Título: La Milla Verde (EL Pasillo de la Muerte)
Autor: Stpehen King
Editorial: Plaza & Janes Editores
Canción Identificada: Green Monster (Suicide Silence)
Sinopsis:
Octubre de 1932, penitenciaría de Cold Mountain. Los condenados a muerte aguardan el momento de ser conducidos a la silla eléctrica. Los crímenes abominables que han cometido les convierten en carnaza de un sistema legal que se alimenta de un círculo de locura, muerte y venganza. Y en esa antesala del infierno Stephen King traza una pavorosa radiografía del horror en estado puro.
Opinión:
“Sometimes there is absolutely no difference at all between salvation and damnation.”
Trasteando por recuerdos del pasado en cierta casa antigua familiar, di por casualidad (y magnífica casualidad es ésta) con un libro del que había oído hablar pero del que no sabía prácticamente nada.
Para ser más exactos, fueron un total de seis tomos, muy finos, los que representaban a este libro del aclamado Stephen King: La Milla Verde, la oportunidad de entrar en los terrenos de la más retorcida moralidad, de la pena de muerte, de la salvaje locura y de la venganza ruin.
Debido a la ya cierta edad de los tomos que encontré en esa casa (anciana por sus recuerdos, por los libros de polvo acumulado en ella), La Milla Verde se me presentó con otro nombre: El Pasillo de la Muerte, mala traducción de su tiempo pero cuyo contenido, y da igual el título, es igual de bueno que el del otro.
“It's strange how pain marks our faces, and makes us look like family.”
Así que ¿por qué no? Comencé el libro con las ganas revueltas, una sensación extraña en el cuerpo: sabía de la genialidad del escritor, porque había leído dos libros suyos anteriores, pero aun así no haber seleccionado por mi propia cuenta este libro me llevaba a la inconformidad.
Pero a veces estas cosas de ir a ciegas están bien, y ese fue el caso: lo que me encontré en las páginas de los seis tomos finísimos que formaban La Milla Verde fue algo que no me esperaba, ¡fue algo que me dejó a cuadros!
Y para bien, cabe decir: tengo la sensación de que La Milla Verde, debido a la historia tan cerrada, tan violenta y, digamos, más realista que otras del mismo autor, se ha convertido en el libro suyo que más me ha sorprendido, y puede que, por su estilo, que más me ha gustado.
“I'm rightly tired of the pain I hear and feel, boss. I'm tired of bein on the road, lonely as a robin in the rain. Not never havin no buddy to go on with or tell me where we's comin from or goin to or why. I'm tired of people bein ugly to each other. It feels like pieces of glass in my head. I'm tired of all the times I've wanted to help and couldn't. I'm tired of bein in the dark. Mostly it's the pain. There's too much. If I could end it, I would. But I can't.”
Es difícil decir, claro: me he leído El Resplandor, que es una novelaza, y me he leído It, que sin duda está entre sus obras magnas. Así que hablar de La Milla Verde comparándola con estas dos gemas es complicado.
Por tanto, creo que prefiero no hacerlo.
Tan solo diré que me ha gustado que el escritor orientase la novela a algo menos, digamos "mágico". Había cierto tono sobrenatural, como en casi todos sus libros, pero esa paranormalidad, esas habilidades sobrehumanas, sinceramente no hacían que la novela fuera de fantasía.
Al contrario, la novela me ha parecido la más realista de las tres que me he leído suyas, y la monstruosidad no estaba en seres paranormales, sino en la mismísima, cruda, no-mágica humanidad.
Y eso es lo que más me ha gustado.
“On the day of my judgment, when I stand before God, and He asks me why did I kill one of his true miracles, what am I gonna say? That it was my job? My job?” Pero empecemos la reseña ya, ¡venga venga!
No hay mejor forma de empezar la reseña en serio que comentando mi impresión grata con el libro, y lo que yo busco en un libro:
Tiendo a decantarme por libros duros.
La intensidad, la fuerza y el impacto que generan es algo que me encanta: me encanta sentir que un libro me deja sin fuerzas en el cuerpo, tirada de mala manera en el suelo como si me hubiese propinado el mayor golpetazo de toda mi vida.
Me encanta sentir el cuerpo frío por fuera, ardiendo por dentro de la aspereza de las palabras.
Adoro estremecerme con un libro, que llegue hasta mi médula y se quede retorciéndome los intestinos.
