Título: Memorias de una Geisha
Autor: Arthur Golden
Editorial: Suma de Letras
Canción Identificada: Body Memory (Björk)
Sinopsis:
Poco antes de su muerte, Sayuri, una anciana japonesa afincada en Nueva York, cuenta la historia de su vida a un joven amigo americano. El poder de seducción de la voz narrativa de esta geisha legendaria transporta al lector a un Japón de entreguerras, lleno todavía de ecos feudales, y a una de las tradiciones japonesas que más curiosidad inspiran en el mundo occidental: la de la geisha, una peculiar práctica cultural a la que están ligadas artes tales como la seducción, la danza, la pintura o la clásica ceremonia del té.
Memorias de una Geisha ha batido récords de permanencia en las listas de superventas de todo el mundo y ha conquistado a lectores en veintiséis idiomas.
Opinión:
¿Qué es de un escenario sin los actores? ¿Qué es de un juego de engaños, elegancia y finura sin las geishas?
Las creencias, las tradiciones, la cultura, la religión, la sociedad... todo entra dentro del conjunto de un acuerdo social que pone sus delimitaciones. Una historia pierde mucha esencia sin su marco narrativo. Y el escenario no es nada sin unos personajes brillantes, sagaces y dignos de su entorno.
La cuestión que a muchos nos toca plantearnos es hasta qué punto vamos determinados por el conjunto de normas sociales, conductas humanas y hechos que se ven en el día a día. La normalización del entorno genera un aire de seguridad, de identificación, de familiaridad. Lo que aquí se cuenta como usual, en la otra punta del mundo puede verse como un acto absolutamente estrafalario.
Y así, lo que en el Japón convaleciente de un periodo próximo a la Segunda Guerra Mundial se veía como una tradición común y familiar, para mí ha sido una oportunidad de entender una diferente cultura, en un diferente periodo, y desde un punto de vista interno.
...Es decir, la oportunidad de sentirme atraída, interesada y, es más, fascinada por una historia cautivadora, evocativa y sensacionalmente bien escrita.
Por ello, hoy traigo una lectura diferente a las que suelo reseñar, una lectura que de alguna manera traspasa el umbral tan férreo que tenía en mi cabeza sobre lo que consiste un libro de ficción... una lectura que plantea una nueva manera de contar las cosas...
Memorias de una Geisha es, al completo, un libro excelente en su escritura, con una completa planificación previa, una estructura bien formada, un ritmo coherente y unos personajes muy bien definidos. Todo eso, poniendo como estrella central la magnífica prosa del escritor, innovadora y experimental, propone toda una revolución en la literatura.
"Tenía la cara llena de arrugas, y en cada arruga había escondido una preocupación y otra, de modo que había dejado de ser su cara y más bien parecía un árbol con nidos de pájaros en todas las ramas".
Con todo, y con la honestidad con la que siempre trato de mostrar mi opinión, Memorias de una Geisha se me hizo también un libro algo denso, debido a estar escrito como biografía ficticia más que como novela ajustada a lo que más comúnmente se conoce.
La prosa es excelente, mas algo lenta, algo pesada, y en un punto de la novela me encontré valorando a la misma más por su contenido informativo y por su estilo de escritura que en sí mismo por la trama y su ritmo argumentativo.
Sin ser esto malo, sin ser esto bueno, nada más que una observación que acabé por dar forma, comienzo así a reseñar con mayor detalle el libro Memorias de una Geisha...
Memorias de una Geisha es, como indicado previamente, un libro de esencia biográfica. El propio inicio de la lectura consiste en las palabras del encargado de transcribir la historia de la protagonista central, Sayuri, mostrando su visión y aportando ciertos detalles de su vida que, a ser justos, me serían completamente indiferentes... de no ser por lo preciosamente bien contados que estaban.
Se me oirá varias, muchas veces en esta reseña comentar el ingenio de la prosa del escritor: sus juegos de palabras, sus extrañas metáforas, sus comparaciones curiosas y su lirismo evocativo.
Es, de hecho, este don con la escritura lo que facilita de manera tan eficaz que el lector entre de inmediato en la historia.
Por mi parte, no podía sino sentir una creciente necesidad de leer más de los susurros de frases del narrador, más de los lugares tan fantasiosos de la historia, más de las presentaciones de los diversos personajes que la formaban.
"Al igual que las algas están, naturalmente, empapadas y se vuelven quebradizas al secarse, mi madre estaba perdiendo más y más de su esencia".
Dicho y hecho que, en cuestión de varios días, me vi sumergida en un relato de complejidad tradicional, del arte de la actuación y de los diestros juegos de la seducción oriental. Así fui introducida a una Japón diferente a la conocida, donde sus artes eran otras y sus costumbres diferían en cierto aspecto a las actuales. Una Japón entre guerras, plagada de incertidumbre, de tensión social, de políticas intricadas y del miedo a no saber qué podía desencadenarse en cualquier momento...
