Editorial: Kindle
Canción Identificada: Dea Della Morte (Devilment)
Sinopsis:
Sherlock Holmes, reconocido universalmente como El mejor detective, se enfrenta, con la inestimable ayuda del doctor Watson, a su primer caso. En una explosiva mezcla de crimen, suspense, pistas falsas y venganza, nuestros héroes deberán seguir el rastro de un misterioso asesino en las calles de Londres en Estudio en Escarlata.
Opinión:
Sherlock Holmes: frío pero con un retorcido sentido del humor, obstinado e insolente, justiciero pero también altamente inmoral. ¿Increíblemente humano o nefasta y perversamente inhumano?
¿Sabe alguien situar a este famosísimo personaje en nuestras mundanas categorías? No puedo ser la única que se encuentra perdida con respecto a esto...Seamos sinceros: Sherlock Holmes figura en otra nueva categoría. Una exclusiva de él.
No ha sido fortuito que haya comenzado hablando de Sherlock Holmes: pese a que la historia contiene miles de subtramas y de mensajes y de temas, así como una trama central altamente enganchante y un villano cruel y muy bien hecho, y no debo quitar mérito a todo esto que hace que Sir Conan Doyle sea probablemente el mejor escritor de novelas de misterio, para mí el centro, la chispa, y la artimaña de la historia está en el personaje: en Sherlock Holmes (Watson, no llores, tranquilo, como más adelante mencionaré tú eres también un formidable personaje).
Barreré un poco rápidamente los demás elementos de la novela...
El misterio, para empezar, era deliciosamente dinámico: no se trataba solo se seguir la historia, sino que tú eres un personaje más que te movías en ella. La tensión, la angustia y el sumamente abundante grado de interés estaba en el lector durante todo el recorrido.
La idea de Conan Doyle es la siguiente: crear, entre risas secas, un retorcido laberinto lleno de pruebas y de enigmas, dejando espacio suficiente para que tengamos tiempo para pensar en ellos, y haciendo que la voz de Sherlock nos guíe enfrentándose a las numerosas pistas falsas que el escritor deja en el camino... y en las que inevitablemente caemos.
Esto se trata de un juego: un juego serio, un juego de muerte, pero es visualizado para Conan Doyle y para Sherlock Holmes como un interesante reto y único sentido de la vida.
Es, en efecto, un grandioso juego de inteligencia: es frustrante, confuso y martilleante. Se sigue la historia con fluidez: las pistas y las palabras de los detectives tienen sentido, los razonamientos son coherentes y todo cobra una satisfactoria conexión al final. El villano, de la misma manera, consigue sorprenderte aun pese a tus esfuerzos, pero también tiene mucha lógica que sea él (o ella...).
Pero contradiciendo a esta fluidez está la presencia de elementos hechos para descolocar y de pistas falsas, de detalles que te desquician y que te hacen borrar todos tus esquemas de un plumazo.
Es un golpe tras otro y un dolor de cabeza que no se quita hasta el desenlace del libro.
Se dan los suficientes ingredientes para ponerte a pensar, y seguir la línea del pensamiento del detective es una muy buena idea para entender el caso: eso, si no fuera porque Sherlock es un personaje impermeable y prácticamente inalcanzable.
Es por ello por lo que es un verdadero acierto la voz de Watson como narrador; no sabes todo lo que se le pasa por la mente al genio de Sherlock (y agradezcámoslo, ya que sería un infierno de pensamientos que se sobreponen a gran velocidad sin que podamos realmente leer ninguno), pero tienes una voz que trata de entenderlo y de explicarlo como puede, digamos, de un modo más sencillo y asequible para todo el mundo que no sea Sherlock Holmes (éste personaje está a otro nivel).
Así mismo, Watson también era un buen personaje: la cara humana de la novela en su esplendor, un hombre sensible pero en momentos entumecido de sensaciones debido a las situaciones traumáticas que ha vivido en la guerra.
Un hombre que trata de encontrar un sentido en la vida, y se descubre viviendo por primera vez en la adrenalina de los casos que sigue su nuevo compañero de piso.
Es un no parar de pensamiento, podríamos decir, juntando una prosa realista y minuciosa.