No busco ligereza en la literatura, aunque a veces ésta es de agradecer: no, lo que yo busco es brutalidad, salir del libro con el rostro pálido, ojeras destacables y labios temblorosos.
Eso he encontrado en La Milla Verde.
Por eso me ha gustado tanto.
“I believe that the combination of pencil and memory creates a kind of practical magic, and magic is dangerous.”
¿De qué trata La Milla Verde, pues?
La Milla Verde está contada desde el punto de vista de Paul Edgecombe, narrador anciano que, en ya sus últimos años de edad y en estado debilitado, decide en su residencia comenzar a escribir sobre lo que ocurrió el inolvidable otoño de 1932, cuando trabajaba como carcelero en la penitenciaria de Cold Mountain, en la sección del Bloque E, que daba cabida a los hombres más peligrosos y crueles de todo el edificio: hombres que estaban sentenciados a acabar en la silla eléctrica.
Paul comparte este trabajo con sus compañeros Percy, Harry, Brutrus y Dean, así como con tres presos que marcarán el octubre de ese año: el peculiar Delacroix, el psicopático William Wharton, y el grandullón y aterrado John Coffey, cuyos ojos distantes y la continuidad de sus lágrimas no acaban de encajar con el horroroso crimen que ha cometido.
“We each owe a death, there are no exceptions, I know that, but sometimes, oh God, the Green Mile is so long”
Lo cierto es que cada parte de este libro, desde el inicio hasta el desenlace, la llevan los personajes.
La ambientación sin duda es todo un toque, con el marco de la historia cerrado y teniendo lugar en una sucia y metálica cárcel en los años 30, pero lo que causa el terror absoluto, lo que hizo que tuviera la piel de gallina y el corazón en la garganta, fueron cada uno de los personajes.
Se les odia.
No a todos, hay algunos que se salvan. Pero muchos son odiados. Muchos son detestados. Muchos son sanguijuelas aborrecibles.
Y esa es la verdad.
En otros libros de Stephen King (pudiendo hablar solo de los otros dos que me he leído, pero conociendo de la historia de otros muchos y así pudiendo orientarme a estatar esto), los personajes pueden ser considerados casi heroicos, tienen sus grandes defectos pero ante todo son personajes con los que uno acaba por sentir un amago de ternura.
¿En este libro? Hasta el propio narrador se ve capaz de dejar a alguien en una camisa de fuerza y un esparadrapo en la boca durante horas.
Y eso, siendo un narrador al que tengo entendido que muchos han cogido cariño (levanto la mano con esto).
Imaginaos, pues, lo que ya debe ser hablar del detestable Wharton, cuya crueldad no conoce límites, cuyo disfrute está en el dolor ajeno.
O ya puestos es imposible no hablar (y escupir en el suelo al mencionar su nombre) de Percy, que era sencillamente un hombre desquiciante, perverso y lo que es peor, en el lado de los supuestos "buenos", siendo sin duda el más despreciable y asqueroso de todos los personajes del libro.
“... when we say, 'I don't understand,' God replies, 'I don't care.' ”.”
Los personajes principales son escasos, y creo que es este detalle el que hace que este libro sea una verdadera joya.
Eso, contando con que tiene lugar en la mismísima Gran Depresión, y en una cárcel que lleva consigo la condena a la silla eléctrica, método de tortura antes de la muerte total, hace que la novela sea endiabladamente adictiva, y completamente del estilo de King.
Como admiradora que soy últimamente de novelas más bien realistas, sin tanta fantasía de por medio, me ha gustado que este escritor, a quien le es tan fácil escribir sobre elementos sobrenaturales, se atreviese a dejarlos más de lado y decidiese que la verdadera vileza, la verdadera monstruosidad, va a residir en los personajes.
“Time takes it all, whether you want it to or not. Time takes it all, time bears it away, and in the end there is only darkness. Sometimes we find others in that darkness, and sometimes we lose them there again.”
Es decididamente curioso que el libro tenga un inicio en el que se presenta a John Coffey como quien parece que va a ser el villano de la historia, un hombretón que ha violado y asesinado a dos niñas y tiene una apariencia, a ojos de todos, amenazante: pero que acaba por ser un trozo de pan, asustado de la oscuridad, tierno y adorable, arrepentido por su pasado, con cicatrices en todo su cuerpo y con un don que le hace ser preciado.