Pese a esta agitación interna, la Japón de la novela, muy bien documentada en como era en la época, sigue adelante con sus numerosos rasgos de cultura, y la historia gira en torno al arte de las geishas, unas mujeres entrenadas usualmente desde muy niñas que dominaban la práctica de la seducción, la danza, la pintura, la música, la interpretación, la clásica ceremonia del té... Su fin era el de entretener, e incluso enamorar, al público varón de la época, mediante comportamientos estrictamente regulados y una exigencia hacia el perfeccionismo extremo.
...Como breve paréntesis, me gustaría resaltar que esta autoexigencia tan marcada de esa época aún deja sus claras estrías en la sociedad japonesa de hoy en día, la perfección inalcanzable y la falsa idea de excelencia situándose como padecimientos en numerosas personas. Es más, no resultará difícil de creer que esta orientación hacia el perfeccionismo se ha extendido a otras partes del mundo...
Sin salirnos mucho del tema, en este mundo de seducción, artes escénicas y dominios de numerosas áreas de la cultura se ve también introducida la voz que cuenta la historia, Sayuri, una anciana en sus últimos años de vida que sitúa al lector, por medio de sus memorias, en la vida de aquél entonces...
"Cuanto más la miraba, más fuerte era la impresión de que era como un árbol que ha empezado a perder las hojas".
Sayuri creció con el nombre de Chiyo, en un modesto pueblo de pescadores donde los olores de sus tierras componían su día a día. Chiyo se crió con su familia, saliendo adelante como podían al pie de un acantilado, hasta el día en el que la madre de Chiyo contrae una grave enfermedad, y, debido a la edad de su padre, está tan solo en las manos de Chiyo y su hermana Satsu sacar adelante a su familia.
Tras un tiempo trabajando para lograr la subsistencia de su familia, Chiyo conoce en el pueblo al señor Tanaka, hombre que se interesa en ella y en su hermana... Y el padre de Chiyo, a la desesperada, se ve en necesidad de vender a sus dos hijas a manos de un negocio de rigidez y de elegancia: el arte de las geishas, para el cual serán entregadas, en Gion, con el objetivo de ser maestras en el campo de la seducción.
Lejos de su hogar, Chiyo emprende su carrera como geisha en una Okiya (albergue que da alojamiento a una geisha), en Gion, donde se manejará en el aprendizaje hasta que consiga ganar el suficiente dinero como para independizarse por completo... Más implacable que su propia sensación de soledad será el hecho de que día tras día Chiyo tendrá que estar bajo las órdenes de tres mujeres rigurosas e inclementes: Mamita, la Tía y Abuela, entrenadas en el mismo negocio, y decididas a hacer de la vida de Chiyo algo insoportable.
Pese a sus sucesivos intentos de escapar, Chiyo acabará aprendiendo a las malas que la única manera de salir del encierro en el que se encuentra es, ni más ni menos, que obligándose a sí misma a entrenar como una geisha... en sus rituales, en sus normativas, en sus artes, y en sus, por supuesto, severas prohibiciones...
La trama de la novela es una misma en todo momento: seguir con detalle el transcurso de la vida de Chiyo, desde su despreocupada infancia en un humilde y sencillo pueblo hasta su transformación en Sayuri, una mujer de apariencia perfecta que domina cada arte conocida para la seducción.
Los pasajes que van movilizando la obra giran indiscutiblemente en torno a la protagonista, no hay subtramas y eso facilitó que me sintiera por completo metida en la piel de su personaje.
"Le aterraba más el fuego que a un vaso de cerveza un hombre sediento".
El argumento es sencillo, todo lo sencillo que puede hacerse seguir la dura vida de una aprendiz de geisha, no tiene objetivos más que el de contar una vida: desde los inicios de su entrenamiento hasta sus palabras finales, pasando por numerosos momentos que tensión (como por ejemplo cuando Sayuri tiene que seducir a un importante médico y, para ello, ella y su nueva "familia" toman unas medidas severas para conseguirlo; o cuando Sayuri se encuentra en la sala de los espejos a solas con el barón, quien la desea con intensidad) y otros cuantos donde la escena se relaja y conseguimos poder disfrutar de las grandes elucubraciones de su protagonista...
En la mayor de los casos, pese a que la historia cuenta con suficientes momentos para dejarte la espalda en total tensión, me he encontrado que la prosa es muy detallada, muy descriptiva, y eso puede impedir que haya un avance en la historia fácil de seguir y ligero.
