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viernes, 24 de septiembre de 2021

Reseña: Piercing

 



RESEÑA:
PIERCING



Título:  Piercing
Autor:  Ryū Murakami
Editorial:  Bloomsbury
Canción Identificada:  Icebreaker (Skinny Puppy)



Sinopsis:

A pulsating psycho-thriller from Ryu Murakami, author of In the Miso Soup

A renaissance man for the postmodern age, Ryu Murakami—a musician, filmmaker (Tokyo Decadence), TV personality, and award-winning author—has gained a cult following in the West. His first novel, Almost Transparent Blue, won Japan’s most coveted literary prize and sold over a million copies, and his most recent psychosexual thriller, In the Miso Soup, gave readers a further taste of his incredibly agile imagination. In Piercing, Murakami, in his own unique style, explores themes of child abuse and what happens to the voiceless among us, weaving a disturbing, spare tale of two people who find each other and then are forced into hurting each other deeply because of the haunting specter of their own abuse as children.



Opinión:

Había oído hablar antes de la curiosa relación entre el suicida y el asesino... (Y sí, sé que no es plato de buen gusto empezar así la reseña, pero, dada la circunstancia, que es que estamos tratando un libro de Ryū Murakami, creo que esto solo es un caldeamiento de lo que nos encontraremos en su novela).

En cualquier caso, a lo que voy: había leído libros donde los autores se planteaban: ¿qué ocurre si un asesino se encuentra con que su nueva víctima es alguien que, en realidad, quiere morir? 


No sabría ponerme en su lugar, ni por el uno ni por el otro, pero, ¡cielos!, puedo ver claramente, no es muy difícil hacerlo, que la cosa puede salir tremendamente mal. 

Punto número uno, porque el asesino se encuentra con que todo pierde su gracia de manera rápida y horrorosa: ¿qué sentido tiene matar y hacer daño si esa persona no lo trata de evitar, si no reacciona de la manera esperada? 

Y punto número dos, está el caso del suicida: ¿de qué manera puedes ver el bien y el mal si, al encontrarte frente a un homicida, piensas que en cierto sentido, resulta un alivio que acabe contigo? 

Al final, se convierte en una peligrosa relación de toxicidad: uno, porque no sabe cuidarse, y el otro, porque no sabe cuidar. Vamos, uno, porque sueña con acabar una vida, y el otro, porque está harto de vivir la suya. 


Pero puede que haya aún más conexión entre estos dos sujetos... si nos ponemos a ver no tanto el cómo o el qué sino el por qué y el quién, veremos que cada cual tiene su propia historia que contar... Una historia de abusos, en la mayoría de los casos, que lleva a dos personas que han pasado por cosas similares a reaccionar de manera diferente ante ese mismo estímulo. Se llaman diferencias sociales, y es lo que hace que una víctima se convierta, o bien en sucesivas nuevas víctimas de diferentes casos, o el propio agresor que decide hacer pagar al mundo o, al menos, hacerse oír mediante los gritos de los demás.

“Who knew there were still people like that in this world, though? Everybody wants to talk about themselves, and everybody wants to hear everybody else's story, so we take turns playing reporter and celebrity. 'It must have made you very sad when your own father raped you - can you describe some of your feelings at the time? Yes, I wept and wept, wonder why something like this had to happen to me'. It's like that. Everyone's running around comparing wounds, like bodybuilders showing off their muscles. And what's really unbelievable is that they really believe they can heal the wounds like that, just by putting them on display.”



Estoy metida en la criminalidad debido a la literatura, y puedo ver que, en algunos libros, hay grandes dosis de ficción en todo esto: a veces hay florituras, enganches, joyas y adornos para explicar cómo piensa un asesino, pero, dentro de todo lo que he leído, creo que la mente de este presunto agresor de la novela que aquí reseño está trabajada al dedillo... 

¿Y por qué? Porque pone pensamiento a sus acciones, pero, al final, resulta que todo gira en círculos, no es capaz de salir de la idea ya formada de que, para sobrevivir, para conseguir ser libre, tiene que hacer daño a alguien. 