En contra, casi todo el resto de personajes se encuentran siendo seres despreciables, a todas luces grotescos por sus actos.
Esta forma que tiene King de poner todo el peso de la bondad en quien menos uno se espera, en Coffey, y de hacer que el resto de personajes se vean enturbiados por la crueldad (la cual, a ojos de Paul, es adictiva), es una obra de arte, y lo que mueve los engranajes más internos de esta obra.
Personajes entrañables son más bien pocos: algún carcelero, y, por supuesto, John Coffey.
Y los mejores personajes residen en la maldad contrahecha: Percy Wetmore ha sido un personaje tremendamente bien perfilado (yo tenía unas ganas horribles de borrarle esa sonrisa de la cara), William Wharton ha sido un personaje espeluznante y al mismo tiempo la guinda del pastel, y Delacroix, con su peculiaridad y sus genialidades, sin duda es otro personaje a quien aplaudir.
Otro gran personaje a mi parecer es Coffey, (se pronuncia como el café, pero se escribe diferente), sin quien esta novela no habría sido para nada la misma.
“About halfway through I broke down crying, which I hadn't expected. I was a little ashamed, but only a little;it was her, you see, and she never taxed me with the times that I slipped from the way I thought a man should be...the way I thought I should be, at any rate. A man with a good wife is the luckiest of God's creatures, and one without must be among the most miserable, I think, the only true blessing of their lives that they don't know how poorly off they are.”
Otro detalle que sin duda hace que el libro sea verdaderamente inquietante, así como maravilloso, es el final que acaban teniendo cada uno de los personajes, a veces justo, otras veces no, pero en casi todas las ocasiones fatídico.
Finalmente, queda hablar de la prosa del escritor, que creo que ha sido la más acertada.
Lo ha sido porque he notado que había más experimentación, más juegos de palabras, de saltos de párrafos e incluso de páginas, cierto tono socarrón en los momentos más violentos y una agresividad en el lenguaje que me dejaba seca la garganta y sin sangre en todo el cuerpo.
Hablando de la cual, las veces en las que salía sangre (y puedo asegurar que CORRE LA SANGRE), estaba descrita de escabrosa manera, era tremendamente realista.
Además de eso, ha habido muchos pasajes en la historia que me han dejado estremecida, como el mismísimo inicio en el que se escuchan los desgarradores lamentos de John Coffey sujetando los cadáveres desnudos de las dos niñas, y en especial los ataques, los golpes y las escenas de suspense tan afilado que había: en estas escenas, imperaban los gritos, el éxtasis, la adrenalina, las palizas, pero lo mejor de todo no era solo cómo a veces King narraba con cierta picardía, sino cómo los personajes eran descritos, sus ojos endiablados e infernales, o sus rostros blancos y fantasmagóricos, las lágrimas corriendo por las mejillas y el grito rompiéndoles la voz, así como puntualidades más desagradables como que del puro terror acabaran defecando, cómo el escritor se ensañaba a mostrar la "fealdad" de un joven, o las respiraciones agitadas de aquél que acaba de ser atacado y ha presenciado lo peor que podrían ver sus ojos en su vida.
No solo eso... es en este libro cuando me he dado cuenta del potencial que tiene la prosa de King, porque es precisa, porque puede estar hablando de cómo está desabotonada una camisa o de cómo una persona no se atusa el pelo y así analizar que ese hombre está a punto de cometer una atrocidad, y también puede estar hablando de escenas de tortura solo porque la víctima se había reído de la otra persona.
“It was sweet and lovely, that smile, perhaps the more so because it wasn’t complicated by much in the way of thought.”
Lo que más me gusta de todo es la voz que tiene Paul, que cede mucho espacio a la meditación y sobre todo al análisis de los personajes.
No entra en riña tanto sobre el bien y el mal, sino que expone, y da su opinión, sobre cómo eran cada uno de los sujetos que tuvieron importancia en ese oscuro octubre del 32.
Lo cierto es que, en pocas palabras, King consigue hacer que sepamos exactamente qué es lo que está pasando, qué es lo que ha cometido cierto personaje, cómo se está comportando y cuál es su aspecto.
“Working with him was sort of like trying to defuse a bomb with somebody standing behind you and every now and then clashing a pair of cymbals together. In a word, upsetting.”
