Título: Los renglones torcidos de Dios
Autor: Torcuato Luca de Tena
Editorial: Planeta
Canción Identificada: This Beat Will Kill Us All (Skold)
Sinopsis:
Alice Gould es ingresada en un sanatorio mental. En su delirio, cree ser una investigadora privada a cargo de un equipo de detectives dedicados a esclarecer complicados casos. Según una carta de su médico particular, la realidad es otra: su paranoica obsesión es atentar contra la vida de su marido. La extrema inteligencia de esta mujer y su actitud aparentemente normal confundirán a los médicos hasta el punto de no saber a ciencia cierta si Alice ha sido ingresada injustamente o en realidad padece un grave y peligroso trastorno psicológico.
Opinión:
“Quizá la verdadera locura no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”
El magnífico libro que me ha introducido en un mundo de engaños, de pasiones, de demencias y de liberaciones, y el que sujeto ahora en mis manos y releo distraídamente, parece haber desaparecido de las mareas infinitas de la web... Lo que es un alivio.
Y es que la portada es horrible. El libro, en todo su esplendor, queda reducido a una desconcertante portada de Planeta que muestra una especie de flotador de piscina de color naranja (de ahí a la dinámica de su mismo color en la reseña) con gotitas de agua salpicándolo. Y esto es bastante representativo en la obra, no digo yo que no, pero creo que se podría haber sacado más partido a la idea de este interesante flotador mojado si se le hubiese enfocado un pelín menos. La razón de ello es que, todo aquél que vea la portada en mi poder, puede confundirse con que se trata de un gran y extraño tomate.
Pero dejándonos de fanfarronadas, puede que esa portada específica no sea especialmente maravillosa, pero lo cierto es que su contenido, te deslumbra de principio a fin con cada palabra, más si cabe al contrastar con una opinión en desventaja del libro al ver ese "tomate mojado".
Así que, resumido, en unas pocas palabras sueltas:
Manipulación. Desconfianza. Confusión. Psicoanálisis. Filosofía. Inteligencia. Poder. Enfermedad. Manicomio. ¿Veracidad? ¿Justicia? Esperanza.
*risa maníaca*
¿En qué consiste, con un poco más de claridad, Los renglones torcidos de Dios?
El libro absorbe desde el punto de vista de Alice Gould, una detective que se interna en un hospital psiquiátrico en busca de pistas que le conduzcan a la solución del homicidio que está estudiando.
Con esto, Alice insiste en que no está enferma, y afirma que su encierro es parte de un elaborado plan ideado por ella para meter entre rejas al asesino que se halla entre los pacientes.
A tiempo que Alice se familiariza con los enfermos y con los doctores y enfermeros, nosotros también lo hacemos con ella, y comenzamos a dudar, junto con los médicos del centro, de que haya sido encerrada con razón.
Con la ingeniosa habilidad de Alice de dominar hasta a los más reticentes veteranos del lugar, la mujer recién internada comienza a poner inicio a una guerra entre los propios expertos del centro, y la misma batalla de opiniones opuestas se libra en la cabeza del lector: ¿es, o no es una mujer paranoica que ha intentado envenenar a su marido? ¿Es culpable o víctima? ¿Sana o enferma?
Y luego, como si ésta no fuera carga suficiente para marearnos durante toda la historia, el autor nos da unas palmaditas en la espalda y nos planta otras tantas dudas existenciales: ¿qué es, y qué conlleva, tener una enfermedad mental? ¿Se puede salir de la distorsión de la realidad que, inconscientemente, hace tu mente? ¿Qué impulsa a que ciertas personas desarrollen las enfermedades de la mente que pueden estar en nuestros genes? ¿Qué tratamientos, y qué cuidados, hay en un centro sanitario de este estilo? ¿Qué reacción tiene el mundo ante los trastornos mentales? ¿Cómo se puede luchar contra tu propia mente? ¿Cómo se puede creer lo que ves, lo que oyes, lo que tocas, lo que sientes, cuando todos dicen que ésto es una ficción de tu cabeza? ¿A quién creer, a quién confiar, a quién escuchar, y contra qué combatir?
