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domingo, 20 de septiembre de 2020

Reseña: The Last Sun

 


RESEÑA:
THE LAST SUN


Título:  The Last Sun (The Tarot Sequence #1)
Autor:  K. D. Edwards
Editorial:  Prometheus Books
Canción Identificada:  I Am the Sun (Black Light Burns)


The Last Sun

Sinopsis:

Rune Saint John, last child of the fallen Sun Court, is hired to search for Lady Judgment's missing son, Addam, on New Atlantis, the island city where the Atlanteans moved after ordinary humans destroyed their original home.

With his companion and bodyguard, Brand, he questions Addam's relatives and business contacts through the highest ranks of the nobles of New Atlantis. But as they investigate, they uncover more than a missing man: a legendary creature connected to the secret of the massacre of Rune's Court.

In looking for Addam, can Rune find the truth behind his family's death and the torments of his past?




Opinión:

Whooo-hooo-hooo!

Tanto tiempo llevaba esperando conseguirlo, ¡y finalmente lo he podido leer!

The Last Sun es un libro que cogí con muchas ganas... y que leí con aún más emoción. Consiste en una lectura ligera, divertida, elocuente y muy avispada, con una ambientación maravillosamente buena, original y muy certera, y unos personajes que ¡por favor! es imposible no amar a cada uno de ellos... y los que son más malos que buenos, pues en fin, ¡también resultan igual de interesantes! Y la prosa, por otro lado, es muy fácil de seguir, tiene mucho ritmo y mucha desenvoltura, y todas estas cosas hacen que este libro me haya sorprendido mucho, y que lo haya leído con ganas... con ganas ganas, ¡he estado sin pegar ojo pensando en el qué pasaría cada noche en la que disfrutaba de la lectura!

Así pues, me gustaría dar una buena bienvenida a mi estantería a The Last Sun, un libro ágil, divertido, y con mucha fluidez, que tiene todos los ingredientes necesarios para hacer de él una lectura arrebatadora.



¿De qué trata?

Como siempre, empezamos por el principio: ¿de qué va esta lectura? 

Hablando de su género uno se puede hacer rápidamente a la idea: fantasía urbana, es decir, que tiene todo tipo de criaturas de leyendas urbanas y de mitología diversa, como son los elementales, los gólems, los liches, los esqueletos, los feéricos, los dragones, etc. Y todo ello... en nuestro propio mundo, en el presente. 
Es decir, una mezcla fantástica de la fantasía conocida (licántropos, demonios, magia y poder oscuro) con el día a día de uno (llamadas telefónicas, empresas multinacionales forradas de dinero, mafias, bares nocturnos, fiestas, barbacoas, y demás). 

Jugoso jugoso.

Aun con todo, un género que no suele interesarme demasiado es la fantasía urbana, puede que porque hace varios años leí demasiados libros de ella, o puede que porque he acabado viendo a cada uno de ellos como copias de los demás... Al final, que existan siempre los mismos seres fantásticos le quita un poco la originalidad al asunto... ¿no?

NO.

Porque K. D. Edwards lo que hace en este libro es añadir un elemento crucial: la Atlántida. 

Una Atlántida moderna y con buena tecnología, recién erigida de sus cenizas, con sus propias castas, sus propias organizaciones, sus propias jerarquías y sus tan interesantes sistemas sociales. Nuevas costumbres, nuevas rutinas, nuevos poderes, nuevo ambiente. La Atlántida ha resurgido tras una atroz y reciente guerra entre humanos y atlantes: New Atlantis comienza un nuevo periodo... y puede que corra más peligro del que se cree. 


La historia presenta al protagonista, Rune Saint John, un scion, es decir, una persona de gran poder que proviene de una de las cortes en las que se divide este fantástico mundo. Rune es el heredero y el único superviviente de su corte, la cual fue atacada cuando él era más joven, quedando en ruinas, en tragedia, y en un evento traumático que no desea más que olvidar
Con cicatrices imborrables, Rune ha aprendido a apañárselas solo en una comunidad que no protege ni ayuda a las víctimas, sino que las señala y las usa como objeto de interés. 

“The thing you must never forget about Atlantean culture is that we don’t coddle our victims. Victims are quarantined and cast out, their defeat viewed as a genetic defect.”