Enlazando así el tema con la prosa, el estilo de escritura de Arthur Golden es muy preciso, podría decirse que "expansivo". La historia podría haberse resumido en muchas menos páginas, pero entonces toda la magia del relato se habría perdido por completo.
De hecho, el hechizo de Memorias de una Geisha se encuentra en sus pausas, en sus meditaciones, en su tono lento y cavilante, en la sosegada progresión que hay de los personajes.
"Para cuando llegamos, al atardecer, me sentía como una roca después de todo un día de golpearme el agua encima".
Me he quedado con la grata sensación de que Arthur Golden estaba dispuesto a desplegar en sus páginas todos sus conocimientos sobre las geishas, y ello no lo ha hecho como un libro informativo, sino con un formato más perezoso (en el buen sentido)...
La prosa es dulce, segura, posee una finura y una elegancia que sin duda alguna yo situaba en el mundo de las geishas. Había mucha cautela en el tono de la historia, una sinceridad un tanto precavida.
Las palabras fluían por sí solas, no había gran complejidad estilística pero sí que se puede agradar uno con la manera tan poética, tan exploradora, que Arthur Golden tiene de contar las cosas.
"Las lágrimas habían empezado a manar de mis ojos, como el agua que sale de una olla hirviendo".
Había un claro embellecimiento en el estilo de escritura de Arthur Golden, una naturalidad con las palabras y sus simbolismos que a mí me ha dejado perpleja.
Golden no embellece como quien quiere resaltar sus talentos, sino como alguien que decide que una historia necesita una distinción esmerada y con gracia.
El tipo de prosa es esencial en una obra: es el que da por completo el tono de la lectura.
Golden escoge portar la historia sobre una superficie aplanada y refinada, no obstentosamente radiante pero sí lo suficientemente segura como para soportar una historia delicada.
"Entre los hombres, vestidos con oscuros trajes occidentales o con kimono, sobresalían los brillantes colores de algunas geishas, como hojas de otoño en las cenagosas aguas de un río."
Y a mi parecer, ha sido todo un acierto... cuando Sayuri describe olores, cuando hizo todo un análisis de la apariencia externa Mamita, cuando se dispone a poner todo detalle en relatar las tradiciones y los elementos necesarios para llevarlas a cabo... Realmente, se me entrecortaba la respiración con la manera en la que estas cosas eran contadas.
La prosa jugaba con las palabras, y éstas danzaban y acudían cuando necesitadas, no he sentido en ningún momento que faltase algo por decir... de hecho, una de las características de la obra, que puede hacerla algo pesada a algunos lectores, es que Golden no elimina ni una sola palabra, no se anda con esbozos sino que hace todo un cuadro de la vida de las geishas, un retrato absolutamente fascinante.
Si lo que se busca es un libro que se adentre por completo en el mundo de las geishas, no con la sequedad de una divulgación sino con el esmero y la gentileza de una obra novelesca, ésta es sin duda alguna la lectura más adecuada.
Si lo que se busca es acción, mucha tensión, una trama ágil, un ritmo frenético y un argumento complejo, recomiendo que se elija como lectura otro libro.
En relación a Chiyo/Sayuri, me he encontrado con una protagonista honesta, simpática y agradable, una persona con la que es un gusto seguir la lectura, con defectos suficientes como para que yo la sintiese perfectamente humana y real, y con muchas capas en su personaje que consiguen hacer un excelente desarrollo de su psicología.
Sinceramente, no soy mucho de moverme por libros que traten de personajes con los que no es difícil meterse en su papel... muchas veces, busco cierto reto en encontrarme con protagonistas menos cercanos a mí, y con Sayuri no se me dio el caso.
...Pero había cierta manera en la que ella contaba las cosas, claramente desde la experiencia, que consiguió cautivarme.
Porque era una Sayuri la que narraba los eventos y otra muy distinta la que los había vivido, y, pese a estar compenetradas, también era todo un gusto para mí poder ver los cambios que había pegado la protagonista para convertirse de alguien tan asustadizo y tan aturdido como lo era de pequeña a alguien con tanta seguridad y tanta dominancia sobre sí misma como la que narraba los hechos. La propia Sayuri tenía una manera de contar las cosas que de verdad, a veces parecía que más que hablar con el lector estaba hablando con su ella del pasado, y resultaba enternecedor...
Con esto, me encamino a decir que era muy sencillo sentir empatía por el personaje de Sayuri. Era una chica práctica, recién metida a un nuevo mundo, que se esforzaba al máximo por estar a la altura.
Además, algo que sin duda ha hecho que la lectura se me hiciese amena es que Sayuri tiene muy buen sentido del humor, su forma de contar las cosas es atrevida, divertida a veces, espabilada y con mucha personalidad. La accesibilidad que había a entender sus sentimientos me hizo verla como alguien muy cercano, y su fuerte carácter, desarrollado a lo largo de la obra, ha conseguido conmoverme.