Como defecto a ésta, el inicio de la segunda parte era un poco extraño y fura de lugar... el escritor trataba de formar una descripción poética pero el salto de una parte a otra era tan brusco y el cambio de tonalidad narrativa tan extraño que no conseguía convencerme.
Reconozco que las partes en las que no estaba Holmes se me hacían más pesadas, y es que sin este personaje la historia pierde mucho.
Es, concluyendo este apartado, un universo de juegos de astucia teñidos de sangre, pero es un divertimiento auténtico para el escritor: manipulador, Connan Doyle sabe llevar al lector a donde quiere que vaya, hacer que se salte cosas que estaban claramente mencionadas y manejar totalmente sus pensamientos.
Terrorífico, ¿no es así? Yo lo encuentro, no obstante, inmensamente admirable, y he gozado al máximo de todos los aturdimientos, los giros en la trama, y las pisotadas que me daba la historia.
Un mundo regido por el juego de la muerte, ¿puede algo ser más macabro y más espeluznantemente interesante?
También es el único mundo que conoce Holmes.
Este personaje se ha movido por los misterios del mundo, por los lugares ocultos, por la cara en sombra de la sociedad. Allí se ha encontrado seguro: en su dominio.
Verdaderamente, Holmes domina la situación; no tarda en encabezar el caso y en burlarse con desprecio del cuerpo policial (y del lector, y de todo ser viviente) cuando encuentra ocasión.
Pero no es mala intención: como más adelante explicaré, se trata de tal genuino desinterés hacia el resto de las personas, una absorción tan grande de conseguir el más complicado material de enigmas, un aburrimiento tan inmensurable de cara al mundo, que su único interés, su única realidad, es el orbe de la intelectualidad.
Nada más le importa.
Y por ello, la muerte, el riesgo, los asesinatos, carecen de consistencia dramática que pueda frenarle: su verdadero enemigo es el aburrimiento y la caída hacia un abandono del significado de la vida.
Holmes es una persona, en verdad, muy inestable... Es un genio condenado: sus pensamientos buscan nutrirse de inmediato con nuevos casos, y, pese a que parece ser un hombre capaz de controlarlo todo, en ocasiones ese hielo de vacío acaba por consumirle.
Sherlock no puede estar sin un misterio: literalmente, esto acaba con él, y es algo que se ve muy claro en la novela... Lo único que le sustenta es la muerte, lo único que le aporta son los más indescifrables crímenes que asolan Londres.
Debo decir que es el primer libro que me leo de este autor... y, por tanto, el primer libro en el que descubro a este mítico personaje detectivesco y ambiguo, y... Me esperaba... Con honestidad, me esperaba, en efecto, a un personaje de una mente aguda y compleja, pero también a una persona seria, severa y, si eso, en ocasiones sarcástica.
Pero ¡en lugar de eso me encuentro con un personaje totalmente distinto!
No reprocho nada: al contrario, este hecho hace que me guste y me parezca aún más complejo y carismático el personaje.
Holmes es un hombre con un gran y complejo sentido del humor: siempre se está riendo, podría decirse (pero siempre de los otros), siempre salta de emoción prácticamente cuando descubre algo, y sus emociones están muy visibles.
Esto generaría cierta más cercanía al personaje... si no fuera porque a veces Holmes se comporta de una manera extrañamente hueca, como si todo ese entusiasmo sólo estuviera dirigido al caso.
No tiene finalidad de expresarse con los demás: sus palabras, sus actos y sus emociones tan sólo tienen un público, y es él mismo y el caso, no existe nada más. No nos dejemos engañar por sus risas en conversaciones o sus sonrisas ladeadas: son gestos fuera de la intención humana que conectar con los demás y mostrarse a los demás.
Si se ríe, es burla: es un hombre prepotente, sencillamente es imposible para el lector ponerse en su lugar, pero eso no reduce nuestra fascinación por él... la aumenta, yo diría, al menos en mi caso: es un reto de personaje.