No está solo, de todas formas: su leal -y demasiado sobreprotector- acompañante, Brand, entrenado desde su nacimiento para ser su guardaespaldas, ha estado siempre fiel a su lado, y los dos juntos han acatado las órdenes de the Tower, un hombre de gran poder que les envía misiones a cambio de una considerable suma de dinero. 


Mercenarios y detectives privados, Rune y Brand deben investigar la desaparición de Addam, el hijo de Lady Justice, lo cual les llevará a un problema mucho más siniestro de lo que de primeras se concebía... un problema que parece estar demasiado ligado al propio Rune... pudiendo hacer despertar las memorias de su pasado (las cuales estaban mejor sepultadas), y pudiendo revelar algo oculto y sellado del mismo...



Una trama ágil, interesante, y con muchas capas

Hay dos cosas que me encanta que tengan los libros, sean del género que sean: la primera, que la trama, aunque inicialmente parezca sencilla, se vaya complicando por momentos y esconda más de lo que de primeras deja ver... y la segunda cosa que adoro es que los problemas, la trama y el propio conflicto acaben estando ligados de manera más insospechada de lo que se creía con el protagonista. 

Pues bien, esto ha sido lo que me he encontrado en este libro, y es una razón más de que me haya enamorado tanto de la historia de K. D. Edwards. 

La trama tiene numerosas capas; el conflicto central está en la búsqueda de Addam y de aquél que parece haberle secuestrado, pero luego hay más cosas que se cuecen por la historia... por ejemplo, que Lady Lovers haya entregado a su nieto adolescente, Matthias, a Rune y a Brand, para que sea cuidado hasta su mayoría de edad (en una artimaña de engaño de la que no se pueden librar), y que le estén comenzando a coger cariño... y luego, que las fuerzas que parecían haberse enemistado con el desaparecido Addam parezcan haber cambiado su punto de mira... teniendo más interés del deseado en Rune. 

Todo comienza a irse de madre. Y eso es algo que sinceramente ADORO que pase en una lectura.


La trama, pese a las diversas capas que tiene, se hace bastante fácil de seguir, es ligera, ágil, y muy entretenida. Todo ello es gracias a la manera tan desenvuelta y divertida que tiene K. D Edwards de contar las cosas, haciendo que no hubiese página en la que yo no sonriese con ternura hacia los personajes, o que me echase a reír por sus alocadas ocurrencias. 

Es una historia que se lee en un pis pás, que tiene mucha, mucha acción (mucha más de la que me esperaba, y eso que ya me imaginaba una historia acelerada), y que domina muy bien el tema del misterio, habiéndome dejado con la intriga en cada parte del libro... porque cuando un misterio queda "más o menos" resuelto, viene otro más grande... y claro, se fueron amontonando hasta que llegué al final, donde terminé el libro con las ansias de comenzar el siguiente... por ver si algo quedaba un poco más resuelto. Aún hay muchas cosas que arreglar, pero el misterio central de este libro, al menos, ha quedado bien atado.


Ya he comentado que el ritmo de la historia es muy acelerado, pero no es brusco, y está bien medido. Eso quiere decir que K. D. Edwards sabe perfectamente cómo alternar una escena de acción, de heridas, de sangre y de muerte con otra mucho más pausada, con dulzura, diversión, e incluso tiznes de romance cuando hacen falta. Lo que es un verdadero alivio, porque de una escena a otra al fin podía descargar toda la tensión que tenía acumulada.

“He said, “Look six ways before crossing the fucking street.”
“I will.”
“Don’t forget down. You always forget to look down.”
“I will,” I said. He was always uneasy when I left the house without him. If I ever got hurt when he wasn’t around, I wouldn’t even be allowed to the bathroom without an escort for the next six months.”


Si eso, podría yo comentar que he sentido que la acción iba y venía con demasiada frecuencia, a veces sentía que la acción estaba metida a la fuerza para que el lector no leyese demasiadas partes más aligeradas... Yo adoro la acción, pero mucha me acaba agotando, en especial con tantas narraciones de escenas de lucha. 

Con todo, la verdad es que The Last Sun no abusa en nada, la acción está bien medida y hay mucho, mucho espacio para las progresiones de los personajes. Cosa que yo, personalmente, valoro por encima de todo lo demás.

Aun así, he acabado sin aire en los pulmones de tanto frenesí, jajaja. Pero en serio, ha sido una lectura sensacional.