Véase que, por supuesto, las cosas hay cambiado a mejor con el paso de los años en lo que incumbe a la pregunta de los centros sanitarios, sobre todo en los de salud mental.
Pese a que ciertos comportamientos de los médicos eran impecables, y ciertos tratamientos intachablemente lógicos y éticos, había otras cosas que resultaban muy extrañas, comportamientos que mostraban que realmente las cosas no eran como lo son ahora, que había menos entendimiento... Las enfermedades mentales tardaron en ser aceptadas, y algunas de ellas son tan complejas que pueden volver locos hasta a los profesionales más experimentados de ahora. Por eso, que el escritor trate con eso requiere que tenga una gran audacia en este terreno, y el tema lo trata bien, de eso no hay duda, pero queda claro cuándo da pasos atrás en los momentos del libro que no sabe cómo manejar sin el apoyo de años de carrera del tema.
“La fobia es un pretexto que se ha inventado el organismo para ocultar un terror verdadero, justificado, pero que la mente se empeña en ignorar.”
Aun así, aun habiendo hecho a unos personajes en los que apenas se profundiza, las acciones de estos clarificaban la descripción que se daba de ellos, y estaban muy bien llevadas acabo.
Rómulo ha sido un personaje muy bueno en esto, y también la niña oscilante, y tantos otros que, como ya mencionaré, daban a la novela un toque ampliamente colorido sin estar sobrecargado.
Así, la lectura es amena, llevadera, y se centra más en el dilema de la cordura/locura de Alice que en detallar y retratar las enfermedades mentales que se exponen con precisión.
Torcuato Luca de Tena tampoco entra en exceso en la mente de Alice Gould, ya sea o bien porque no lo creía necesario o porque no sabía cómo tratar con ello desde una perspectiva aún más cercana a ello. Además, eso de alejarnos un poco de ella nos permite que tengamos más dudas de quien es y de su pasado, porque no podemos estar tanto en su piel como pudiéramos.
Y eso está bien, porque el burbujeo de curiosidad se intensifica como un cráter a punto de estallar página tras página.
Las ansias de conocer son insoportables, pero no me ha pasado como en otros libros de misterio donde mi mente estaba sobre todo enfocada en el misterio. Como guía, Torcuato Luca de Tena me ha hecho transitar por otros terrenos del pensamiento más sugestivos, en especial de eso que tanto me encanta a mí: los engaños de la mente frente a la realidad.
¿Cuál es la verdad y cómo llegar a ella?
Y aunque anteriormente haya dicho que en cuanto a los personajes internados en el psiquiátrico éstos no tienen una enfermedad con bases sólidas, o no se cuenta mucho de su pasado, sí digo que en lo que respecta a Alice Gould ha sido como navegar en un océano de líquido oro.
"-El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta con comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden su necesidad (...). Pues bien: todo eso que está inútilmente "añadido a la pura necesidad"... ¡ya es arte!"
Y es verdad que puede resultar un poco insufrible ver a todos halagar y venerar la "perfección" de Alice, pero lo cierto es que, excluyendo estos factores externos muy irritables, el personaje en sí mismo es radiante.
“Alice Gould consideró que ella era una mujer lógica para razonar mas no para sentir, y que las leyes que rigen las emociones nada tienen que ver con la sutileza de las ideas, el orden del pensamiento o el buen juicio.”
No puedo decir que le haya cogido especial cariño, porque había ciertas cosas de ella que me hacían rechinar los dientes: sus constantes intentos de atraer la atención, su orgullo, sus mohínes, sus quejas, su prepotencia.
Y esto iba añadido a que contiene nociones del mundo y de ciertas personas ahora completamente falsas hacen que el libro envejezca de una forma poco atractiva.
La narrativa está bien: no es deslumbrante, ni destacable, pero tampoco es mala; y el contenido también es el adecuado en algunas enfermedades, pero el sistema de psiquiátricos ha cambiado, por fortuna la visión y opinión de la realidad y de sus habitantes ha sido transformada, las cosas mejoran y estos métodos, concepciones y saberes quedan anticuados... Aunque me ha dado una interesante visión de cómo funcionaban estos hospitales apenas unas décadas antes.