Más curiosa que su extravagante personalidad es su mente: no puedo concederme el título de ser capaz de comprenderla al cien por cien, pero sí puedo resaltar que su metodología es increíble, y que si algo hace a estos libros tan maravillosos son que podemos vislumbrar ciertos pensamientos y cavilaciones del personaje.
Claramente, Sir Arthur Conan Doyle es un científico (más teniendo en cuenta que era médico): se sigue el procedimiento de experimentación y de conclusiones una vez se tienen todas las pistas (tal y como constató Sherlock, él guardaría silencio y no expondría ninguna teoría hasta que supiese todos los datos). Plantea hipótesis después de ver los hechos, y lleva un ritmo ajeno al resto del mundo.
Es una persona pragmática y fanática... Busca la obtención del entretenimiento y de la verdad pura.
Sherlock Holmes es una bala certera hacia los misterios más esotéricos y mejor guardados.
Es, sin duda alguna, la inteligencia en estado puro: no hay lugar para otros valores, y esto tiene sus ventajas y sus desventajas.
Es un obseso del análisis, frío, deplorable y carismático (también, ¿es cosa mía, o en situaciones era muy adorable, con esas risas y esa voz en ocasiones afectuosa que deshacía la visión que tenía de él?).
Tengamos en cuenta que está narrado por Watson... Por tanto, la narración se ve enturbiada por la admiración que el médico siente hacia el detective. Es, por tanto, imparcial.
Mientras tanto, la mente de Holmes es tan sólo objetiva: esto lo consigue debido a que es hermético... No desea que nada le contamine su juicio. Y, para ello, debe aislarse de los demás y encerrarse en su mundo... Ni siquiera permite que sus propias ideas le contaminen sus pensamientos.
Está volcado a la investigación más pura y es ajeno a la competición: Sherlock Holmes, producto de gran controversia, de aversión y de admiración, no es un detective cualquiera... Es el elemento más sustancial, importante y sensacional de la saga de libros más aclamada a lo largo de todo el mundo.
Críticas de la sociedad, clara diferencia entre el bien y el mal, misterios por todas partes y finales acabados y dejando ciertas preguntas: un cúmulo de enigmas arrasando con el lector.
Y serán sus personajes tan bien hechos, o su trama tan bien labrada e hilada, o sus ramificaciones tan bien completadas, o sus villanos, o sus misterios, o la excelente prosa, o el ambiente de esa época, o los diálogos, o todo en concreto, pero el caso es que Estudio en Escarlata es un libro imparable, delirante, agudo, cautivador, desquiciante y sumamente enganchante, que nos hará imposible dejar de leerlo.
¿Sabe alguien situar a este famosísimo personaje en nuestras mundanas categorías? No puedo ser la única que se encuentra perdida con respecto a esto...Seamos sinceros: Sherlock Holmes figura en otra nueva categoría. Una exclusiva de él.
No ha sido fortuito que haya comenzado hablando de Sherlock Holmes: pese a que la historia contiene miles de subtramas y de mensajes y de temas, así como una trama central altamente enganchante y un villano cruel y muy bien hecho, y no debo quitar mérito a todo esto que hace que Sir Conan Doyle sea probablemente el mejor escritor de novelas de misterio, para mí el centro, la chispa, y la artimaña de la historia está en el personaje: en Sherlock Holmes (Watson, no llores, tranquilo, como más adelante mencionaré tú eres también un formidable personaje).
Barreré un poco rápidamente los demás elementos de la novela...
El misterio, para empezar, era deliciosamente dinámico: no se trataba solo se seguir la historia, sino que tú eres un personaje más que te movías en ella. La tensión, la angustia y el sumamente abundante grado de interés estaba en el lector durante todo el recorrido.
La idea de Conan Doyle es la siguiente: crear, entre risas secas, un retorcido laberinto lleno de pruebas y de enigmas, dejando espacio suficiente para que tengamos tiempo para pensar en ellos, y haciendo que la voz de Sherlock nos guíe enfrentándose a las numerosas pistas falsas que el escritor deja en el camino... y en las que inevitablemente caemos.
Esto se trata de un juego: un juego serio, un juego de muerte, pero es visualizado para Conan Doyle y para Sherlock Holmes como un interesante reto y único sentido de la vida.