Es decir, piensa y razona, pero no sale de ese círculo de peligro que siempre lo invade. 
Y luego, nos encontramos con que, también, tiene muchas dudas al respecto. Es usual en un asesino, al menos uno serial, disfrutar tanto o más de las planificaciones de los asesinatos que en sí de realizar los mismos. Les gusta fantasear sobre el momento en el que se cobrarán una nueva víctima. 

Kawashima, el protagonista de esta novela, en ese sentido es igual, aunque él también tiene miedo, también llega a varias crisis donde duda de que sea buena idea, de que pueda salir bien todo de esa decisión que ha tomado y que parece que ya no hay vuelta atrás. 

“The instant you put something like that into words, it was gone. Words and combinations of words - the more you relied on them, the less power you actually had.”


Pero esto es adelantarme a los hechos, o, al menos, a mi propia voz. El resultado de todo este razonamiento viene a decir que, una vez más, he disfrutado muchísimo de una novela de Ryū Murakami, de cabo a rabo y de pies a cabeza, es agresiva, sí, y es violenta, y es desapetecible e incluso algo truculenta, pero para quien le guste lo sórdido y lo necesariamente detallista con el dolor o la muerte, creo que esta es una gran oportunidad de conocer qué pasa por la cultura japonesa, que en el fondo no es tan tan diferente a la nuestra, como para que algunos autores se interesen por el mundo más sucio, menos explorado, de la ciudad más importante de su país... En este caso, Tokio, distrito de luces, tiendas, y, por supuesto, también mucha prostitución... 

Pero vayamos con la reseña, ¿os parece? Puede resultar claro quién es la víctima y quién el agresor en la sinopsis, pero todo se difumina, así que, ¡a por ello!



¿De qué trata?

He empezado la casa por el tejado, en términos de la reseña. He dicho que va sobre un asesino y una víctima, pero eso sería, en realidad, la consecuencia de algo mucho más anterior. Lo cierto es que Murakami se esfuerza, y consigue, que veamos el contexto de los dos personajes centrales: qué los hace ser lo que son. 


No es uno mejor que el otro, no es uno más amable que el otro, en realidad, son dos humanos fracturados que ni siquiera saben encontrarse a sí mismos. Lo importante del relato es saber qué pasó, mucho, mucho antes, como para que cada cual acabe de maneras tan duras y sufridas en la vida. Y hablamos de una historia de abuso, por lo que, para los que sean sensibles, no es buena idea coger este libro. El abuso se detalla, se verbaliza, incluso se ponen en la cabeza del lector imágenes muy, muy explícitas, sensaciones y hasta momentos detallados de autolesiones. No es plato de buen gusto, tan solo podrán leer esto las personas que, o bien sientan que estos temas nunca han conseguido revolverlas mucho, o las que ya tengan por superado la mención de estos dolores. 

“In heated rooms, he often felt the outlines of his body, the border between him and the external world, grow disturbingly fuzzy.”


Ya aviso de que es una lectura compleja, una lectura que a veces sienta mal (que es la idea que tiene al escribirse, además), trata de violentarse contra el lector, de alejarle de la obra, de desafiarlo: "vamos, atrévete, atrévete a seguir leyendo, ¿quieres ver lo que es el mal? Aquí no encontrarás nada más que sufrimiento". 
Pero como Murakami también sabe que esto puede agotar, se las apaña para incluso incorporar el humor más negro posible. Vamos, no hay nada más que mirar a los personajes: un padre primerizo que se va a un hotel porque decide que ha llegado al hora de matar a una prostituta; y una prostituta que no cesa de tener relaciones sexuales tan solo para probarse a sí misma que ha superado algo que, en el fondo, aún no ha dejado atrás. 

Solo existen dos personajes en esta obra: Kawashima, y Chiaki. Pese a que al principio quedan claros sus roles, pronto se verá que no siempre las apariencias muestran cómo es la gente, Chiaki es desdeñosa y tiene cierto deseo de dominar, o al menos poseer, el amor de los hombres; y Kawashima, que al inicio parece perfectamente capaz, se encuentra en varias escenas completamente paliducho y queriendo morirse al recordar su sufrido pasado que no deja de atormentarlo.


