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sábado, 23 de octubre de 2021

Reseña: La buena suerte

 


RESEÑA:
LA BUENA SUERTE


Título:  La buena suerte
Autora:  Rosa Montero
Editorial:  Alfaguara
Canción Identificada: 




Sinopsis:

«La alegría es un hábito.»

¿Qué impulsa a un hombre a bajarse anticipadamente de un tren y ocultarse en un pueblo de mala muerte? ¿Quiere recomenzar su vida o pretende acabar con ella? Tal vez esté huyendo de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo, y el destino le ha traído a Pozonegro, un antiguo centro hullero que ahora agoniza. Por delante de su casa pasan trenes que pueden ser salvación o condena, mientras los perseguidores estrechan el cerco. La perdición parece estar más próxima cada día.

Pero este hombre, Pablo, también conoce gente en aquel lugar maldito, como la luminosa, incompleta y algo chiflada Raluca, que pinta cuadros de caballos y tiene un secreto. Allí todos arrastran algún secreto, algunos más oscuros y peligrosos que otros. Y algunos simplemente ridículos. También hay humor en ese pueblo triste, porque la vida tiene mucho de comedia. Y gente que finge ser quien no es, o que oculta lo que planea. Es el gran juego de las falsedades.

Un mecanismo de intriga hipnotizante desvela poco a poco el misterio de ese hombre, y al hacerlo nos muestra el interior de lo que somos, una radiografía de los anhelos humanos: el miedo y la serenidad, la culpa y la redención, el odio y el deseo. Esta novela habla del Bien y del Mal, y de cómo, pese a todo, el Bien predomina. Es una historia de amor, de amor tierno y febril entre Raluca y el protagonista, pero también de amor por la vida. Porque después de cada derrota puede haber un nuevo comienzo, y porque la suerte sólo es buena si decidimos que lo sea.



Opinión:

Creo que hay algo que tengo que dejar claro desde el inicio: ese Bien y Mal del que tanto hablan otras reseñas. Me sentía contrariada al leer sobre ello, porque, al terminarme el libro, no conseguía entender dónde estaba la clara diferencia entre unos y otros. Me sorprendía porque Montero reflejaba en sus personajes una realidad absorbente y compleja, la realidad de que no es que Fulanito sea el Bien y Menganito sea el Mal. 
Todos tenemos ese Bien y el Mal, que es un constructo social, un concepto sociológico, para sentirnos mejor con nosotros mismos al mirar a la cara a los actos violentos y complicados. 


Por eso no comprendía dónde se sentaban las bases de estos dos opuestos, ya que Montero no los mencionaba, o, si lo hacía, era para dejar claro que a veces entrábamos en la categoría de uno, luego en la del otro, esa subjetividad tan catastrófica que nos retuerce por dentro también estaba en La buena suerte, una asombrosa novela en la que no hay buenos y malos en ningún aspecto, sino humanos que actúan y piensan conforme sus propias experiencias, que se justifican a sí mismos, o se culpan de cosas de las que no deberían culparse. 

¿Son buenos los que se lamentan, y malos los que asumen su crueldad? No sabría qué decirte. ¿Son buenos los que ignoran que tienen partes de mal, y malos los que rechazan que tienen partes de bien? Yo qué sé, esto da para largo. 


Me costó entender que ese Bien y Mal del que las reseñas hablaban se refería al Bien y el Mal de la voluntad, es decir, que somos uno y somos otro, ahora bien, ¿hacia qué nos inclinamos cada uno? ¿Quiénes nos esforzamos por ser uno u otro? Esa voluntad creo que es el verdadero eje de la novela, la voluntad de creer, de confiar, y, por qué no, también se cuestionarse a sí mismo, que a veces es lo más complicado. 

Dejaré esa chapuza de buenos o malos, no me parece que sea justo para Montero que diga que algunos de sus personajes son unos u otros. Porque el personaje más bueno más bueno de La buena suerte también ha golpeado a un chaval en la nariz hasta hacerle sangrar, y el personaje más malo más malo ha sufrido la muerte materna y el rechazo paterno a lo largo de todo su crecimiento personal.

Establecido esto, que quede bien claro, clarísimo: La buena suerte me ha parecido una obra sublime, ¡insuperable!, curiosísima porque es un completo misterio en todos los aspectos, un misterio que no es policiaco ni nada de esos extremos, sino un misterio humano, el misterio que siempre tenemos cuando conversamos con un desconocido y nos planteamos: ¿con quién estoy hablando? ¿Quién es él, o ella, y qué me hace sentir? ¿Qué me aporta y qué le aporto yo? Lo que me cuenta, ¿es real, o hay un engaño sustancial en sus afirmaciones? ¿Debemos confiar en todos y todo, debemos desconfiar de cualquiera? Nuestras experiencias previas, ¿no sesgan, regulan, filtran y falsean la realidad de nuestros sentidos?

Pero lo más importante es: ¿quién es la persona que tengo enfrente, la persona que me está contando su vida, la persona a la que yo le cuento mi vida? 
¿Hasta qué punto conozco a quien creo conocer?


“Siempre creí que el amor consistía en encontrar a la persona adecuada, pero en realidad de lo que se trata es de escoger a la persona adecuada ¿no crees? Se trata de realizar una buena elección y entregarse de corazón.”