Es, en efecto, un grandioso juego de inteligencia: es frustrante, confuso y martilleante. Se sigue la historia con fluidez: las pistas y las palabras de los detectives tienen sentido, los razonamientos son coherentes y todo cobra una satisfactoria conexión al final. El villano, de la misma manera, consigue sorprenderte aun pese a tus esfuerzos, pero también tiene mucha lógica que sea él (o ella...).
Pero contradiciendo a esta fluidez está la presencia de elementos hechos para descolocar y de pistas falsas, de detalles que te desquician y que te hacen borrar todos tus esquemas de un plumazo.
Es un golpe tras otro y un dolor de cabeza que no se quita hasta el desenlace del libro.
Se dan los suficientes ingredientes para ponerte a pensar, y seguir la línea del pensamiento del detective es una muy buena idea para entender el caso: eso, si no fuera porque Sherlock es un personaje impermeable y prácticamente inalcanzable.
Es por ello por lo que es un verdadero acierto la voz de Watson como narrador; no sabes todo lo que se le pasa por la mente al genio de Sherlock (y agradezcámoslo, ya que sería un infierno de pensamientos que se sobreponen a gran velocidad sin que podamos realmente leer ninguno), pero tienes una voz que trata de entenderlo y de explicarlo como puede, digamos, de un modo más sencillo y asequible para todo el mundo que no sea Sherlock Holmes (éste personaje está a otro nivel).
Así mismo, Watson también era un buen personaje: la cara humana de la novela en su esplendor, un hombre sensible pero en momentos entumecido de sensaciones debido a las situaciones traumáticas que ha vivido en la guerra.
Un hombre que trata de encontrar un sentido en la vida, y se descubre viviendo por primera vez en la adrenalina de los casos que sigue su nuevo compañero de piso.
Es un no parar de pensamiento, podríamos decir, juntando una prosa realista y minuciosa.
Como defecto a ésta, el inicio de la segunda parte era un poco extraño y fura de lugar... el escritor trataba de formar una descripción poética pero el salto de una parte a otra era tan brusco y el cambio de tonalidad narrativa tan extraño que no conseguía convencerme.
Reconozco que las partes en las que no estaba Holmes se me hacían más pesadas, y es que sin este personaje la historia pierde mucho.
Es, concluyendo este apartado, un universo de juegos de astucia teñidos de sangre, pero es un divertimiento auténtico para el escritor: manipulador, Connan Doyle sabe llevar al lector a donde quiere que vaya, hacer que se salte cosas que estaban claramente mencionadas y manejar totalmente sus pensamientos.
Terrorífico, ¿no es así? Yo lo encuentro, no obstante, inmensamente admirable, y he gozado al máximo de todos los aturdimientos, los giros en la trama, y las pisotadas que me daba la historia.
Un mundo regido por el juego de la muerte, ¿puede algo ser más macabro y más espeluznantemente interesante?
También es el único mundo que conoce Holmes.
Este personaje se ha movido por los misterios del mundo, por los lugares ocultos, por la cara en sombra de la sociedad. Allí se ha encontrado seguro: en su dominio.
Verdaderamente, Holmes domina la situación; no tarda en encabezar el caso y en burlarse con desprecio del cuerpo policial (y del lector, y de todo ser viviente) cuando encuentra ocasión.
Pero no es mala intención: como más adelante explicaré, se trata de tal genuino desinterés hacia el resto de las personas, una absorción tan grande de conseguir el más complicado material de enigmas, un aburrimiento tan inmensurable de cara al mundo, que su único interés, su única realidad, es el orbe de la intelectualidad.
Nada más le importa.
Y por ello, la muerte, el riesgo, los asesinatos, carecen de consistencia dramática que pueda frenarle: su verdadero enemigo es el aburrimiento y la caída hacia un abandono del significado de la vida.
Holmes es una persona, en verdad, muy inestable... Es un genio condenado: sus pensamientos buscan nutrirse de inmediato con nuevos casos, y, pese a que parece ser un hombre capaz de controlarlo todo, en ocasiones ese hielo de vacío acaba por consumirle.