En este libro, las apariencias externas tienen gran protagonismo, a veces completamente opuestas a cómo alguien es por dentro, y otras veces fieles a lo que esa persona está sintiendo y experimentando.
Hay descripciones muy breves, pero muy certeras, directas y sin cortarse ni un pelo, y la gran profesionalidad de la escritura me ha hecho ver que King es un escritor del que hay que seguir leyendo libros suyos.
Finalmente, las diferentes temáticas del libro estaban muy bien desarrolladas, y, lo que me gusta más, encarnadas en cada uno de los personajes: se habla sobre ternura e inocencia, donde entra John Coffey y Cascabel; y se habla también de la mezquinidad, de los deseos de aplastar a otros para sentirse mejor con uno mismo, de la cobardía y el comportamiento ruin de algunas personas a la hora de hacer empequeñecer con crueldad a otros para consolarse a sí mismos, como se puede ver sobre todo en Percy Wetmore.
Además de eso, se habla de la pena de muerte, la extirpación de derechos, la posibilidad de que haya condenas erróneas que lleven a inocentes a morir, lo que es correcto y lo que no, el deber que tenemos con otras personas y nuestra lucha interna por definirnos según los ideales sociales, salirse del camino y andar por los senderos de la corrupción moral, y la diferencia entre un espíritu honorable y bondadoso y la injusticia, y depravación, de personas dispuestas a acabar con la seguridad del otro.
En conclusión, La Milla Verde (también conocida como El Pasillo de la Muerte) es una novela donde entran en conflicto los valores humanos, la moralidad, la nobleza y la bondad con la crueldad, la vileza, la violencia y la mezquinidad, los malos tratos, las injusticias del sistema, y la batalla incansable por el poder, así como el vicio de la maldad y la falta de sensibilidad donde solo importa conseguir lo que uno se propone.
La Milla Verde ha sido una novelaza, con una exquisita ambientación claustrofóbica y oscurecida y unos personajes redondos, muy desarrollados y descritos de excelente manera.
Stephen King, con su adecuada, dura y acertada prosa, presenta una historia que me ha revuelto todo el cuerpo, cruel, injusta y también emotiva, donde el dolor y la terrible falta de empatía llevan a crear una de las mejores novelas que he tenido el placer de leerme en estos últimos meses.
Autor: Stpehen King
Editorial: Plaza & Janes Editores
Canción Identificada: Green Monster (Suicide Silence)
Sinopsis:
Octubre de 1932, penitenciaría de Cold Mountain. Los condenados a muerte aguardan el momento de ser conducidos a la silla eléctrica. Los crímenes abominables que han cometido les convierten en carnaza de un sistema legal que se alimenta de un círculo de locura, muerte y venganza. Y en esa antesala del infierno Stephen King traza una pavorosa radiografía del horror en estado puro.
Opinión:
“Sometimes there is absolutely no difference at all between salvation and damnation.”
Para ser más exactos, fueron un total de seis tomos, muy finos, los que representaban a este libro del aclamado Stephen King: La Milla Verde, la oportunidad de entrar en los terrenos de la más retorcida moralidad, de la pena de muerte, de la salvaje locura y de la venganza ruin.
Debido a la ya cierta edad de los tomos que encontré en esa casa (anciana por sus recuerdos, por los libros de polvo acumulado en ella), La Milla Verde se me presentó con otro nombre: El Pasillo de la Muerte, mala traducción de su tiempo pero cuyo contenido, y da igual el título, es igual de bueno que el del otro.
“It's strange how pain marks our faces, and makes us look like family.”
Así que ¿por qué no? Comencé el libro con las ganas revueltas, una sensación extraña en el cuerpo: sabía de la genialidad del escritor, porque había leído dos libros suyos anteriores, pero aun así no haber seleccionado por mi propia cuenta este libro me llevaba a la inconformidad.
Pero a veces estas cosas de ir a ciegas están bien, y ese fue el caso: lo que me encontré en las páginas de los seis tomos finísimos que formaban La Milla Verde fue algo que no me esperaba, ¡fue algo que me dejó a cuadros!
Y para bien, cabe decir: tengo la sensación de que La Milla Verde, debido a la historia tan cerrada, tan violenta y, digamos, más realista que otras del mismo autor, se ha convertido en el libro suyo que más me ha sorprendido, y puede que, por su estilo, que más me ha gustado.
