Título: El Laberinto de las Aceitunas
Autor: Eduardo Mendoza
Editorial: Seix Barral
Canción Identificada: The Space Program (A Tribe Called Quest)
Sinopsis:
El planteamiento de El laberinto de las aceitunas es tan absurdo que permite cualquier atentado contra las normas del realismo, e incluso de la verosimilitud, como, por ejemplo, que sea el propio detective loco quien cuente su aventura en un estilo heterodoxo, vulgar y culterano. Huelga decir que se trata de un relato humorístico, remotamente emparentado con la literatura picaresca y el esperpento.
Eduardo Mendoza El laberinto de las aceitunas sitúa nuevamente en el centro de una espiral de intriga al detective manicomial y paródico que protagonizará El misterio de la cripta embrujada. Arrastrado por el azar más disparatado, en esta ocasión ha de enfrentarse a una desconocida red de maleantes que a toda costa trata de recuperar un maletín repleto de dinero y perdido en curiosas circunstancias. No es menos deslumbrante aquí que en sus obras anteriores la capacidad de Eduardo Mendoza para la escritura que contiene en sí su propia caricatura, a la vez que la de un género, el policiaco, y la de una sociedad multiforme, ridícula y degradante que sólo puede ser reconocida a través de los más variados registros expresivos. Pero su imaginación literaria va esta vez todavía más lejos: en un triple salto mortal llega, por la distorsión de la peripecia policial, no ya al reino del humor y el absurdo, sino al de la fabulación que roza, tras lo esperpéntico, el área del prodigio surreal.
Opinión:
El Laberinto de las Aceitunas es un libro avispado, hilarante y descabellado, que comienza de una manera y acaba de otra muy distinta, y en su recorrido presenta a personajes cada cual más demente y a propósitos y objetivos delirantes y perversos.
Leer a Eduardo Mendoza es como sumergirte en el terreno de la imposibilidad del sueño y encontrarte con un realismo cruelmente esperpéntico.
La novela comienza cuando nuestro protagonista, el pseudo-detective anónimo de un manicomio aparecido previamente en El Misterio de la Cripta Embrujada, es secuestrado en su mismísimo centro psiquiátrico y es conducido a un hotel donde un ministro le insta a hacer un pago en efectivo en Madrid el próximo día, otorgándole un maletín lleno de billetes y una serie de instrucciones.
Dicho maletín acaba complicando la historia: de estar lleno de dinero pasa a no estarlo, y así un buen fajo de personajes que dicen ser lo que no son acaban por tratar de conseguir el dinero, así atestando la novela de una comedia que de primera mano es simplona, una sucesión de acontecimientos disparatados e inconexos que acaban por forman toda una breve pero intensa novela, una acción alocada que desencadena una serie de momentos ilógicos e incomprendibles que, bien entrada la novela, acaban por tener la coherencia delirante que se puede esperar de esta novela tan curiosa, tan entretenida y tan llena de sorpresas.
Algo maravilloso del estilo del escritor es que trata la mayor vesania desde un punto de vista reflexivo aunque un tanto atolondrado: la prosa es muy elegante, contiene un léxico muy variado que, lleno de cultismos, también recoge una esencia del español y sus variantes con los personajes de distintas partes de la Península.
Su vocabulario es abundante, rico y lleno de significados, y perfila al detalle cada momento irregular de la novela: lo que suena a tontería, bajo el punto de vista del narrador, gracias a la prosa tan natural y llevadera, acaba por tener una coherencia inconcebible pero presente.
Dificultando lo simple, como ocurrió en la anterior novela de esta serie detectivesca e hilarante, la trama comienza a tener tonalidades mucho más complejas, dejando en ambigüedad algo que perfectamente se podría haber arreglado de otra manera.
De este exceso de enredos acaba por formar una de las tramas más humorísticas que he tenido el placer de leerme.
Uno de los puntos clave para, a mi parecer, entender a Mendoza es disfrutando del meticuloso detalle de las cosas más nimias, puesto que cada pormenor puede traer trascendencia en el desenlace, el cual acaba por ser, para desconcierto, mucho más intricado y enrevesado de lo que cabría esperarse.
No obstante, el premio a la brillantez se lo lleva el protagonista, descuidado, torpe, capaz de cualquier cosa con tal de seguir a ciegas sus obcecaciones. Lo fundamental de esta novela es el personaje: su descaro, su labia, su forma tan fría y tan poco sentimental con la que trata a las personas con las que se encuentra.