Pero vayamos al grano, que siempre es mejor lo concreto: Piercing es una novela muy ligera, que apenas si llega a las 185 páginas, que se lee de una tirada y, además, engancha muchísimo. 
Pensé que la historia sería más "móvil", en el sentido de que en ella se incorporaran varias subtramas, pero lo mejor de todo es que solo hay una trama que importa, y todas las escenas que tiene, toda la acción que lleva, las maldades, los ingenios, y las pérdidas de cabeza, giran en torno a finalizar una pesadilla que comienza desde la primera página y no abandona hasta la ultimísima palabra. 

El rompecabezas, el problema central, es uno único en el que Murakami enfatiza toda la rabia de los personajes, y esto ayuda a que comprendamos que no hacen falta tramas complejísimas, es suficiente con situar a dos "unlikable characters", los dos no en sus mejores facultades ni en sus mejores momentos, dentro de una historia de asesinato, y ver cómo acaban.

Casi toda la trama sucede en una noche. Anterior a esta, nos encontramos con Kawashima, un padre primerizo de una dulce niña de cuatro meses que, cada noche desde hace diez días, se levanta de la cama, un tanto sudoroso, y se queda observando a la pequeña. Sus manos están a ambos lados de su cuerpo, en tensión, y una de ellas sujeta un afilado picahielo con el que no deja de pensar que acabará por clavárselo en el vientre a la pequeña. 
Como trata de probarse a sí mismo que eso no es verdad, que eso jamás sucederá, todos los días se pone el reto justo en frente. Y cada día se da más cuenta de que alguna vez acabará por matar a su niña. 

“Every time he studied this instrument, with its slender, gleaming steel rod that tapered down to such needle-like sharpness, he wondered why it was necessary to have things like this in the world. If it were truly only for chopping ice, you'd think a completely different design might do. The people who produce and sell things like this don't understand, he thought. They don't realize that some of us break out in a cold sweat at just a glimpse of that shiny, pointed tip.”


Evidentemente, como no desea esto, llega a una conclusión que, para él en su momento de estrés, le parece completamente lógica: el deseo y el impulso de matar a la niña se irán si, con ese mismo instrumento, mata a alguien y sacia su necesidad de hacer daño. 
Tras establecer varias pautas y fantasear sobre ello, decide marcharse a un hotel en la ciudad, con la excusa de necesitar un tiempo de descanso, para contratar a una prostituta y matarla con el picahielo. Tras varios momentos de planificación, donde todo está bajo su control, pide que suba a su cuarto del hotel la víctima ideal... Para encontrarse con que esta joven mujer, Chiaki, no es alguien demasiado estable... Ella tiene antecedentes de conductas e ideaciones autolíticas, es impredecible, está muy, muy cabreada con el mundo, y complicará mucho más el asesinato que Kawashima deseaba efectuar de manera rápida y diestra...



Una trama rápida, complicada, y especialmente agresiva, salvarse parece un mito y efectuar el asesinato es el propósito

En el fondo, toda historia tiene una dinámica parecida, que es que el protagonista central, usualmente el héroe, tiene un objetivo al que tratará de llegar superando obstáculos y encontrando el mejor camino para lograr su propósito. 
Surgen problemas, conflictos, que se lo harán pasar muy mal, pero todo lector desea que finalmente consiga lo que se propone. 

Pero en esta historia, el objetivo es el de matar a una chica inocente, una chica que, además, lo está pasando muy mal en la vida y necesita ayuda, y da la cosa de que, en cierto sentido, el lector se encuentra animando silenciosamente a Kawashima de que efectúe el asesinato, de que, finalmente, consiga lo que le dará una paz interior. 
Pese a que se cuenta desde las perspectivas de tanto el futuro asesino como de la futura víctima, yo me encontraba deseando que acabara esa pesadilla, ese cuento de dolor en el que los dos estaban metidos, ya fuera con la muerte de uno o con la del otro. Sabía que no iba a acabar bien.