Pero NO ES EXCUSA, porque el libro fue publicado en 1979, y tratar un libro en este tiempo con comentarios homófobos, racistas y machistas entre otros también hirientes a ciertas partes de la sociedad, espanta un poquillo.
Pero Alice también es un personaje con una cara oculta, lo que la hace ser de cuerpo entero humana y, subordinado a este ser, defectuosa... Pero pese a sus aires de grandeza se esconde un corazón que se ablanda con los ingresados en el sanatorio, y que evoluciona de los episodios (intensos y tranquilamente reflexivos) que vive en él.
Además, sus relaciones con los enfermos son maravillosas, se ve su lado más solidario, más empático, más humano, más tierno, y todas estas relaciones me han parecido preciosas.
"-¡No intentes buscar lógica, Alicia, donde no la hay! Mi fobia no razona. No es razonable, Y no está razonada."
Puede darse de prepotente, y tiene razones de serlo con esa cabecita suya tan milagrosa, pero luego cuando se la ve interactuar con los allí ingresados (por ejemplo, su relación con Ignacio es de las mejores cosas que ha hecho la novela) se ve un lado suyo que creía que no iba a conocer.
"-¡Yo daría mi salud por olvidar algo muy concreto!
-¡La salud pertenece al presente! ¡Y los recuerdos, al pasado! ¿Cómo sacrificar el "hoy", ¡que es aún remediable!, a un tiempo ido, que es irremediable ya? ¡No pienses ese disparate!"
Alice es un personaje tan complejo que la verdad es que no sé globalmente qué opinar de ella: puede llamar la atención, ser quisquillosa, ser egoísta y ser vanidosa, pero también tiene una inteligencia que planea derrocar todo un sistema jerárquico de un hospital (consiguiéndolo) y un corazón que es capaz de compartir con amabilidad y cariño grandes vivencias con otros enfermos.
La sonrisa acude a mi rostro cuando recuerdo el desenlace... si bien predecible (al menos en mi caso), creo que la respuesta de los médicos fue muy buena, no me la esperaba, y además el trasfondo que tenía la historia y su nudo era el adecuado... Y escalofriantemente detallista.
El pasado de Alice es redondo en cuanto a que está completo de coherencia y explica muy bien todo el presente en el que el enredo tiene el lugar, pero también es afilado como agujas en su superficie esférica en lo referente al dolor, la crueldad y la injusticia vivida.
No puedo decir más; el pasado de Alice, las razones del internado, el proceso de vacilación y el resultado final son escenas en cadena que desconocemos y que poco a poco van siendo intercaladas en el relato y se va conociendo más acerca de este personaje que, si bien un tanto odioso al inicio, acaba siendo tierno, complicado y admirable.
“Pronto dio con una clave que distinguía a todos los inquilinos de "la Jaula" con los del resto del manicomio. Los que andaban libres por el parque, los que convivían en el edificio central, tenían comunicación entre sí. Sabían como se movían, hablaban y se comportaban "los otros". Y esa era la gran diferencia. Para los habitantes de "la Jaula", "los otros" no existían. La gran mayoría de los dementes no eran capaces de estar atentos a nada, pero los que sí podían fijar en algo en sus pensamientos, los dirigían hacia entelequias ancladas en su pasado o en sus alucinaciones engañosas. Y así, la mujer insufrible plantada ante Alicia acusándola (...) no hablaba en realidad con ella, sino con sus fantasmas, con sus espectros, con sus duendes. En la "Sala de los Desamparados", los locos padecían sus males "en compañía". Aquí, todos estaban solos con sus quimeras.”
Sabemos muy bien que se usa con mucha frecuencia (y me incluyo en el montón) lo del término de "grises" para referirse, claro está, a que no hay blancos y negros. Pero es que a este blanco sucio, o a este negro descolorido, se le unen una serie de circunstancias personales y que no son iguales para cada persona que otorgan a cada uno de los personajes un color nuevo, diferente, y, en este libro, muy resplandeciente.
En efecto, no hay buenos y malos, no hay justicia o injusticia, no hay dureza y tampoco suavidad en el relato. Pero NO ES UN RELATO DE GRISES.