Una ambientación muy diversa, muy original, y pura fantasía urbana

Aviso: antes de leer el libro, se requiere coger una buena bocanada de aire... el ritmo de la novela es acelerado, frenético e impetuoso, arrastra a los personajes y al lector a un torbellino de peligros que deja con el corazón en la garganta y con el miedo en cada centímetro de la piel. 

Es lo que yo denominaría como una novela con el "culo inquieto", en el sentido de que nunca se detiene durante más de dos minutos; en seguida vuelve la marcha, las prisas, las huidas y las persecuciones y las luchas y las peleas y los duelos a vida o muerte... Y claro, apenas si puedo respirar tranquila. 

“The human world never figured out the phenomenal expense it took to create New Atlantis, or the unlikelihood that it would ever be possible again. To them, it looked as if we pulled our Gotham out of a cereal box. They saw their abandoned buildings turn into craters overnight, and assumed that that was the sort of thing we would always be capable of doing.
Not a bad rep to have.”


La ambientación es magnífica. Al inicio, me costó un poco entrar en la novela, porque empecé a tener mis prejuicios con que fuera demasiado ligera, demasiado al grano sin pausa para enmarcar la historia... No fue el caso, me encontré con la delicia de su rico mundo interior. 

El autor es práctico y muy explicativo, todo su sistema de magia tiene muy buenas bases, eso quiere decir que tiene limitaciones, detalles, y muchas cosas que puntualizar. 
K. D. Edwards a mi parecer ha hecho un excelente trabajo dando forma a su mundo, y ha sido una maravilla poder detenerme en la novela a leer unos pocos párrafos de cuando en cuando en los que Rune hablaba de toda la infraestructura de la nueva Atlántida. 
Se explica toda clase de cosas, hasta detalles más nimios: se habla de sus edificios, de sus liderazgos, de sus etiquetas, de sus decoros, de sus habitantes, de sus comercios, de su economía, de su moda, incluso de las visiones sociales algo diferentes que se tienen con respecto a la identidad de género. 

Todo queda muy bien atado, muy redondo, y me gusta porque creo que aún quedan muchas más cosas que explorar (aún más de todas las que he averiguado), y para eso tenemos muchos otros libros de la saga... estoy muy, muy emocionada de seguir con ella.

“A bolt of magic—a bolt of visible, brilliant magic—shot into the clouds with strobe-bright intensity. The eye of the storm boiled. It began fraying first into snatches of indeterminate color, and then into vibrant shades of blue. Afternoon sunshine poured down. Shadows ripped wide.”


Es más, algo absolutamente exquisito de la novela, al menos según mis gustos, es que no se contenta con un solo escenario, sino que la lucha y la investigación tiene lugar en diversos lugares... podemos encontrarnos tanto con bloques de edificios de empresarios estirados hasta lugares de magia salvaje y peligrosa llenos de vegetación con un clima agitado y nunca fijo. 

Los personajes se mueven por los distintos escenarios con lógica, siguen pista tras pista un camino que sumerge al lector en una narrativa maravillosamente original, que, como digo, puede pasar de escenarios urbanos y conocidos (como bares de noche, o pubs engañosos y peligrosos) a otros mucho más complejos y extraños, tales como una especie de mansión encantada de magia violenta y salas de tortura donde te puedes tanto encontrar a varios esqueletos saliendo del suelo o a un tío en una sala bailando con cascos sin camiseta. 

Porque en este libro así funcionan las cosas; porque en este libro el factor sorpresa es algo hilarante y tierno y peligroso y muy bueno. La ambientación me ha parecido digna de un fuerte aplauso.




Unos personajes inolvidables, avispados, divertidos y muy destacables

Para mí, son cruciales los personajes en una historia. Soy así de humanista. Y más aún se necesitan buenos, buenísimos personajes si quieres que la historia tenga mucha chispa... The Last Sun tiene tanta chispa que parece el interior de un intenso cableado eléctrico, o como si Electro, el de Marvel, hubiese dotado a cada palabra de algo electrizante, divertido y único. 

Hay mucho ritmo en la historia, mucha jovialidad, mucho encanto. Todo esto es posible única y exclusivamente por los personajes: cada uno de ellos son extraordinarios.