El motivo de la historia es este: matar con un picahielo; y el conflicto central de la historia, el obstáculo, es este otro: la víctima está dando muchos problemas. 

Ahora se entiende mejor dónde planta Murakami el humor negro, ¿verdad? El lector anima a que siga la historia, porque tiene interés, pero entonces, indirectamente, está animando a que el asesino acabe con la víctima. Yo estaba deseando ver correr la sangre, y, por eso, las escenas del final, aunque no exactamente como esperaba, me parecieron simplemente magnas. 


La trama es muy, muy veloz, comienza con al ideación de asesinato y acaba de una manera bombástica, frenética, y muy desmoralizadora, incluso, si me lo permitís, diré que el final de la obra es tronchante, muy divertido, muy duro e incluso, para algunos, un poco de "sinsentido". No revelo nada, pero el final me ha parecido sencillamente buenísimo, no es el que me esperaba PARA NADA, y las reacciones finales, la última palabra, la sensación que deja de que no existe salida, de que no hay final a la tortura, pero que se puede encontrar un consenso con la vida, me parecieron alucinantes.


Como comento, el argumento no es muy complejo, pero coge muchísima fuerza, y con una narrativa que se centra en una única noche, y, en realidad, en lugares muy cerrados y con poca movilidad, donde apenas hay entrada y salida de otros personajes en las escenas, permite que haya más juego con los dos protagonistas, que se vean más partes de ellos, que sean lo único que importa, lo único que genera tanto la solución al problema como las complicaciones que éste tiene. 
Todo está dentro de ellos, son el arreglo y el peligro, y por eso he disfrutado tanto viendo su relación, su estilo de vivir la vida (no demasiado sano en ambos casos, debo decir), y cómo acababan manteniendo unas conversaciones que, cuando las malinterpretaban, llevaban a muchos más contratiempos

“He’s got five rings in his ear, eighteen gauge to ten gauge, but when I told him to get one in his nipple to match mine, and to get a Sailor Moon tattoo - because I like Sailor Moon? - or if not that, a skull, he stopped calling me.”


El problema central de la historia yo creo que se basa en la incomunicación, en que, si fueran más honestos, o lograran comprender mejor al otro, los personajes habrían acabado mucho mejor que como acaban, y la historia habría terminado antes, aunque, claro está, habría perdido con ello toda su "gracia"


Chiaki se hace una idea equivocada de quién es Kawashima, y éste, por su parte, no solo elige tremendamente mal a su víctima, sino que además tampoco la entiende, la juzga mal, y eso acaba llevando a que no sepa cómo controlarla o cómo controlarse a sí mismo ante ella. 
Era divertido, pero también angustioso, ver cómo una única palabra de asentimiento de uno podía hacer que el otro la interpretara de manera errónea, y que reaccionara de manera, por tanto, también errónea.


Me ha gustado mucho que el argumento se basara en un único problema, en una única incógnita, que era: ¿logrará Kawashima matar a Chiaki? 

Mediante el tiempo pasaba, y el problema central se hacía más y más grande, me surgieron nuevas dudas, y el análisis de la mente fracturada, enferma y llena de tormento de los personajes me permitió ver hasta qué punto el ser humano llega en el que prácticamente deja de ser él mismo y se convierte simplemente en la consecuencia, en la continuación, de los actos de maldad de otro individuo. 

¿Hasta qué punto lo que somos, o lo que seremos, viene determinado por el factor del trauma o del miedo?



El puñetazo de Ryū Murakami, los personajes perturbados, y la complicidad y el enfrentamiento entre ellos

He leído en un blog que leer las novelas de Murakami es "encajar un puñetazo en el estómago". No falta razón, en absoluto. Créete todo lo preparado que quieras estar, todo lo fuerte que te parezca que eres, que a veces se hace inaguantable soportar las novelas de Murakami en términos de lo oscuras que se vuelven, y, también, lo burlescas que a veces son sobre cosas que la sociedad nos ha dicho que "no se puede bromear sobre ellas". 