Digamos que para un libro hay dos extremos: el denominado "blanco" y el llamado opuesto "negro". Y entre ellos clasificamos a los libros: "malo muy malo", "bueno muy bueno", "templadamente entretenido", y demás adjetivos que tienen tantas variaciones en el camino al contrario que es imposible nombrar cada uno de ellos.
Pero en este libro, que se aleja de la realidad y trata de una fantasía estudiada durante todas sus páginas, el escritor se despide de esa línea entre el blanco y el negro y crea una propia, de colores nunca vistos.
Los personajes son grandiosos porque no hay uno igual, y eso queda claro no sólo en la opinión y en la visión de Alice, sino en si forma de hablar, de pensar, de interaccionar.
Por supuesto, de tanto brillo uno se pregunta qué es lo que hace que los personajes sean como son, quiénes son sus familiares, cuál es su pasado, y cuál es, en mayor detalle, su paranoia o su razón de ingreso en lo que en esa época era toscamente llamado "manicomio".
No obstante, estas dudas que hacían que bebiese el libro a tragos ansiosos no fueron resueltas, y creo con seguridad que el autor de la obra podría haber tirado un poco más del hilo y explicarnos aquellas que ha creado o que ha presenciado.
Porque, como bien sabemos, Torcuato Luca de Tena ingresó él mismo en un psiquiátrico para ver cómo era por dentro, y así sustentar su novela con una experiencia personal. Un método que sinceramente tengo que estudiar más a fondo cómo lo hizo, porque la verdad es que me llama mucho la atención.
Y es que, si las razones de su pequeño encierro en el centro sanitario eran honestamente justificadas, Torcuato podría haber reflexionado en el libro un pelín más en lo que respecta a lo que es una enfermedad mental, y qué repercusiones tiene en nuestra vida (ciertas cosas me han dejado satisfecha, como en todos los casos en el libro en los que se da la espalda a los enfermos mentales, como si su opinión hubiera quedado anulada de razón y de juicio).
Mas puede darse el caso de que, en esa época en la que estos centros aún estaban en remodelaciones constantes y no había mucho control, Torcuato se metiese sin padecer él ninguna enfermedad (como he dicho, he de instruirme un poco más en su historia), además de que estuvo tan sólo dieciocho días en el hospital, y entonces no es tan fácil, aunque lo veas en directo, tratar con una enfermedad mental.
Y a lo mejor por eso la exploración de éstas se queda en la superficie.
“No te preocupes por ellos -le decía a Dios- por... por... porque... todos son equi... equi... ¡eso es!... equivocaciones tuyas. Son los ren... renglones torci... torcidos, de cuando apren... apren... ¡eso es!... aprendiste a escribir. ¡Los pobres locos son tus fal.. faltas de orto... ortografía!”
Aun con esto, también puede ser que Torcuato decidiese no meterse en los terrenos de la mente sino más en el de la manipulación y en el de la reacción de respuesta de la sociedad ante estos trastornos psicológicos.
Y esto está muy bien, además que está instruido, porque sabe perfectamente hablar con lenguaje médico y explicar principios, factores y desarrollos completamente de la medicina en lo que respecta a la salud de la mente.
“¡Ah! Qué terrible es el sino de los pobres locos, esos ‘renglones torcidos', esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador, como los llamaba ‘el Autor de la Teoría de los Nueve Mundos', ignorante de que él era uno de los más torcidos de todos los renglones de la caligrafía divina!”
Podría describirse, pues, como una posible censura de la razón, en una batalla entre la cordura y la demencia más engañosa, entre las fuerzas de autoridad y el intelecto de una puede que injustamente internada, comienza a manejar los hilos de su situación y muestra su soberanía frente a quienes la retienen.
Es un libro interesante, retorcido, complicado e inspirador. Los renglones torcidos de Dios es, sin lugar a dudas, un libro que hay que leer, que hay que disfrutar, que hay que comentar, y con el que debe haber confianza suficiente con él (que los personajes, así como la suavidad de la pluma, harán que pongamos todo nuestro ser en el libro) para poder viajar a las aguas más profundas de la mente.
Indispensable.