"Me sentí como se debían sentir las olas del océano cuando las nubes tapan el sol".
Debido a que se cuenta la historia de toda una vida, con pleno detalle y con muchos momentos de angustia, de pasión, de incertidumbre y de miedo, y debido a que son muchas páginas las que tiene el libro, y que Sayuri es un personaje tan increíble como lo es, yo he salido del libro sintiendo que había vivido su historia en mis mismas pieles. Y es una fantástica sensación.
Junto a Sayuri hay otros muchos personajes muy bien perfilados: Mamita, la Tía y Abuela, Hatsumono (una geisha de la misma okiya que maquina en contra de Sayuri), Mameha, una mujer que apoya a la joven y le mostrará la mejor parte de su labor...
En verdad, y para mi agrado, en este libro predominan los personajes femeninos, toda su visión sobre la presión social (porque a mi juicio este tipo de tradición tiene mucha presión sobre la mujer, en la manera en la que ésta ha de actuar y de ser idónea para contentar al sexo masculino, una presión realmente barbárica, de hecho), y lo que hacen día tras día por apaciguar sus miedos y salir adelante en un mundo que, sinceramente, no se lo pone nada fácil...
La progresión de la obra es fenómena, está cargada de cambios y hay una buena dinámica. Sayuri se inicia desde una posición muy poco favorecida y va escalando, gracias a su esfuerzo, su dedicación y su tierna tozudez hasta ascender y encontrarse frente a las personas más importantes (políticamente hablando) del Japón de aquél entonces, y todos estos cambios son coherentes y paulatinos, están muy bien enfocados.
No obstante, la principal joya de la obra, junto con la prosa literaria, es la gran precisión, y la excelente infraestructura, que hay en ella.
Memorias de una Geisha es un libro que está muy bien documentado, me atrevería a decir, y creo que con acierto, que el que mejor informa de toda una cultura de las lecturas que he leído hasta la fecha.
Se pone todo detalle en los rituales, en los elementos para los mismos, en los materiales, en las vestimentas, en los horarios, en las aficiones, e incluso en la propia economía del trabajo como geisha.
Golden pone atención extrema en la ambientación, en su periodo histórico y en la propia atmósfera de los lugares, y es por eso por lo que el libro puede hacerse tan largo... y al mismo tiempo, tan atractivo.
Cada forma de convivir en aquél entonces está puesta con palabras en la novela: los estilos de vida, las costumbres típicas del momento, la recreación plena del entorno.
Entre las turbulencias del periodo entre guerras, Japón permanecía con costumbres y con los encantos culturales... aunque si se me pregunta a mí, la práctica de geishas me parece una manera más de amontonar presión, obligaciones, ideales de belleza y comportamientos sociales y decoro extremo a la figura de la mujer en el mundo.
...No obstante, es de entender que era una época distinta, acostumbrada a estos ámbitos... y fantásticamente representada por Arthur Golden.
Golden aporta sus pequeños matices al crear en Sayuri una imagen de no una geisha contentada con las cosas y completamente obediente, sino una mujer que se aferra a su posición favorecida para aventajarse, y que, en el fondo, no busca sino conseguir expresarse y poder amar con libertad.
"Aquel hombre me estaba mirando como un músico podría mirar a su instrumento justo antes de ponerse a tocar… ¡Como me habría gustado ser su instrumento!"
Personalmente, la parte amorosa es la que menos me ha emocionado del libro, puede que por la falta de independencia de Sayuri (completamente justificada por toda la serie de normativas y prohibiciones de su papel de geisha), y por la época misma, donde he sentido que en el libro la mayoría de los personajes masculinos no lograban ser del todo... agradables, dejémoslo ahí.
Por lo demás, un libro excelente, muy recomendable. Una lectura diferente a la usual, todo un viaje.
"Me sentí como si fuera un pequeño grillo que ha logrado escapar de la jaulita de mimbre".
En conclusión, Memorias de una Geisha es una excelente obra difícil de encasillar en un único género, arrebatadora por su estilo de prosa y sensacional en especial por su documentada ambientación, mostrada con todo lujo de detalles y narrada de manera preciosa.
Pese a su lentitud en la historia, y pese a que generalmente una novela redactada de manera autobiográfica no es mi estilo, me ha sido imposible no disfrutar de Memorias de una Geisha, una lectura muy descriptiva, con mucho desarrollo, a la que yo, particularmente, reverencio.