Es curioso, pero hay muy pocos libros en los que me hayan gustado tooodos y cada uno de los personajes, y éste ha sido uno de ellos. Y no me refiero a que todos me hayan parecido buenas personas, o simpáticos o lo que sea; me refiero que cada personajes de este libro era único, estaba muy bien definido, y tenía muchísimo que aportar a la historia. Claro que hay granos en el culo en la novela... Geoffrey, te miro a ti, encanto, anda que no me has hartado. Pero me ha parecido que cada uno de los personajes eran esenciales.

“What is it we need to talk about, Lord Sun?”
“Matthias, this isn’t an eighties sitcom. I can’t casually accept an orphan into my house for comic relief.”

En realidad, en The Last Sun hay muchos personajes que cuentan como principales: Rune, osado, carismático, y obstinado; Brand, sobreprotector, algo gruñón pero con un corazón de oro; Addam, arrojado, sentimental y tierno; Matthias, inocente, inseguro y leal; Ciaran, peculiar, altanero y orgulloso... incluso el propio the Tower, misterioso, poderoso e imponente. 
Y tengo ganas de ver si Quinn llega a tener más importancia en la historia... Quinn ha sido una ricura de personaje, es tierno, dulce y está lleno de extravagancias. Entenderle cuesta horrores, pero le quiero con locura.

“I have the healing kit,” he called. “I heard you were attacked. I want to help.” “Then kick yourself in the ass really fucking hard,” Brand said. “I told you to stay put.”

Y, ¿soy la única que cree que Matthias y Quinn van a hacer una gran pareja juntos, sea de la forma que sea? Les auguro muy buenas cosas, estoy deseando volver a verles en acción.


Pese a que yo diría que los tres personajes que primero he mencionado son los más importantes, todos estos personajes son esenciales en la historia, hacen de ella la súper novela tan divertida, tan desenvuelta y tan llena de comentarios ingeniosos, sarcasmos, burlas y sonrisas ladeadas que es. 


Como punto negativo, tengo que sacar que me hubiese gustado que se diese algo más de protagonismo a algún personaje femenino... Había bastantes pocos dignos de mención, realmente que salieran más de una vez estaban tan solo estaban Ella y Queenie, y ellas no estaban en casi la mayor parte del libro. 
Estaría genial que a todo ese grupo tan tan FORMIDABLE que hay se le añadiese alguna mujer, K. D. Edwards me ha dejado claro en este libro que sabe perfectamente cómo dar forma a una y cómo hacer que sea tan sensacional como cualquier otro personaje, y estaría genial saber de alguna de ellas... 

Por lo demás, nada que decir, creo que he amado tanto, tanto, tantísimo a los personajes que tengo todo el corazón derretido de ternura.

Si tengo que destacar las mejores relaciones, me quedo con la de Rune con Brand, y con la de Rune con Addam. 


Me ha sorprendido enormemente un detalle en la relación que Rune tenía con Brand: no se ocultaban nada el uno del otro. Por supuesto que cada uno tenía su intimidad, pero, para lo importante, ninguno actuaba con reservas. He observado que en otros libros a veces los personajes se mienten entre sí para ocultar información al otro, aunque solo sea para protegerlo... Pero incluso cuando cualquier otra persona habría callado lo que sabe, Rune contaba con Brand para cualquier cosa, confesándole sus miedos y advirtiéndole de que iba a ser peligroso para Brand seguirle a donde iba a ir. No se guardaban nada el uno del otro, se confiaban todo lo que fuera necesario. 
Y además... cómo se salvaban el trasero el uno del otro todo el rato. Y los comentarios que se hacían, y cómo se chichaban, y lo mucho, mucho que se querían. Es de estas parejas en la literatura que sabes que, siempre que estén juntos, no pasará nada, serán imparables.

“Brand’s my partner,” I said. “Not just a Companion. He comes with me.”
“Plus,” Brand said, “I hear all the cool bodyguards love to shut their clients in a strange room with a strange man. Extra points when zombies are involved.”

En cuanto a Rune con Addam... la relación no iba tanto a las bromas, sino más a la delicadeza, al flirteo, al cariño. 
Addam es una persona muy sensible  que expresa siempre lo que siente, y eso es muy bueno, aunque a veces pueda incomodar a Rune. Con todo, Addam aprende a dejar su espacio a Rune... y se apoyan en todo momento. Y también se salvan el trasero el uno al otro, claro. En este libro, todos lo hacen: todos forman una familia irrompible.