Autor: Torcuato Luca de Tena
Editorial: Planeta
Canción Identificada: This Beat Will Kill Us All (Skold)
Sinopsis:
Alice Gould es ingresada en un sanatorio mental. En su delirio, cree ser una investigadora privada a cargo de un equipo de detectives dedicados a esclarecer complicados casos. Según una carta de su médico particular, la realidad es otra: su paranoica obsesión es atentar contra la vida de su marido. La extrema inteligencia de esta mujer y su actitud aparentemente normal confundirán a los médicos hasta el punto de no saber a ciencia cierta si Alice ha sido ingresada injustamente o en realidad padece un grave y peligroso trastorno psicológico.
Opinión:
“Quizá la verdadera locura no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”
El magnífico libro que me ha introducido en un mundo de engaños, de pasiones, de demencias y de liberaciones, y el que sujeto ahora en mis manos y releo distraídamente, parece haber desaparecido de las mareas infinitas de la web... Lo que es un alivio.
Y es que la portada es horrible. El libro, en todo su esplendor, queda reducido a una desconcertante portada de Planeta que muestra una especie de flotador de piscina de color naranja (de ahí a la dinámica de su mismo color en la reseña) con gotitas de agua salpicándolo. Y esto es bastante representativo en la obra, no digo yo que no, pero creo que se podría haber sacado más partido a la idea de este interesante flotador mojado si se le hubiese enfocado un pelín menos. La razón de ello es que, todo aquél que vea la portada en mi poder, puede confundirse con que se trata de un gran y extraño tomate.
Pero dejándonos de fanfarronadas, puede que esa portada específica no sea especialmente maravillosa, pero lo cierto es que su contenido, te deslumbra de principio a fin con cada palabra, más si cabe al contrastar con una opinión en desventaja del libro al ver ese "tomate mojado".
Así que, resumido, en unas pocas palabras sueltas:
Manipulación. Desconfianza. Confusión. Psicoanálisis. Filosofía. Inteligencia. Poder. Enfermedad. Manicomio. ¿Veracidad? ¿Justicia? Esperanza.
*risa maníaca*
¿En qué consiste, con un poco más de claridad, Los renglones torcidos de Dios?
El libro absorbe desde el punto de vista de Alice Gould, una detective que se interna en un hospital psiquiátrico en busca de pistas que le conduzcan a la solución del homicidio que está estudiando.
Con esto, Alice insiste en que no está enferma, y afirma que su encierro es parte de un elaborado plan ideado por ella para meter entre rejas al asesino que se halla entre los pacientes.
A tiempo que Alice se familiariza con los enfermos y con los doctores y enfermeros, nosotros también lo hacemos con ella, y comenzamos a dudar, junto con los médicos del centro, de que haya sido encerrada con razón.
Con la ingeniosa habilidad de Alice de dominar hasta a los más reticentes veteranos del lugar, la mujer recién internada comienza a poner inicio a una guerra entre los propios expertos del centro, y la misma batalla de opiniones opuestas se libra en la cabeza del lector: ¿es, o no es una mujer paranoica que ha intentado envenenar a su marido? ¿Es culpable o víctima? ¿Sana o enferma?
Y luego, como si ésta no fuera carga suficiente para marearnos durante toda la historia, el autor nos da unas palmaditas en la espalda y nos planta otras tantas dudas existenciales: ¿qué es, y qué conlleva, tener una enfermedad mental? ¿Se puede salir de la distorsión de la realidad que, inconscientemente, hace tu mente? ¿Qué impulsa a que ciertas personas desarrollen las enfermedades de la mente que pueden estar en nuestros genes? ¿Qué tratamientos, y qué cuidados, hay en un centro sanitario de este estilo? ¿Qué reacción tiene el mundo ante los trastornos mentales? ¿Cómo se puede luchar contra tu propia mente? ¿Cómo se puede creer lo que ves, lo que oyes, lo que tocas, lo que sientes, cuando todos dicen que ésto es una ficción de tu cabeza? ¿A quién creer, a quién confiar, a quién escuchar, y contra qué combatir?
Véase que, por supuesto, las cosas hay cambiado a mejor con el paso de los años en lo que incumbe a la pregunta de los centros sanitarios, sobre todo en los de salud mental.