Autor: Arthur Golden
Editorial: Suma de Letras
Canción Identificada: Body Memory (Björk)
Sinopsis:
Poco antes de su muerte, Sayuri, una anciana japonesa afincada en Nueva York, cuenta la historia de su vida a un joven amigo americano. El poder de seducción de la voz narrativa de esta geisha legendaria transporta al lector a un Japón de entreguerras, lleno todavía de ecos feudales, y a una de las tradiciones japonesas que más curiosidad inspiran en el mundo occidental: la de la geisha, una peculiar práctica cultural a la que están ligadas artes tales como la seducción, la danza, la pintura o la clásica ceremonia del té.
Memorias de una Geisha ha batido récords de permanencia en las listas de superventas de todo el mundo y ha conquistado a lectores en veintiséis idiomas.
Opinión:
¿Qué es de un escenario sin los actores? ¿Qué es de un juego de engaños, elegancia y finura sin las geishas?
Las creencias, las tradiciones, la cultura, la religión, la sociedad... todo entra dentro del conjunto de un acuerdo social que pone sus delimitaciones. Una historia pierde mucha esencia sin su marco narrativo. Y el escenario no es nada sin unos personajes brillantes, sagaces y dignos de su entorno.
La cuestión que a muchos nos toca plantearnos es hasta qué punto vamos determinados por el conjunto de normas sociales, conductas humanas y hechos que se ven en el día a día. La normalización del entorno genera un aire de seguridad, de identificación, de familiaridad. Lo que aquí se cuenta como usual, en la otra punta del mundo puede verse como un acto absolutamente estrafalario.
Y así, lo que en el Japón convaleciente de un periodo próximo a la Segunda Guerra Mundial se veía como una tradición común y familiar, para mí ha sido una oportunidad de entender una diferente cultura, en un diferente periodo, y desde un punto de vista interno.
...Es decir, la oportunidad de sentirme atraída, interesada y, es más, fascinada por una historia cautivadora, evocativa y sensacionalmente bien escrita.
Por ello, hoy traigo una lectura diferente a las que suelo reseñar, una lectura que de alguna manera traspasa el umbral tan férreo que tenía en mi cabeza sobre lo que consiste un libro de ficción... una lectura que plantea una nueva manera de contar las cosas...
Memorias de una Geisha es, al completo, un libro excelente en su escritura, con una completa planificación previa, una estructura bien formada, un ritmo coherente y unos personajes muy bien definidos. Todo eso, poniendo como estrella central la magnífica prosa del escritor, innovadora y experimental, propone toda una revolución en la literatura.
"Tenía la cara llena de arrugas, y en cada arruga había escondido una preocupación y otra, de modo que había dejado de ser su cara y más bien parecía un árbol con nidos de pájaros en todas las ramas".
Con todo, y con la honestidad con la que siempre trato de mostrar mi opinión, Memorias de una Geisha se me hizo también un libro algo denso, debido a estar escrito como biografía ficticia más que como novela ajustada a lo que más comúnmente se conoce.
La prosa es excelente, mas algo lenta, algo pesada, y en un punto de la novela me encontré valorando a la misma más por su contenido informativo y por su estilo de escritura que en sí mismo por la trama y su ritmo argumentativo.
Sin ser esto malo, sin ser esto bueno, nada más que una observación que acabé por dar forma, comienzo así a reseñar con mayor detalle el libro Memorias de una Geisha...
Memorias de una Geisha es, como indicado previamente, un libro de esencia biográfica. El propio inicio de la lectura consiste en las palabras del encargado de transcribir la historia de la protagonista central, Sayuri, mostrando su visión y aportando ciertos detalles de su vida que, a ser justos, me serían completamente indiferentes... de no ser por lo preciosamente bien contados que estaban.
Se me oirá varias, muchas veces en esta reseña comentar el ingenio de la prosa del escritor: sus juegos de palabras, sus extrañas metáforas, sus comparaciones curiosas y su lirismo evocativo.
Es, de hecho, este don con la escritura lo que facilita de manera tan eficaz que el lector entre de inmediato en la historia.
Por mi parte, no podía sino sentir una creciente necesidad de leer más de los susurros de frases del narrador, más de los lugares tan fantasiosos de la historia, más de las presentaciones de los diversos personajes que la formaban.
"Al igual que las algas están, naturalmente, empapadas y se vuelven quebradizas al secarse, mi madre estaba perdiendo más y más de su esencia".
Dicho y hecho que, en cuestión de varios días, me vi sumergida en un relato de complejidad tradicional, del arte de la actuación y de los diestros juegos de la seducción oriental. Así fui introducida a una Japón diferente a la conocida, donde sus artes eran otras y sus costumbres diferían en cierto aspecto a las actuales. Una Japón entre guerras, plagada de incertidumbre, de tensión social, de políticas intricadas y del miedo a no saber qué podía desencadenarse en cualquier momento...