Me gusta esa palabra para describir las relaciones de los personajes: familia. Realmente, son eso. Se protegen, luchan por el otro, se cuentan cosas y se ríen del otro chichándose con amor. Son un grupito muy bueno, muy, muy diverso. De todas las edades, de todo tipo de personas. 
Cada personalidad está muy bien trazada, cada personaje que aparece en el libro es muy diferente al anterior, y eso hace que, en cierto sentido, la lectura sea muy... colorida. No hay uno igual; a cada cual le gustará más uno que otro... K. D. Edwards hace un trabajo inmenso al hacer de cada personaje una persona real, con muchísimas facetas, a la que da mucho juego en la historia. Y es que nadie se queda atrás, ni quienes de primeras parecen ser más secundarios.

Así pues, cada uno de los personajes tenía su propio rol, su propia personalidad, había algunos a los que cogía manía, otros a los que no podía ver ni a cien metros de distancia, y otros a los que yo acaba amando con tanta intensidad que es de locos.


Y a quien más he amado es a Rune. Sin duda. Rune es un encanto, es valiente, es cabezota, es tierno y es muy buena persona. Y ¡cuánto me he reído con él! Terminé ayer el libro y ya lo echo taanto  de menos... :(
Rune tiene muchas cosas que mostrar de sí mismo, en este he sabido de su dolor, y también de sus fortalezas, pero aún queda mucho que quiero descubrir... de lo que está por llegar... y de lo que él mismo nos esconde a todos...

“My lord, just to be clear,” one of the uniformed men said, “the gargoyle entered the premises from over here.”
I said, “Entered the premises? It pulled itself off the wall. Right there. In the spot with the monster shaped cut-out.”


Así que... momentos tiernos, como cuando Rune y Brand repasan su relación y el largo recorrido que han hecho juntos; momentos divertidos, como el tono de llamada de Darth Vader de Brand, o la torpeza que tiene Rune con las tecnologías, o en verdad cada comentario que se hace de cuando en cuando en las conversaciones; y momentos dolorosos, como el propio final, cuando conocemos un poco más del pasado de Rune, y de todo lo que parece ocultarnos... 

Algo es incuestionable: estos personajes han cobrado vida, se mueven por ellos mismos, dirigen la novela por completo, y hacen de ella todo lo extraordinaria que es.




Una prosa ligera, divertida, tierna y dinámica

Un libro no es nada, pero nada, sin un estilo propio. La prosa es la que marca la atmósfera del libro, su estilo, su vitalidad. Es lo que hace a un libro diferente al otro. Es esencial.

El estilo de K. D. Edwards es muy único, es avispado, real, divertido, sencillo y cálido. Me lo he pasado realmente bien leyendo este libro, como pocos me lo han hecho pasar. Me he sentido muy acogida en la narrativa, parte del mundo, uno más entre los personajes. K. D. Edwards me ha hecho sentir bienvenida, me ha llenado por dentro de alegría y de amor y de todo tipo de emociones (buenas y malas a partes iguales, reales todas ellas), y, sobre todo, ha hecho de esta lectura algo formidable. Algo que, como a mí me gusta resaltar, tiene "chispa": la prosa de K. D. Edwards tiene personalidad, tiene firma propia, mucha dulzura y mucha pólvora. El autor sabe alternar escenas tiernas con otras de pura adrenalina, y sabe cómo hacer que el lector tenga en todo momento el corazón en vilo.

Pese a que hay cosas que no me convencen, detalles nimios, como por ejemplo cómo describe cuando Rune muestra su Aspecto (me parece demasiado poco original, luz y fuego y realmente ya está) o cuando habla de su poder (a veces lo hace de una manera... demasiado común), sinceramente, K. D. Edwards tiene muchísimo talento, al que tiene que seguir dando juego. 

“I whispered, “Burn.” The draug’s face began to smoke. Patches of skin peeled away from jawbone and incisors. Its hair clumped and curled into tight, foul nubs. It died into a blur of smoldering darkness. Everyone went quiet. As the light dimmed—my light, the light that was me—it took conscious effort not to sag. “Just curious,” I said in a shaky voice. “Were my eyeballs burning?” “Yes, they were burning,” Addam whispered in awe. “You were burning.”