Ryū Murakami es muy atrevido, muy rebelde, sus personajes no son bebotes a los que mece y cuida y da amor, son personas humanas que se encuentran en el mundo adulto, en el mundo de los McDonald's y los prostíbulos, el capitalismo y los homicidios por mero desquicio.... Un mundo en el que da igual si naces especial o si naces bendecido, al final, todos caen en la misma trampa, que es creer que pueden vivir bien en un lugar que tan solo ofrece bofetadas

¿Estoy siendo negativa? Estoy siendo práctica, en términos de leer esta novela. Uno no tiene que esperarse que Chiaki, por ser una joven con tendencias suicidas, encontrará un final feliz y podrá tener un tratamiento justo que la haga mejorar anímicamente... y tampoco deberá la gente esperarse que el malo de la película, Kawashima, vaya a la cárcel y descubra que sus actos eran malos y ahora quiera cambiar... Quizá pase esto pero con tintes oscuros, o quizá pase algo completamente diferente, pero, en cualquier caso, lo que impera en todo esto es una maldad que está tan normalizada, un dolor que está tan sesgado, que al final parece que toda la novela trata de decirte que, en cierto sentido, los malos ya han ganado, mucho antes de que empieces a leerla, porque son malos que no se disfrazan de personas, sino que están desde que nacemos, o desde que aprendemos a hablar, desde que nos enseñan que la sociedad es de una forma y nos instruyen para que nosotros seamos de otra. 
Para los antropólogos o sociólogos, esto tiene un claro nombre: la Sociedad, la pasada, presente y futura, la que rige y demanda, la que alimenta y da hambre, la que exige un comportamiento pero a veces te fuerza a tener otro diferente. La causa, por así decirlo, de un mal palpable. 

“Children would struggle desperately to feel love for their parents. Rather than hate a parent, in fact, they'd choose to hate themselves. Love and violence became so intertwined for them that when they grew up and got into relationships, only hysteria could set their hearts at ease.”


Pero a mí no me gusta hablar en estos términos, porque resulta ambiguo. Decir Sociedad es como decir Tumulto o decir Naturaleza Biológica. Te quedas en lo malo que es esto y no piensas en hasta qué punto afecta, o hasta qué punto tan solo es un elemento que nos facilita no pensar en que somos los dueños de nuestros propios actos.
¿Qué peso tienen estas cosas en nosotros? ¿Hasta qué punto este término poco esclarecido, Sociedad, determina lo que somos? ¿Cuánto nos excusamos al día por ella?

Aquí es donde Ryū Murakami encaja su primer puñetazo, y su mensaje parece querer decirnos: Sí, Sociedad Mala, todos lo sabemos, pero no basta que decir que eso hace al Humano Malo, hay que ir más allá, ver Por qué, ver de Quién hablamos, y el Límite que tiene cada persona en la historia de la humanidad. Cada persona opera según un rango, tienen límites que no deben ser superados. Cuando se da "de sí" a alguien, deja de ser quien siempre ha sido, y pasa a ser un instinto básico, un cúmulo de miedo, como una enorme masa grasienta de terrores que no tiene ya forma humana. 


Ryū Murakami es extravagante, sí, en términos de que disfruta, se ve que disfruta, poniendo a los personajes en la peor de las situaciones, en la sátira más dolorosa y el engaño más taimado. 
La sangre es un complemento, la causa de que se vierta es en lo que pone atención. 


Los pasados de Kawashima y Chiaki, no tan diferentes, están muy bien trazados y perfilados, se entiende hasta qué punto los han acabado por dominar, el miedo que tienen de vivir una vida a expensas de quienes les hicieron daño... 