Sherlock no puede estar sin un misterio: literalmente, esto acaba con él, y es algo que se ve muy claro en la novela... Lo único que le sustenta es la muerte, lo único que le aporta son los más indescifrables crímenes que asolan Londres.
Debo decir que es el primer libro que me leo de este autor... y, por tanto, el primer libro en el que descubro a este mítico personaje detectivesco y ambiguo, y... Me esperaba... Con honestidad, me esperaba, en efecto, a un personaje de una mente aguda y compleja, pero también a una persona seria, severa y, si eso, en ocasiones sarcástica.
Pero ¡en lugar de eso me encuentro con un personaje totalmente distinto!
No reprocho nada: al contrario, este hecho hace que me guste y me parezca aún más complejo y carismático el personaje.
Holmes es un hombre con un gran y complejo sentido del humor: siempre se está riendo, podría decirse (pero siempre de los otros), siempre salta de emoción prácticamente cuando descubre algo, y sus emociones están muy visibles.
Esto generaría cierta más cercanía al personaje... si no fuera porque a veces Holmes se comporta de una manera extrañamente hueca, como si todo ese entusiasmo sólo estuviera dirigido al caso.
No tiene finalidad de expresarse con los demás: sus palabras, sus actos y sus emociones tan sólo tienen un público, y es él mismo y el caso, no existe nada más. No nos dejemos engañar por sus risas en conversaciones o sus sonrisas ladeadas: son gestos fuera de la intención humana que conectar con los demás y mostrarse a los demás.
Si se ríe, es burla: es un hombre prepotente, sencillamente es imposible para el lector ponerse en su lugar, pero eso no reduce nuestra fascinación por él... la aumenta, yo diría, al menos en mi caso: es un reto de personaje.
Claramente, Sir Arthur Conan Doyle es un científico (más teniendo en cuenta que era médico): se sigue el procedimiento de experimentación y de conclusiones una vez se tienen todas las pistas (tal y como constató Sherlock, él guardaría silencio y no expondría ninguna teoría hasta que supiese todos los datos). Plantea hipótesis después de ver los hechos, y lleva un ritmo ajeno al resto del mundo.
Es una persona pragmática y fanática... Busca la obtención del entretenimiento y de la verdad pura.
Sherlock Holmes es una bala certera hacia los misterios más esotéricos y mejor guardados.
Es, sin duda alguna, la inteligencia en estado puro: no hay lugar para otros valores, y esto tiene sus ventajas y sus desventajas.
Es un obseso del análisis, frío, deplorable y carismático (
Tengamos en cuenta que está narrado por Watson... Por tanto, la narración se ve enturbiada por la admiración que el médico siente hacia el detective. Es, por tanto, imparcial.
Mientras tanto, la mente de Holmes es tan sólo objetiva: esto lo consigue debido a que es hermético... No desea que nada le contamine su juicio. Y, para ello, debe aislarse de los demás y encerrarse en su mundo... Ni siquiera permite que sus propias ideas le contaminen sus pensamientos.
Está volcado a la investigación más pura y es ajeno a la competición: Sherlock Holmes, producto de gran controversia, de aversión y de admiración, no es un detective cualquiera... Es el elemento más sustancial, importante y sensacional de la saga de libros más aclamada a lo largo de todo el mundo.
Críticas de la sociedad, clara diferencia entre el bien y el mal, misterios por todas partes y finales acabados y dejando ciertas preguntas: un cúmulo de enigmas arrasando con el lector.
Y serán sus personajes tan bien hechos, o su trama tan bien labrada e hilada, o sus ramificaciones tan bien completadas, o sus villanos, o sus misterios, o la excelente prosa, o el ambiente de esa época, o los diálogos, o todo en concreto, pero el caso es que Estudio en Escarlata es un libro imparable, delirante, agudo, cautivador, desquiciante y sumamente enganchante, que nos hará imposible dejar de leerlo.
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 6/5
♫ Acción: 4/5
♫ Trama: 4.5/5
♫ Originalidad: 5/5
♫ Desenlace: 4.75/5
♫ Pluma: 6/5
VALORACIÓN PERSONAL: 10/10
VALORACIÓN PERSONAL: 10/10
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