Pese a esta agitación interna, la Japón de la novela, muy bien documentada en como era en la época, sigue adelante con sus numerosos rasgos de cultura, y la historia gira en torno al arte de las geishas, unas mujeres entrenadas usualmente desde muy niñas que dominaban la práctica de la seducción, la danza, la pintura, la música, la interpretación, la clásica ceremonia del té... Su fin era el de entretener, e incluso enamorar, al público varón de la época, mediante comportamientos estrictamente regulados y una exigencia hacia el perfeccionismo extremo.
...Como breve paréntesis, me gustaría resaltar que esta autoexigencia tan marcada de esa época aún deja sus claras estrías en la sociedad japonesa de hoy en día, la perfección inalcanzable y la falsa idea de excelencia situándose como padecimientos en numerosas personas. Es más, no resultará difícil de creer que esta orientación hacia el perfeccionismo se ha extendido a otras partes del mundo...
Sin salirnos mucho del tema, en este mundo de seducción, artes escénicas y dominios de numerosas áreas de la cultura se ve también introducida la voz que cuenta la historia, Sayuri, una anciana en sus últimos años de vida que sitúa al lector, por medio de sus memorias, en la vida de aquél entonces...
"Cuanto más la miraba, más fuerte era la impresión de que era como un árbol que ha empezado a perder las hojas".
Sayuri creció con el nombre de Chiyo, en un modesto pueblo de pescadores donde los olores de sus tierras componían su día a día. Chiyo se crió con su familia, saliendo adelante como podían al pie de un acantilado, hasta el día en el que la madre de Chiyo contrae una grave enfermedad, y, debido a la edad de su padre, está tan solo en las manos de Chiyo y su hermana Satsu sacar adelante a su familia.
Tras un tiempo trabajando para lograr la subsistencia de su familia, Chiyo conoce en el pueblo al señor Tanaka, hombre que se interesa en ella y en su hermana... Y el padre de Chiyo, a la desesperada, se ve en necesidad de vender a sus dos hijas a manos de un negocio de rigidez y de elegancia: el arte de las geishas, para el cual serán entregadas, en Gion, con el objetivo de ser maestras en el campo de la seducción.
Lejos de su hogar, Chiyo emprende su carrera como geisha en una Okiya (albergue que da alojamiento a una geisha), en Gion, donde se manejará en el aprendizaje hasta que consiga ganar el suficiente dinero como para independizarse por completo... Más implacable que su propia sensación de soledad será el hecho de que día tras día Chiyo tendrá que estar bajo las órdenes de tres mujeres rigurosas e inclementes: Mamita, la Tía y Abuela, entrenadas en el mismo negocio, y decididas a hacer de la vida de Chiyo algo insoportable.
Pese a sus sucesivos intentos de escapar, Chiyo acabará aprendiendo a las malas que la única manera de salir del encierro en el que se encuentra es, ni más ni menos, que obligándose a sí misma a entrenar como una geisha... en sus rituales, en sus normativas, en sus artes, y en sus, por supuesto, severas prohibiciones...
La trama de la novela es una misma en todo momento: seguir con detalle el transcurso de la vida de Chiyo, desde su despreocupada infancia en un humilde y sencillo pueblo hasta su transformación en Sayuri, una mujer de apariencia perfecta que domina cada arte conocida para la seducción.
Los pasajes que van movilizando la obra giran indiscutiblemente en torno a la protagonista, no hay subtramas y eso facilitó que me sintiera por completo metida en la piel de su personaje.
"Le aterraba más el fuego que a un vaso de cerveza un hombre sediento".
El argumento es sencillo, todo lo sencillo que puede hacerse seguir la dura vida de una aprendiz de geisha, no tiene objetivos más que el de contar una vida: desde los inicios de su entrenamiento hasta sus palabras finales, pasando por numerosos momentos que tensión (como por ejemplo cuando Sayuri tiene que seducir a un importante médico y, para ello, ella y su nueva "familia" toman unas medidas severas para conseguirlo; o cuando Sayuri se encuentra en la sala de los espejos a solas con el barón, quien la desea con intensidad) y otros cuantos donde la escena se relaja y conseguimos poder disfrutar de las grandes elucubraciones de su protagonista...
En la mayor de los casos, pese a que la historia cuenta con suficientes momentos para dejarte la espalda en total tensión, me he encontrado que la prosa es muy detallada, muy descriptiva, y eso puede impedir que haya un avance en la historia fácil de seguir y ligero.
Enlazando así el tema con la prosa, el estilo de escritura de Arthur Golden es muy preciso, podría decirse que "expansivo". La historia podría haberse resumido en muchas menos páginas, pero entonces toda la magia del relato se habría perdido por completo.