La temática de Piercing es oscura, decadente, siniestra y, en cierto sentido, tan humana que hace hincapié en los momentos y los lugares más complejos de nuestro mundo, aquellos que son nuestra fabricación y nuestro fracaso, los Frankenstein estructurales del miedo que nacen del interés morboso hacia lo peligroso y lo truculento. El descenso a la locura parece inevitable, la paternidad no siempre trae mensajes de amor y ternura, el asesinato es viable y el remordimiento en algunos aspectos no es el salvador que parece, sino el torturador que te maltrata día tras día, tanto a buenos como a malos, estará ahí para hacer sufrir.



El instrumento de asesinato con el que Kawashima se obsesiona, el picahielo, el punzón, tiene un significado, no está por estar, parte de algo de su pasado, y la mala relación madre-hijo que tuvo lo hace tener ahora una peor aún padre-hija. Todo empieza con al indecisión, con el "qué pasaría si...", y poco a poco nos vamos dando cuenta de que, cuanto más a solas y con miedos se encuentra Kawashima, más surrealista es esta historia, desde su autodeterminación en la sección de la tienda de pañales para bebés hasta la interpretación equivocada que toma en el taxi con Chiaki en cuanto qué sabe ella de él. 

Kawashima puede parecer que vive integrado en algo, pero, en realidad, está él contra el mundo, incluso su esposa le parece ajena cuando piensa en hacer daño al bebé de ambos, cuando siente que lo único que podrá frenarlo de una vez por todas es dirigir esos impulsos asesinos hacia otra persona, específicamente una mujer que le recuerde a la madre que abusó de él. 

Hay intercalaciones en forma de flashbacks al pasado de estos dos personajes, y el estilo de la prosa es muy agresivo y muy catastrofista, un tanto taimado, pero siempre con el esbozo de una sonrisa sardónica en los labios curvos de la novela. 

“She stepped towards the door beneath the sign, then stopped and looked back at him. ‘You’ll be right here, right?’
‘I promise.’
‘And you’ll stay with me tonight, won’t you?’
‘Of course. I won’t leave you.’
I’ve got to snuff her as soon as possible and get this over with, Kawashima thought as he watched her enter the building.”



Cuando Kawashima descubre que no se trata de evitar el asesinato sino de redirigirlo, descubre que siente cierta satisfacción al planificar esas cosas, que es lo que siempre ha deseado hacer, lo que finalmente tiene vía libre para hacer, pero si he catalogado este libro como "sin salida" es precisamente porque incluso para un psicópata tan destrozado como lo es Kawashima la muerte no es del todo la válvula de escape ni la solución, y el tormento sigue, aunque no lo crea, escondido y acechando.


La relación de los dos personajes centrales, que son los únicos importantes en la historia, se basa en pocas palabras, y en muchísimas malinterpretaciones. 

Lo que más abunda entre los escasos diálogos son los monólogos interiores, los pensamientos tan agobiantes, tan ansiosos, que la narrativa, de manera rápida pero muy eficaz, pasa de estar contada en tercera persona a decirse en la primera del presente, de manera que nos metemos aún más en la mente y la tortura psicológica de los protagonistas, en sus ideas, en sus tendencias peligrosas, en sus conductas de riesgo, en lo mucho que desean hacer daño, a toda costa, cada cual con sus propios métodos. 

No es para estómagos blandos, no es para mentes sensibles, ni para gente a la que le gusten las historias felices. Pero nos da a muchos una idea bastante buena de cómo funciona a veces este mundo tras los ejecutivos y los chavales bien vestidos, un mundo en el que tras un pantalón se ocultan cicatrices, o tras unas gafas de erudito se ocultan unos ojos que tan solo quieren ver el mundo arder. Por poner ejemplos del libro, sobre todo. 


Entramos directamente en una psique compleja, no solo de asesinos y desquiciados mentales, sino de algo mucho más complejo, pues también tienen partes humanas, costumbres normalizadas, hábitos, tendencias y comportamientos que explican quiénes son. Los dos protagonistas no son simples locos, igual que la prosa no es una simple forma de agredir y dañar, hay mucho más, están los claroscuros dentro esas tonalidades de negros y carmesíes.