“I'm rightly tired of the pain I hear and feel, boss. I'm tired of bein on the road, lonely as a robin in the rain. Not never havin no buddy to go on with or tell me where we's comin from or goin to or why. I'm tired of people bein ugly to each other. It feels like pieces of glass in my head. I'm tired of all the times I've wanted to help and couldn't. I'm tired of bein in the dark. Mostly it's the pain. There's too much. If I could end it, I would. But I can't.”
Es difícil decir, claro: me he leído El Resplandor, que es una novelaza, y me he leído It, que sin duda está entre sus obras magnas. Así que hablar de La Milla Verde comparándola con estas dos gemas es complicado.
Por tanto, creo que prefiero no hacerlo.
Tan solo diré que me ha gustado que el escritor orientase la novela a algo menos, digamos "mágico". Había cierto tono sobrenatural, como en casi todos sus libros, pero esa paranormalidad, esas habilidades sobrehumanas, sinceramente no hacían que la novela fuera de fantasía.
Al contrario, la novela me ha parecido la más realista de las tres que me he leído suyas, y la monstruosidad no estaba en seres paranormales, sino en la mismísima, cruda, no-mágica humanidad.
Y eso es lo que más me ha gustado.
“On the day of my judgment, when I stand before God, and He asks me why did I kill one of his true miracles, what am I gonna say? That it was my job? My job?” Pero empecemos la reseña ya, ¡venga venga!
No hay mejor forma de empezar la reseña en serio que comentando mi impresión grata con el libro, y lo que yo busco en un libro:
Tiendo a decantarme por libros duros.
La intensidad, la fuerza y el impacto que generan es algo que me encanta: me encanta sentir que un libro me deja sin fuerzas en el cuerpo, tirada de mala manera en el suelo como si me hubiese propinado el mayor golpetazo de toda mi vida.
Me encanta sentir el cuerpo frío por fuera, ardiendo por dentro de la aspereza de las palabras.
Adoro estremecerme con un libro, que llegue hasta mi médula y se quede retorciéndome los intestinos.
No busco ligereza en la literatura, aunque a veces ésta es de agradecer: no, lo que yo busco es brutalidad, salir del libro con el rostro pálido, ojeras destacables y labios temblorosos.
Eso he encontrado en La Milla Verde.
Por eso me ha gustado tanto.
“I believe that the combination of pencil and memory creates a kind of practical magic, and magic is dangerous.”
La Milla Verde está contada desde el punto de vista de Paul Edgecombe, narrador anciano que, en ya sus últimos años de edad y en estado debilitado, decide en su residencia comenzar a escribir sobre lo que ocurrió el inolvidable otoño de 1932, cuando trabajaba como carcelero en la penitenciaria de Cold Mountain, en la sección del Bloque E, que daba cabida a los hombres más peligrosos y crueles de todo el edificio: hombres que estaban sentenciados a acabar en la silla eléctrica.
Paul comparte este trabajo con sus compañeros Percy, Harry, Brutrus y Dean, así como con tres presos que marcarán el octubre de ese año: el peculiar Delacroix, el psicopático William Wharton, y el grandullón y aterrado John Coffey, cuyos ojos distantes y la continuidad de sus lágrimas no acaban de encajar con el horroroso crimen que ha cometido.
“We each owe a death, there are no exceptions, I know that, but sometimes, oh God, the Green Mile is so long”
Lo cierto es que cada parte de este libro, desde el inicio hasta el desenlace, la llevan los personajes.
La ambientación sin duda es todo un toque, con el marco de la historia cerrado y teniendo lugar en una sucia y metálica cárcel en los años 30, pero lo que causa el terror absoluto, lo que hizo que tuviera la piel de gallina y el corazón en la garganta, fueron cada uno de los personajes.
Se les odia.
No a todos, hay algunos que se salvan. Pero muchos son odiados. Muchos son detestados. Muchos son sanguijuelas aborrecibles.
Y esa es la verdad.
En otros libros de Stephen King (pudiendo hablar solo de los otros dos que me he leído, pero conociendo de la historia de otros muchos y así pudiendo orientarme a estatar esto), los personajes pueden ser considerados casi heroicos, tienen sus grandes defectos pero ante todo son personajes con los que uno acaba por sentir un amago de ternura.
