: 3.75/5
♫ Originalidad: 3.75/5
♫ Tensión: 4/5
♫ Desenlace: 3.75/5
♫ Prosa: 4/5


VALORACIÓN PERSONAL 9.25/10



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