Pese a que ciertos comportamientos de los médicos eran impecables, y ciertos tratamientos intachablemente lógicos y éticos, había otras cosas que resultaban muy extrañas, comportamientos que mostraban que realmente las cosas no eran como lo son ahora, que había menos entendimiento... Las enfermedades mentales tardaron en ser aceptadas, y algunas de ellas son tan complejas que pueden volver locos hasta a los profesionales más experimentados de ahora. Por eso, que el escritor trate con eso requiere que tenga una gran audacia en este terreno, y el tema lo trata bien, de eso no hay duda, pero queda claro cuándo da pasos atrás en los momentos del libro que no sabe cómo manejar sin el apoyo de años de carrera del tema.
“La fobia es un pretexto que se ha inventado el organismo para ocultar un terror verdadero, justificado, pero que la mente se empeña en ignorar.”
Aun así, aun habiendo hecho a unos personajes en los que apenas se profundiza, las acciones de estos clarificaban la descripción que se daba de ellos, y estaban muy bien llevadas acabo.
Rómulo ha sido un personaje muy bueno en esto, y también la niña oscilante, y tantos otros que, como ya mencionaré, daban a la novela un toque ampliamente colorido sin estar sobrecargado.
Así, la lectura es amena, llevadera, y se centra más en el dilema de la cordura/locura de Alice que en detallar y retratar las enfermedades mentales que se exponen con precisión.
Torcuato Luca de Tena tampoco entra en exceso en la mente de Alice Gould, ya sea o bien porque no lo creía necesario o porque no sabía cómo tratar con ello desde una perspectiva aún más cercana a ello. Además, eso de alejarnos un poco de ella nos permite que tengamos más dudas de quien es y de su pasado, porque no podemos estar tanto en su piel como pudiéramos.
Y eso está bien, porque el burbujeo de curiosidad se intensifica como un cráter a punto de estallar página tras página.
Las ansias de conocer son insoportables, pero no me ha pasado como en otros libros de misterio donde mi mente estaba sobre todo enfocada en el misterio. Como guía, Torcuato Luca de Tena me ha hecho transitar por otros terrenos del pensamiento más sugestivos, en especial de eso que tanto me encanta a mí: los engaños de la mente frente a la realidad.
¿Cuál es la verdad y cómo llegar a ella?
Y aunque anteriormente haya dicho que en cuanto a los personajes internados en el psiquiátrico éstos no tienen una enfermedad con bases sólidas, o no se cuenta mucho de su pasado, sí digo que en lo que respecta a Alice Gould ha sido como navegar en un océano de líquido oro.
"-El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta con comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden su necesidad (...). Pues bien: todo eso que está inútilmente "añadido a la pura necesidad"... ¡ya es arte!"
Y es verdad que puede resultar un poco insufrible ver a todos halagar y venerar la "perfección" de Alice, pero lo cierto es que, excluyendo estos factores externos muy irritables, el personaje en sí mismo es radiante.
“Alice Gould consideró que ella era una mujer lógica para razonar mas no para sentir, y que las leyes que rigen las emociones nada tienen que ver con la sutileza de las ideas, el orden del pensamiento o el buen juicio.”
No puedo decir que le haya cogido especial cariño, porque había ciertas cosas de ella que me hacían rechinar los dientes: sus constantes intentos de atraer la atención, su orgullo, sus mohínes, sus quejas, su prepotencia.
Y esto iba añadido a que contiene nociones del mundo y de ciertas personas ahora completamente falsas hacen que el libro envejezca de una forma poco atractiva.
La narrativa está bien: no es deslumbrante, ni destacable, pero tampoco es mala; y el contenido también es el adecuado en algunas enfermedades, pero el sistema de psiquiátricos ha cambiado, por fortuna la visión y opinión de la realidad y de sus habitantes ha sido transformada, las cosas mejoran y estos métodos, concepciones y saberes quedan anticuados... Aunque me ha dado una interesante visión de cómo funcionaban estos hospitales apenas unas décadas antes.
Pero NO ES EXCUSA, porque el libro fue publicado en 1979, y tratar un libro en este tiempo con comentarios homófobos, racistas y machistas entre otros también hirientes a ciertas partes de la sociedad, espanta un poquillo.