De hecho, el hechizo de Memorias de una Geisha se encuentra en sus pausas, en sus meditaciones, en su tono lento y cavilante, en la sosegada progresión que hay de los personajes.
"Para cuando llegamos, al atardecer, me sentía como una roca después de todo un día de golpearme el agua encima".
Me he quedado con la grata sensación de que Arthur Golden estaba dispuesto a desplegar en sus páginas todos sus conocimientos sobre las geishas, y ello no lo ha hecho como un libro informativo, sino con un formato más perezoso (en el buen sentido)...
La prosa es dulce, segura, posee una finura y una elegancia que sin duda alguna yo situaba en el mundo de las geishas. Había mucha cautela en el tono de la historia, una sinceridad un tanto precavida.
Las palabras fluían por sí solas, no había gran complejidad estilística pero sí que se puede agradar uno con la manera tan poética, tan exploradora, que Arthur Golden tiene de contar las cosas.
"Las lágrimas habían empezado a manar de mis ojos, como el agua que sale de una olla hirviendo".
Había un claro embellecimiento en el estilo de escritura de Arthur Golden, una naturalidad con las palabras y sus simbolismos que a mí me ha dejado perpleja.
Golden no embellece como quien quiere resaltar sus talentos, sino como alguien que decide que una historia necesita una distinción esmerada y con gracia.
El tipo de prosa es esencial en una obra: es el que da por completo el tono de la lectura.
Golden escoge portar la historia sobre una superficie aplanada y refinada, no obstentosamente radiante pero sí lo suficientemente segura como para soportar una historia delicada.
"Entre los hombres, vestidos con oscuros trajes occidentales o con kimono, sobresalían los brillantes colores de algunas geishas, como hojas de otoño en las cenagosas aguas de un río."
Y a mi parecer, ha sido todo un acierto... cuando Sayuri describe olores, cuando hizo todo un análisis de la apariencia externa Mamita, cuando se dispone a poner todo detalle en relatar las tradiciones y los elementos necesarios para llevarlas a cabo... Realmente, se me entrecortaba la respiración con la manera en la que estas cosas eran contadas.
La prosa jugaba con las palabras, y éstas danzaban y acudían cuando necesitadas, no he sentido en ningún momento que faltase algo por decir... de hecho, una de las características de la obra, que puede hacerla algo pesada a algunos lectores, es que Golden no elimina ni una sola palabra, no se anda con esbozos sino que hace todo un cuadro de la vida de las geishas, un retrato absolutamente fascinante.
Si lo que se busca es un libro que se adentre por completo en el mundo de las geishas, no con la sequedad de una divulgación sino con el esmero y la gentileza de una obra novelesca, ésta es sin duda alguna la lectura más adecuada.
Si lo que se busca es acción, mucha tensión, una trama ágil, un ritmo frenético y un argumento complejo, recomiendo que se elija como lectura otro libro.
En relación a Chiyo/Sayuri, me he encontrado con una protagonista honesta, simpática y agradable, una persona con la que es un gusto seguir la lectura, con defectos suficientes como para que yo la sintiese perfectamente humana y real, y con muchas capas en su personaje que consiguen hacer un excelente desarrollo de su psicología.
Sinceramente, no soy mucho de moverme por libros que traten de personajes con los que no es difícil meterse en su papel... muchas veces, busco cierto reto en encontrarme con protagonistas menos cercanos a mí, y con Sayuri no se me dio el caso.
...Pero había cierta manera en la que ella contaba las cosas, claramente desde la experiencia, que consiguió cautivarme.
Porque era una Sayuri la que narraba los eventos y otra muy distinta la que los había vivido, y, pese a estar compenetradas, también era todo un gusto para mí poder ver los cambios que había pegado la protagonista para convertirse de alguien tan asustadizo y tan aturdido como lo era de pequeña a alguien con tanta seguridad y tanta dominancia sobre sí misma como la que narraba los hechos. La propia Sayuri tenía una manera de contar las cosas que de verdad, a veces parecía que más que hablar con el lector estaba hablando con su ella del pasado, y resultaba enternecedor...
Con esto, me encamino a decir que era muy sencillo sentir empatía por el personaje de Sayuri. Era una chica práctica, recién metida a un nuevo mundo, que se esforzaba al máximo por estar a la altura.
Además, algo que sin duda ha hecho que la lectura se me hiciese amena es que Sayuri tiene muy buen sentido del humor, su forma de contar las cosas es atrevida, divertida a veces, espabilada y con mucha personalidad. La accesibilidad que había a entender sus sentimientos me hizo verla como alguien muy cercano, y su fuerte carácter, desarrollado a lo largo de la obra, ha conseguido conmoverme.