¿En este libro? Hasta el propio narrador se ve capaz de dejar a alguien en una camisa de fuerza y un esparadrapo en la boca durante horas.
Y eso, siendo un narrador al que tengo entendido que muchos han cogido cariño (levanto la mano con esto).
Imaginaos, pues, lo que ya debe ser hablar del detestable Wharton, cuya crueldad no conoce límites, cuyo disfrute está en el dolor ajeno.
O ya puestos es imposible no hablar (y escupir en el suelo al mencionar su nombre) de Percy, que era sencillamente un hombre desquiciante, perverso y lo que es peor, en el lado de los supuestos "buenos", siendo sin duda el más despreciable y asqueroso de todos los personajes del libro.
“... when we say, 'I don't understand,' God replies, 'I don't care.' ”.”
Eso, contando con que tiene lugar en la mismísima Gran Depresión, y en una cárcel que lleva consigo la condena a la silla eléctrica, método de tortura antes de la muerte total, hace que la novela sea endiabladamente adictiva, y completamente del estilo de King.
Como admiradora que soy últimamente de novelas más bien realistas, sin tanta fantasía de por medio, me ha gustado que este escritor, a quien le es tan fácil escribir sobre elementos sobrenaturales, se atreviese a dejarlos más de lado y decidiese que la verdadera vileza, la verdadera monstruosidad, va a residir en los personajes.
“Time takes it all, whether you want it to or not. Time takes it all, time bears it away, and in the end there is only darkness. Sometimes we find others in that darkness, and sometimes we lose them there again.”
Es decididamente curioso que el libro tenga un inicio en el que se presenta a John Coffey como quien parece que va a ser el villano de la historia, un hombretón que ha violado y asesinado a dos niñas y tiene una apariencia, a ojos de todos, amenazante: pero que acaba por ser un trozo de pan, asustado de la oscuridad, tierno y adorable, arrepentido por su pasado, con cicatrices en todo su cuerpo y con un don que le hace ser preciado.
En contra, casi todo el resto de personajes se encuentran siendo seres despreciables, a todas luces grotescos por sus actos.
Esta forma que tiene King de poner todo el peso de la bondad en quien menos uno se espera, en Coffey, y de hacer que el resto de personajes se vean enturbiados por la crueldad (la cual, a ojos de Paul, es adictiva), es una obra de arte, y lo que mueve los engranajes más internos de esta obra.
Personajes entrañables son más bien pocos: algún carcelero, y, por supuesto, John Coffey.
Y los mejores personajes residen en la maldad contrahecha: Percy Wetmore ha sido un personaje tremendamente bien perfilado (yo tenía unas ganas horribles de borrarle esa sonrisa de la cara), William Wharton ha sido un personaje espeluznante y al mismo tiempo la guinda del pastel, y Delacroix, con su peculiaridad y sus genialidades, sin duda es otro personaje a quien aplaudir.
Otro gran personaje a mi parecer es Coffey, (se pronuncia como el café, pero se escribe diferente), sin quien esta novela no habría sido para nada la misma.
“About halfway through I broke down crying, which I hadn't expected. I was a little ashamed, but only a little;it was her, you see, and she never taxed me with the times that I slipped from the way I thought a man should be...the way I thought I should be, at any rate. A man with a good wife is the luckiest of God's creatures, and one without must be among the most miserable, I think, the only true blessing of their lives that they don't know how poorly off they are.”
Otro detalle que sin duda hace que el libro sea verdaderamente inquietante, así como maravilloso, es el final que acaban teniendo cada uno de los personajes, a veces justo, otras veces no, pero en casi todas las ocasiones fatídico.
Finalmente, queda hablar de la prosa del escritor, que creo que ha sido la más acertada.
Lo ha sido porque he notado que había más experimentación, más juegos de palabras, de saltos de párrafos e incluso de páginas, cierto tono socarrón en los momentos más violentos y una agresividad en el lenguaje que me dejaba seca la garganta y sin sangre en todo el cuerpo.
Hablando de la cual, las veces en las que salía sangre (y puedo asegurar que CORRE LA SANGRE), estaba descrita de escabrosa manera, era tremendamente realista.