Pero Alice también es un personaje con una cara oculta, lo que la hace ser de cuerpo entero humana y, subordinado a este ser, defectuosa... Pero pese a sus aires de grandeza se esconde un corazón que se ablanda con los ingresados en el sanatorio, y que evoluciona de los episodios (intensos y tranquilamente reflexivos) que vive en él.
Además, sus relaciones con los enfermos son maravillosas, se ve su lado más solidario, más empático, más humano, más tierno, y todas estas relaciones me han parecido preciosas.
"-¡No intentes buscar lógica, Alicia, donde no la hay! Mi fobia no razona. No es razonable, Y no está razonada."
Puede darse de prepotente, y tiene razones de serlo con esa cabecita suya tan milagrosa, pero luego cuando se la ve interactuar con los allí ingresados (por ejemplo, su relación con Ignacio es de las mejores cosas que ha hecho la novela) se ve un lado suyo que creía que no iba a conocer.
"-¡Yo daría mi salud por olvidar algo muy concreto!
-¡La salud pertenece al presente! ¡Y los recuerdos, al pasado! ¿Cómo sacrificar el "hoy", ¡que es aún remediable!, a un tiempo ido, que es irremediable ya? ¡No pienses ese disparate!"
Alice es un personaje tan complejo que la verdad es que no sé globalmente qué opinar de ella: puede llamar la atención, ser quisquillosa, ser egoísta y ser vanidosa, pero también tiene una inteligencia que planea derrocar todo un sistema jerárquico de un hospital (consiguiéndolo) y un corazón que es capaz de compartir con amabilidad y cariño grandes vivencias con otros enfermos.
La sonrisa acude a mi rostro cuando recuerdo el desenlace... si bien predecible (al menos en mi caso), creo que la respuesta de los médicos fue muy buena, no me la esperaba, y además el trasfondo que tenía la historia y su nudo era el adecuado... Y escalofriantemente detallista.
El pasado de Alice es redondo en cuanto a que está completo de coherencia y explica muy bien todo el presente en el que el enredo tiene el lugar, pero también es afilado como agujas en su superficie esférica en lo referente al dolor, la crueldad y la injusticia vivida.
No puedo decir más; el pasado de Alice, las razones del internado, el proceso de vacilación y el resultado final son escenas en cadena que desconocemos y que poco a poco van siendo intercaladas en el relato y se va conociendo más acerca de este personaje que, si bien un tanto odioso al inicio, acaba siendo tierno, complicado y admirable.
“Pronto dio con una clave que distinguía a todos los inquilinos de "la Jaula" con los del resto del manicomio. Los que andaban libres por el parque, los que convivían en el edificio central, tenían comunicación entre sí. Sabían como se movían, hablaban y se comportaban "los otros". Y esa era la gran diferencia. Para los habitantes de "la Jaula", "los otros" no existían. La gran mayoría de los dementes no eran capaces de estar atentos a nada, pero los que sí podían fijar en algo en sus pensamientos, los dirigían hacia entelequias ancladas en su pasado o en sus alucinaciones engañosas. Y así, la mujer insufrible plantada ante Alicia acusándola (...) no hablaba en realidad con ella, sino con sus fantasmas, con sus espectros, con sus duendes. En la "Sala de los Desamparados", los locos padecían sus males "en compañía". Aquí, todos estaban solos con sus quimeras.”
Sabemos muy bien que se usa con mucha frecuencia (y me incluyo en el montón) lo del término de "grises" para referirse, claro está, a que no hay blancos y negros. Pero es que a este blanco sucio, o a este negro descolorido, se le unen una serie de circunstancias personales y que no son iguales para cada persona que otorgan a cada uno de los personajes un color nuevo, diferente, y, en este libro, muy resplandeciente.
En efecto, no hay buenos y malos, no hay justicia o injusticia, no hay dureza y tampoco suavidad en el relato. Pero NO ES UN RELATO DE GRISES.
Digamos que para un libro hay dos extremos: el denominado "blanco" y el llamado opuesto "negro". Y entre ellos clasificamos a los libros: "malo muy malo", "bueno muy bueno", "templadamente entretenido", y demás adjetivos que tienen tantas variaciones en el camino al contrario que es imposible nombrar cada uno de ellos.