"Me sentí como se debían sentir las olas del océano cuando las nubes tapan el sol".
Debido a que se cuenta la historia de toda una vida, con pleno detalle y con muchos momentos de angustia, de pasión, de incertidumbre y de miedo, y debido a que son muchas páginas las que tiene el libro, y que Sayuri es un personaje tan increíble como lo es, yo he salido del libro sintiendo que había vivido su historia en mis mismas pieles. Y es una fantástica sensación.
Junto a Sayuri hay otros muchos personajes muy bien perfilados: Mamita, la Tía y Abuela, Hatsumono (una geisha de la misma okiya que maquina en contra de Sayuri), Mameha, una mujer que apoya a la joven y le mostrará la mejor parte de su labor...
En verdad, y para mi agrado, en este libro predominan los personajes femeninos, toda su visión sobre la presión social (porque a mi juicio este tipo de tradición tiene mucha presión sobre la mujer, en la manera en la que ésta ha de actuar y de ser idónea para contentar al sexo masculino, una presión realmente barbárica, de hecho), y lo que hacen día tras día por apaciguar sus miedos y salir adelante en un mundo que, sinceramente, no se lo pone nada fácil...
La progresión de la obra es fenómena, está cargada de cambios y hay una buena dinámica. Sayuri se inicia desde una posición muy poco favorecida y va escalando, gracias a su esfuerzo, su dedicación y su tierna tozudez hasta ascender y encontrarse frente a las personas más importantes (políticamente hablando) del Japón de aquél entonces, y todos estos cambios son coherentes y paulatinos, están muy bien enfocados.
No obstante, la principal joya de la obra, junto con la prosa literaria, es la gran precisión, y la excelente infraestructura, que hay en ella.
Memorias de una Geisha es un libro que está muy bien documentado, me atrevería a decir, y creo que con acierto, que el que mejor informa de toda una cultura de las lecturas que he leído hasta la fecha.
Se pone todo detalle en los rituales, en los elementos para los mismos, en los materiales, en las vestimentas, en los horarios, en las aficiones, e incluso en la propia economía del trabajo como geisha.
Golden pone atención extrema en la ambientación, en su periodo histórico y en la propia atmósfera de los lugares, y es por eso por lo que el libro puede hacerse tan largo... y al mismo tiempo, tan atractivo.
Cada forma de convivir en aquél entonces está puesta con palabras en la novela: los estilos de vida, las costumbres típicas del momento, la recreación plena del entorno.
Entre las turbulencias del periodo entre guerras, Japón permanecía con costumbres y con los encantos culturales... aunque si se me pregunta a mí, la práctica de geishas me parece una manera más de amontonar presión, obligaciones, ideales de belleza y comportamientos sociales y decoro extremo a la figura de la mujer en el mundo.
...No obstante, es de entender que era una época distinta, acostumbrada a estos ámbitos... y fantásticamente representada por Arthur Golden.
Golden aporta sus pequeños matices al crear en Sayuri una imagen de no una geisha contentada con las cosas y completamente obediente, sino una mujer que se aferra a su posición favorecida para aventajarse, y que, en el fondo, no busca sino conseguir expresarse y poder amar con libertad.
"Aquel hombre me estaba mirando como un músico podría mirar a su instrumento justo antes de ponerse a tocar… ¡Como me habría gustado ser su instrumento!"
Personalmente, la parte amorosa es la que menos me ha emocionado del libro, puede que por la falta de independencia de Sayuri (completamente justificada por toda la serie de normativas y prohibiciones de su papel de geisha), y por la época misma, donde he sentido que en el libro la mayoría de los personajes masculinos no lograban ser del todo... agradables, dejémoslo ahí.
Por lo demás, un libro excelente, muy recomendable. Una lectura diferente a la usual, todo un viaje.
"Me sentí como si fuera un pequeño grillo que ha logrado escapar de la jaulita de mimbre".
En conclusión, Memorias de una Geisha es una excelente obra difícil de encasillar en un único género, arrebatadora por su estilo de prosa y sensacional en especial por su documentada ambientación, mostrada con todo lujo de detalles y narrada de manera preciosa.
Pese a su lentitud en la historia, y pese a que generalmente una novela redactada de manera autobiográfica no es mi estilo, me ha sido imposible no disfrutar de Memorias de una Geisha, una lectura muy descriptiva, con mucho desarrollo, a la que yo, particularmente, reverencio.
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 4/5
♫ Acción: 2.5/5
♫ Trama: 3/5
♫ Originalidad: 4/5
♫ Tensión: 3/5
♫ Tensión: 3/5
♫ Desenlace: 3/5
♫ Pluma: 6/5
VALORACIÓN PERSONAL: 9/10
Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/
VALORACIÓN PERSONAL: 9/10
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