Pegado en sí mismo, nuestro anónimo personaje lleva la historia con una chispa y un humor destacables, cuyo atractivo es, precisamente, la manera en la que trata de aparentar normalidad cuando cada situación a su alrededor y en él mismo es, al fin del al cabo, del todo anómala.
Pese a estos intentos de encajar en lo banal, lo ordinario dista mucho de ser lo que se encuentra fuera del manicomio: secuestros, dinero en juego, y diferentes personajes excéntricos continúan a su personaje y se meten en una historia que no conoce freno para la rareza.
El humor que resalta en el protagonista es precisamente burlarse de su forma de ser "patética", sus confesiones y los puntos tan extremos a los que llega, arrastrado como siempre acaba por el argumento.
Singularmente lírica en algunas partes, la novela se hace breve, absurda y descomedida, una parodia de las novelas negras que en este caso se desmelena con su final y acaba presentando una burla desproporcionada que, sin embargo, saca risillas incrédulas como bien se ha propuesto.
El Laberinto de las Aceitunas es un libro que trata mucho sobre el contraste: la disparidad de los personajes, sus otras personalidades y sus objetivos poco claros pero ambiciosos llevan a aventuras impensables, insólitos pasajes y momentos de encierro donde, cuando debería haber un momento tranquilo para ordenar los pensamientos, la angustia lleva a más momentos hilarantes.
En esta novela, a diferencia de la anterior, lo satírico es menos incisivo, busca únicamente atraer por las extravagancias y lo irracional, aún dedicándose a volver al personaje más lejano a nosotros, más inusual, inaudito e ilusorio, como un alienígena en un mundo de demasiada ordinariez.
Aun así, he echado en falta más detalles sórdidos, más humor mordaz: la agudeza de esta obra era algo más simple, aunque esta sencillez ha logrado sorprenderme de una manera que la otra no pudo hacer. Claramente catalogado como "humor absurdo", hay que tener una determinada predilección ante lo descabellado para seguir el hilo de la trama. Pero una vez te metes, ya no paras de reírte.
Nuestro personaje, obstinado hasta el punto más chocante, vuelve a ser un antihéroe inusual en la literatura, que no conoce límites y que no distingue entre el bien y el mal, y así lleva a la investigación más superlativa, y más cómica, que me he encontrado en mucho tiempo.
Autor: Eduardo Mendoza
Editorial: Seix Barral
Canción Identificada: The Space Program (A Tribe Called Quest)
Sinopsis:
El planteamiento de El laberinto de las aceitunas es tan absurdo que permite cualquier atentado contra las normas del realismo, e incluso de la verosimilitud, como, por ejemplo, que sea el propio detective loco quien cuente su aventura en un estilo heterodoxo, vulgar y culterano. Huelga decir que se trata de un relato humorístico, remotamente emparentado con la literatura picaresca y el esperpento.
Eduardo Mendoza El laberinto de las aceitunas sitúa nuevamente en el centro de una espiral de intriga al detective manicomial y paródico que protagonizará El misterio de la cripta embrujada. Arrastrado por el azar más disparatado, en esta ocasión ha de enfrentarse a una desconocida red de maleantes que a toda costa trata de recuperar un maletín repleto de dinero y perdido en curiosas circunstancias. No es menos deslumbrante aquí que en sus obras anteriores la capacidad de Eduardo Mendoza para la escritura que contiene en sí su propia caricatura, a la vez que la de un género, el policiaco, y la de una sociedad multiforme, ridícula y degradante que sólo puede ser reconocida a través de los más variados registros expresivos. Pero su imaginación literaria va esta vez todavía más lejos: en un triple salto mortal llega, por la distorsión de la peripecia policial, no ya al reino del humor y el absurdo, sino al de la fabulación que roza, tras lo esperpéntico, el área del prodigio surreal.
Opinión:
El Laberinto de las Aceitunas es un libro avispado, hilarante y descabellado, que comienza de una manera y acaba de otra muy distinta, y en su recorrido presenta a personajes cada cual más demente y a propósitos y objetivos delirantes y perversos.
Leer a Eduardo Mendoza es como sumergirte en el terreno de la imposibilidad del sueño y encontrarte con un realismo cruelmente esperpéntico.
La novela comienza cuando nuestro protagonista, el pseudo-detective anónimo de un manicomio aparecido previamente en El Misterio de la Cripta Embrujada, es secuestrado en su mismísimo centro psiquiátrico y es conducido a un hotel donde un ministro le insta a hacer un pago en efectivo en Madrid el próximo día, otorgándole un maletín lleno de billetes y una serie de instrucciones.