Pero en este libro, que se aleja de la realidad y trata de una fantasía estudiada durante todas sus páginas, el escritor se despide de esa línea entre el blanco y el negro y crea una propia, de colores nunca vistos.
Los personajes son grandiosos porque no hay uno igual, y eso queda claro no sólo en la opinión y en la visión de Alice, sino en si forma de hablar, de pensar, de interaccionar.
Por supuesto, de tanto brillo uno se pregunta qué es lo que hace que los personajes sean como son, quiénes son sus familiares, cuál es su pasado, y cuál es, en mayor detalle, su paranoia o su razón de ingreso en lo que en esa época era toscamente llamado "manicomio".
No obstante, estas dudas que hacían que bebiese el libro a tragos ansiosos no fueron resueltas, y creo con seguridad que el autor de la obra podría haber tirado un poco más del hilo y explicarnos aquellas que ha creado o que ha presenciado.
Porque, como bien sabemos, Torcuato Luca de Tena ingresó él mismo en un psiquiátrico para ver cómo era por dentro, y así sustentar su novela con una experiencia personal. Un método que sinceramente tengo que estudiar más a fondo cómo lo hizo, porque la verdad es que me llama mucho la atención.
Y es que, si las razones de su pequeño encierro en el centro sanitario eran honestamente justificadas, Torcuato podría haber reflexionado en el libro un pelín más en lo que respecta a lo que es una enfermedad mental, y qué repercusiones tiene en nuestra vida (ciertas cosas me han dejado satisfecha, como en todos los casos en el libro en los que se da la espalda a los enfermos mentales, como si su opinión hubiera quedado anulada de razón y de juicio).
Mas puede darse el caso de que, en esa época en la que estos centros aún estaban en remodelaciones constantes y no había mucho control, Torcuato se metiese sin padecer él ninguna enfermedad (como he dicho, he de instruirme un poco más en su historia), además de que estuvo tan sólo dieciocho días en el hospital, y entonces no es tan fácil, aunque lo veas en directo, tratar con una enfermedad mental.
Y a lo mejor por eso la exploración de éstas se queda en la superficie.
“No te preocupes por ellos -le decía a Dios- por... por... porque... todos son equi... equi... ¡eso es!... equivocaciones tuyas. Son los ren... renglones torci... torcidos, de cuando apren... apren... ¡eso es!... aprendiste a escribir. ¡Los pobres locos son tus fal.. faltas de orto... ortografía!”
Aun con esto, también puede ser que Torcuato decidiese no meterse en los terrenos de la mente sino más en el de la manipulación y en el de la reacción de respuesta de la sociedad ante estos trastornos psicológicos.
Y esto está muy bien, además que está instruido, porque sabe perfectamente hablar con lenguaje médico y explicar principios, factores y desarrollos completamente de la medicina en lo que respecta a la salud de la mente.
“¡Ah! Qué terrible es el sino de los pobres locos, esos ‘renglones torcidos', esos yerros, esas faltas de ortografía del Creador, como los llamaba ‘el Autor de la Teoría de los Nueve Mundos', ignorante de que él era uno de los más torcidos de todos los renglones de la caligrafía divina!”
Podría describirse, pues, como una posible censura de la razón, en una batalla entre la cordura y la demencia más engañosa, entre las fuerzas de autoridad y el intelecto de una puede que injustamente internada, comienza a manejar los hilos de su situación y muestra su soberanía frente a quienes la retienen.
Es un libro interesante, retorcido, complicado e inspirador. Los renglones torcidos de Dios es, sin lugar a dudas, un libro que hay que leer, que hay que disfrutar, que hay que comentar, y con el que debe haber confianza suficiente con él (que los personajes, así como la suavidad de la pluma, harán que pongamos todo nuestro ser en el libro) para poder viajar a las aguas más profundas de la mente.
Indispensable.
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 3/5
♫ Trama: 3.5/5
♫ Originalidad: 3.75/5
♫ Desenlace: 4/5
♫ Pluma: 5/5
VALORACIÓN PERSONAL: 9.25/10
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