Además de eso, ha habido muchos pasajes en la historia que me han dejado estremecida, como el mismísimo inicio en el que se escuchan los desgarradores lamentos de John Coffey sujetando los cadáveres desnudos de las dos niñas, y en especial los ataques, los golpes y las escenas de suspense tan afilado que había: en estas escenas, imperaban los gritos, el éxtasis, la adrenalina, las palizas, pero lo mejor de todo no era solo cómo a veces King narraba con cierta picardía, sino cómo los personajes eran descritos, sus ojos endiablados e infernales, o sus rostros blancos y fantasmagóricos, las lágrimas corriendo por las mejillas y el grito rompiéndoles la voz, así como puntualidades más desagradables como que del puro terror acabaran defecando, cómo el escritor se ensañaba a mostrar la "fealdad" de un joven, o las respiraciones agitadas de aquél que acaba de ser atacado y ha presenciado lo peor que podrían ver sus ojos en su vida.
No solo eso... es en este libro cuando me he dado cuenta del potencial que tiene la prosa de King, porque es precisa, porque puede estar hablando de cómo está desabotonada una camisa o de cómo una persona no se atusa el pelo y así analizar que ese hombre está a punto de cometer una atrocidad, y también puede estar hablando de escenas de tortura solo porque la víctima se había reído de la otra persona.
“It was sweet and lovely, that smile, perhaps the more so because it wasn’t complicated by much in the way of thought.”
Lo que más me gusta de todo es la voz que tiene Paul, que cede mucho espacio a la meditación y sobre todo al análisis de los personajes.
No entra en riña tanto sobre el bien y el mal, sino que expone, y da su opinión, sobre cómo eran cada uno de los sujetos que tuvieron importancia en ese oscuro octubre del 32.
Lo cierto es que, en pocas palabras, King consigue hacer que sepamos exactamente qué es lo que está pasando, qué es lo que ha cometido cierto personaje, cómo se está comportando y cuál es su aspecto.
“Working with him was sort of like trying to defuse a bomb with somebody standing behind you and every now and then clashing a pair of cymbals together. In a word, upsetting.”
Hay descripciones muy breves, pero muy certeras, directas y sin cortarse ni un pelo, y la gran profesionalidad de la escritura me ha hecho ver que King es un escritor del que hay que seguir leyendo libros suyos.
Finalmente, las diferentes temáticas del libro estaban muy bien desarrolladas, y, lo que me gusta más, encarnadas en cada uno de los personajes: se habla sobre ternura e inocencia, donde entra John Coffey y Cascabel; y se habla también de la mezquinidad, de los deseos de aplastar a otros para sentirse mejor con uno mismo, de la cobardía y el comportamiento ruin de algunas personas a la hora de hacer empequeñecer con crueldad a otros para consolarse a sí mismos, como se puede ver sobre todo en Percy Wetmore.
Además de eso, se habla de la pena de muerte, la extirpación de derechos, la posibilidad de que haya condenas erróneas que lleven a inocentes a morir, lo que es correcto y lo que no, el deber que tenemos con otras personas y nuestra lucha interna por definirnos según los ideales sociales, salirse del camino y andar por los senderos de la corrupción moral, y la diferencia entre un espíritu honorable y bondadoso y la injusticia, y depravación, de personas dispuestas a acabar con la seguridad del otro.
En conclusión, La Milla Verde (también conocida como El Pasillo de la Muerte) es una novela donde entran en conflicto los valores humanos, la moralidad, la nobleza y la bondad con la crueldad, la vileza, la violencia y la mezquinidad, los malos tratos, las injusticias del sistema, y la batalla incansable por el poder, así como el vicio de la maldad y la falta de sensibilidad donde solo importa conseguir lo que uno se propone.
La Milla Verde ha sido una novelaza, con una exquisita ambientación claustrofóbica y oscurecida y unos personajes redondos, muy desarrollados y descritos de excelente manera.
Stephen King, con su adecuada, dura y acertada prosa, presenta una historia que me ha revuelto todo el cuerpo, cruel, injusta y también emotiva, donde el dolor y la terrible falta de empatía llevan a crear una de las mejores novelas que he tenido el placer de leerme en estos últimos meses.
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 4.5/5
♫ Trama: 4/5
♫ Originalidad: 4.5/5
♫ Tensión: 4.5/5
♫ Tensión: 4.5/5
♫ Desenlace: 4.25/5
♫ Pluma: 4.75/5
VALORACIÓN PERSONAL: 9/10
Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos
VALORACIÓN PERSONAL: 9/10
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