Dicho maletín acaba complicando la historia: de estar lleno de dinero pasa a no estarlo, y así un buen fajo de personajes que dicen ser lo que no son acaban por tratar de conseguir el dinero, así atestando la novela de una comedia que de primera mano es simplona, una sucesión de acontecimientos disparatados e inconexos que acaban por forman toda una breve pero intensa novela, una acción alocada que desencadena una serie de momentos ilógicos e incomprendibles que, bien entrada la novela, acaban por tener la coherencia delirante que se puede esperar de esta novela tan curiosa, tan entretenida y tan llena de sorpresas.
Algo maravilloso del estilo del escritor es que trata la mayor vesania desde un punto de vista reflexivo aunque un tanto atolondrado: la prosa es muy elegante, contiene un léxico muy variado que, lleno de cultismos, también recoge una esencia del español y sus variantes con los personajes de distintas partes de la Península.
Su vocabulario es abundante, rico y lleno de significados, y perfila al detalle cada momento irregular de la novela: lo que suena a tontería, bajo el punto de vista del narrador, gracias a la prosa tan natural y llevadera, acaba por tener una coherencia inconcebible pero presente.
Dificultando lo simple, como ocurrió en la anterior novela de esta serie detectivesca e hilarante, la trama comienza a tener tonalidades mucho más complejas, dejando en ambigüedad algo que perfectamente se podría haber arreglado de otra manera.
De este exceso de enredos acaba por formar una de las tramas más humorísticas que he tenido el placer de leerme.
Uno de los puntos clave para, a mi parecer, entender a Mendoza es disfrutando del meticuloso detalle de las cosas más nimias, puesto que cada pormenor puede traer trascendencia en el desenlace, el cual acaba por ser, para desconcierto, mucho más intricado y enrevesado de lo que cabría esperarse.
No obstante, el premio a la brillantez se lo lleva el protagonista, descuidado, torpe, capaz de cualquier cosa con tal de seguir a ciegas sus obcecaciones. Lo fundamental de esta novela es el personaje: su descaro, su labia, su forma tan fría y tan poco sentimental con la que trata a las personas con las que se encuentra.
Pegado en sí mismo, nuestro anónimo personaje lleva la historia con una chispa y un humor destacables, cuyo atractivo es, precisamente, la manera en la que trata de aparentar normalidad cuando cada situación a su alrededor y en él mismo es, al fin del al cabo, del todo anómala.
Pese a estos intentos de encajar en lo banal, lo ordinario dista mucho de ser lo que se encuentra fuera del manicomio: secuestros, dinero en juego, y diferentes personajes excéntricos continúan a su personaje y se meten en una historia que no conoce freno para la rareza.
El humor que resalta en el protagonista es precisamente burlarse de su forma de ser "patética", sus confesiones y los puntos tan extremos a los que llega, arrastrado como siempre acaba por el argumento.
Singularmente lírica en algunas partes, la novela se hace breve, absurda y descomedida, una parodia de las novelas negras que en este caso se desmelena con su final y acaba presentando una burla desproporcionada que, sin embargo, saca risillas incrédulas como bien se ha propuesto.
El Laberinto de las Aceitunas es un libro que trata mucho sobre el contraste: la disparidad de los personajes, sus otras personalidades y sus objetivos poco claros pero ambiciosos llevan a aventuras impensables, insólitos pasajes y momentos de encierro donde, cuando debería haber un momento tranquilo para ordenar los pensamientos, la angustia lleva a más momentos hilarantes.
En esta novela, a diferencia de la anterior, lo satírico es menos incisivo, busca únicamente atraer por las extravagancias y lo irracional, aún dedicándose a volver al personaje más lejano a nosotros, más inusual, inaudito e ilusorio, como un alienígena en un mundo de demasiada ordinariez.
Aun así, he echado en falta más detalles sórdidos, más humor mordaz: la agudeza de esta obra era algo más simple, aunque esta sencillez ha logrado sorprenderme de una manera que la otra no pudo hacer. Claramente catalogado como "humor absurdo", hay que tener una determinada predilección ante lo descabellado para seguir el hilo de la trama. Pero una vez te metes, ya no paras de reírte.
Nuestro personaje, obstinado hasta el punto más chocante, vuelve a ser un antihéroe inusual en la literatura, que no conoce límites y que no distingue entre el bien y el mal, y así lleva a la investigación más superlativa, y más cómica, que me he encontrado en mucho tiempo.
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 4/5
♫ Acción: 3/5
♫ Trama: 3/5
♫ Originalidad: 3/5
♫ Desenlace: 3/5
♫ Pluma: 3.75/5
VALORACIÓN PERSONAL: 7.25/10
Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos :3
VALORACIÓN PERSONAL: 7.25/10
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