Por ejemplo, algo único de este libro es el tipo de comparaciones que hace... comparaciones mundanas, donde saca cosas cotidianas y las pone en un marco en el que quedan genial. Por ejemplo, cuando dice:

"Saying I was eager to know why Quinn had sent me Ciaran's way was a grim and curious statement, like wondering if your microwave was hot enough to cook your cat, or wether a pair of scissors was sharp enough to cut off your finger."

Hace algo muy urbano con el lenguaje, muy elocuente, muy divertido. K. D. Edwards, pese a que de momento pase inadvertido entre otros escritores, tengo la sensación de que poco a poco va a dejarse ver, y, cuando eso pase, estaré deseosa de que todo el mundo pueda conocer más de su estilo y de todo el gran universo fantástico que ha creado.



Temáticas que llegan a cada uno de nosotros

Pese a mis reticencias con la fantasía urbana como género, tengo que admitir una cosa... dentro de todo el tipo de fantasía que hay en la literatura, la fantasía urbana es idónea para jugar con conflictos sociales de nuestro mundo actual, tratándolos desde una visión más novedosa.

K. D. Edwards no se ha contentado con la pedazo historiaca de delicias que nos ha ofrecido, sino que además le ha añadido el enfoque crítico, la ambientación más compleja... 

En este primer libro los temas ha tratar han sido unos cuantos, y algunos, por ser más delicados, los ha tratado con mayor cuidado y de manera menos elaborada. 
Con todo, hay muchas cosas que han estado muy bien exploradas: amistad, fraternidad, amor, recobrarse de una experiencia traumática, confianza, fe en uno mismo, y ánimos de seguir luchando por los demás pero sobre todo por ti mismo. 

Se tratan temas como el abuso sexual, el ofrecimiento de drogas a menores en locales, el negocio turbio de los casamientos forzados, el grave problema de denigración de la mujer, la discriminación de algunos grupos sociales, los prejuicios, el maltrato psicológico, incluso se saca el creciente problema de la anorexia... 

Como se ve, hay muchos temas duros para leer en un libro, y es por eso por lo que enfatizo que esta lectura es ligera, apaña muy bien todo esto: lo critica, le da algunos razonamientos y a veces incluso inicia luchas para poder freno estos problemas, pero lo hace de manera ligera, no se recrea en estas cosas y hace que la lectura siga teniendo ese tono facilón y de humor que a mí tanto me ha enamorado.

“Don’t you do it, Rune,” Brand said without having to ask what I was thinking. “Don’t you fucking dare.”
“I’m just going to wait. Over there.”
“I’m fucking serious. Get the fuck out of there.”
“Right over there.” I pointed innocently.
“I will shoot you in the ass, the goddamn ass! I will shoot you in the ass, and you’ll be shitting through an inner tube for weeks!”
“I’ll be right back,” I said.
“In! The! Ass!”
I headed for the secret room.”

Parecerá una tontería, pero de verdad que admiro a autores como K. D. Edwards que, pese a que en sus escritos emplean el humor, la diversión y la facilidad, pueden perfectamente acoplar ciertos tonos oscuros, ciertos tonos difíciles, para dotar a la novela de dimensiones más reales y presentes.


Muy en serio digo esto. Tratar estos temas no es fácil, menos aún si uno quiere hacer de la lectura algo divertido y rápido de leer, pero K. D. Edwards lo consigue, y es algo que admiro mucho de él.



Conclusión

En conclusión, The Last Sun es una novela muy divertida, muy suelta, atrevida, graciosa, y con grandes dosis de acción, momentos tiernos, y otros de gran progresión de los personajes. 
La prosa es muy buena, es directa, fluida, y dinámica, tiene muchos puntos fuertes en cada página y una manera de narrar la historia desenvuelta y muy, muy entretenida. 
Los personajes son las joyas de la novela, de todas formas: llenos de carácter, de personalidad, y de momentos sensacionales, son muy reales, muy humanos y muy únicos.

No me queda más que decir que The Last Sun es un libro que debe ser leído si a uno le gusta la fantasía urbana, la soltura en la narración, los personajes muy definidos, y los comentarios ingeniosos, burlones y llenos de chispa. 

Una lectura muy buena, que recomiendo encarecidamente leer.



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 4.5/5
♫ Trama: 3.5/5
♫ Originalidad: 4.5/5
♫ Tensión: 3.75/5
♫ Desenlace: 4.5/5
♫ Prosa: 4.25/5


VALORACIÓN PERSONAL9.5/10



Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/



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