Se podría decir, pues, que Ryū Murakami explora, ahonda y pone mucho pensamiento a los temas más tabúes dentro de nuestra sociedad, desde el asesinato, la prostitución, el estancamiento de la sociedad, la cultura y sus malinterpretaciones, el maltrato y el abuso hasta la parte más sádica de nosotros, pero, en todos estos casos, Murakami no propone soluciones, sino que tan solo representa la realidad tal cual es, nos instala en ella, y es directo con su contundente mensaje de falta de protección. 

“That's when he hit her, when he saw how scared she was. He couldn't bear it that she was frightened and asking for help. Asking for help is wrong. Because there isn't any such thing as help in this world.”


La labor de este escritor, por tanto, es la de ser lo más exacto posible a la hora de mostrar el mal de la sociedad, y deja que seamos nosotros los que juzguemos. 

Con él, no hay críticas, ni pensamientos positivos, ni ánimos de hacer del mundo un lugar mejor, pero sí que están instalados en todas sus obras esos momentos, pequeños pero presentes, donde, en la mayor crisis posible de los personajes, existe una evolución, un desarrollo, y hasta una frustración de vivir como viven. Existe el combate, existe la lucha, existe el odio y también el deseo. 


En este libro concretamente, la sexualidad está muy, muy a flor de piel, desde escenas de masturbación hasta memorias de Chiaki de lo que le pasó con el abuso de su padre con todo el detalle, palabra por palabra, gesto por gesto. 

Hay algún lenguaje malsonante, hay algún improperio, hay, sobre todo, mucha dureza y muy poco filtro a la hora de hablar de temas complejos, precisamente porque no hay tabúes, la realidad es como es y en ella hay distintas perspectivas; Murakami, fiel a su prosa segura y directa, no tarda en demostrarnos que esto no es un libro de ética o lección de moral, sino todo lo contrario, habla cómo, cosas tan básicas como la convivencia, se pueden hacer insoportables si durante toda tu vida no has tenido los recursos para manejarlo... 

Una grandísima obra, desde luego, que saca lo peor de la sociedad, pero expone, con ingenio, que no solo somos lo que el mundo ha hecho de nosotros, no solo somos según nuestro entorno, sino que existe una batalla que debemos lidiar con nosotros mismos, la cual es fundamental.



Conclusión

En conclusión, Piercing es una novela chocante, imponente, abrasiva con su lenguaje, es fuerte y muy desgarradora, tiene altas dosis de tormento y tortura psicológica, pero también deja espacio, aunque, a mi parecer, no tanto como en In the Miso Soup o, sobre todo, en Azul casi transparente, para la burla, el humor, la diversión y el ingenio con respecto a la prosa. 


En concreto, Piercing es un poco más "caótica" que las otras tres novelas que me he leído del escritor, al mismo tiempo que tiene un argumento más sencillo pero que se va volviendo complicado conforme pasa el tiempo. El misterio es escaso pero suficiente, y lo que más mueve la obra es la cantidad de tensión que tiene, el estrés y el agobio que genera en el lector, lo mal que uno lo pasa, pero cómo, al mismo tiempo, no podemos dejar de leer sobre lo que sabemos que ningún otro recurso nos informará, que es la parte más sucia y turbulenta de las calles de la gran ciudad de Tokio...


Piercing es una bofetada en toda la cara, sí, pero para hacernos espabilar, para dar a conocer los puntos intermedios que pasan desapercibidos entre el bien y el mal, y para demostrar, con rotundas palabras y una agresividad salida de la rabia de los dos protagonistas, que la vida sigue, pero, entre tanto, existe un sufrimiento que todos, muchas veces, no queremos ver... pero que, cuando sale a la luz, deseamos que vuelva a quedar enterrado...


Enganchante, adictiva, oscura y siniestra, una novela de Ryū Murakami en su esplendor, que valoro muchísimo y me ha parecido magnífica.



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 4.75/5
♫ Trama: 4.75/5
♫ Originalidad: 4.75/5
♫ Tensión: 5/5
♫ Desenlace: 5/5
♫ Prosa: 4.75/5


VALORACIÓN PERSONAL 9.75/10



Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/




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