Es un misterio humano, como veis. La trama es ejemplar, porque no es una trama como un torbellino de acción, el verdadero huracán está en los pensamientos de los personajes, hay acción, sí, incluso intervención policial, investigaciones, misterios y crímenes, chantajes emocionales, engaños a seres queridos, y hasta grandísimas sumas de dinero en juego, pero hay muchísimo más, porque el misterio, el peso de la novela, está en los silencios: el silencio de la ausencia de golpes del piso de arriba, el silencio de la ausencia del "perdón" de la familia, el silencio de la ausencia del "te quiero" de los enamorados, el silencio de la ausencia de "me entiendo" de los que se sienten más abandonados... Ese silencio de la madrugada, pero que también está todo el día, de los colchones con las sábanas mal remetidas, de los supermercados con los prejuicios más descomunales, de las piscinas públicas con un silencio nuevo, el silencio que trae consigo la sensación de pertenencia en un sitio, de "aquí me siento bien". 


Y ruido, ¡también mucho ruido! El ruido de un argumento que avanza, avanza con muchísima fuerza, el ruido de la voz interior, que te grita y te dice obscenidades, el ruido de la gente de tu alrededor, y ese miedo que a veces se tiene de que te invadan, de que te conozcan, de que vean tus vulnerabilidades; todo hace daño, en el fondo: silencio y ruido, a partes iguales. La voz de uno se impera sobre la de otro, las rabias quedan irreconocibles, ¿quiénes somos cuando menos nos reconocemos a nosotros mismos? ¿Somos los mismos? ¿La gente nos ve igual? ¿Qué imagen damos al mundo, y qué imagen tenemos de nosotros? Es complejo, el ruido y el silencio, el contacto social, el contacto emocional. 

Todo esto es abrumador, creo yo, por eso hablaré de los personajes en el siguiente punto, porque creo que esa sensación de desconcierto, pero también de una cálida seguridad (la seguridad de que estamos leyendo sobre alguien a quien podríamos encontrarnos perfectamente en la calle cualquier día), es la que domina al libro: renovación de hábitos, ruptura total de la vida anterior, esa "vía de escape" que todos necesitamos, y que muy pocos nos atrevemos a coger. 


Los personajes son tan abrumadores, tan reales, tan firmes, tan complejos, tan decididos, tan llenos de sentimientos, que rigen las normas del libro, lo llevan por delante, se quedan y no abandonan, y componen a La buena suerte, una novela preciosísima pero también con mucho desgarro que trata sobre el decir "basta" finalmente, poner límites y salir de una conducta propia que te estaba maltratando. 

Hermosísimo, como digo, ¡vayamos a ello!



Personajes que son más que conductas, comportamientos, cogniciones y pensamientos, son personajes formados por la experiencia, por la comprensión de uno mismo, y por lo emocional: personajes realistas, personajes que aportan una barbaridad a la historia, personajes que ya no te abandonan

Unos personajes abruman, otros personajes tranquilizan, otros personajes hierven de rabia, pero muchísimos son los que viven frustrados, los que comparten como cosa en común ese miedo, esa inseguridad, ante un fracaso personal. 

¡Menuda excelente manera de mirar a la humanidad! 


Y es que Montero la mira por separado, uno a uno, establece vínculos ("todo ser humano es criatura de costumbres"; "todo ser humano es criatura social"), pero también deja muy claro que existen unas diferencias individuales que dan forma a una identidad personal claramente diferenciada de cualquiera de las anteriores. 

Y Montero decide dedicar un sobresfuerzo muy merecido para dar un espacio y un contexto a cada uno de los personajes que salen en la obra, pues hasta la chica rara del pueblo de los piercings tiene un papel esencial a la hora de dar forma a otros personajes, y a la hora de contar su historia, lo que la hace ser ella frente al resto

Sí, todos partimos de las mismas bases (necesidad de afecto, necesidad de sentirse completo y de formar parte de algo más grande), pero luego cada cual vive sus diferencias de una manera u otra. 

“Los malos artistas arden con la misma pasión que los buenos y se abrasan igual en la llama de la belleza.”


Aquí resalta el estudio que hizo Montero de la psicología, una psicología que sitúa a cada personaje con un extremo cuidado, con una capacidad insuperable para demostrar que no hay dos iguales: los que saltan de alegría, lo hacen a su manera; los que hierven de odio, lo hacen a su manera; incluso los que creen no sentir, como Pablo, sienten, también, a su manera. Y todos ellos van ligados por algo mucho más esencial que la introspección, que es el desempeño por la vida, dar la cara y enfrentarte a las relaciones de "igual a igual" que a veces parecen un poco intranquilas, un poco inciertas. 


El contexto de La buena suerte es aún más inspirador. El momento de la escritura y la publicación de la novela se sitúa realmente en mitad de una pandemia mundial, una pandemia que ha quitado millones de vidas, que ha sesgado a millones de familias, que ha encerrado a niños y ancianos y gente con necesidad en hogares durante meses, enclaustrados entre cuatro paredes, cada uno con su deseo de comunicarse frente al resto del mundo. 
Los niños juegan en los patios sin ver las caras de los otros, los ancianos se sofocan en los supermercados con las mascarillas, y en los adultos pesa la conciencia de la responsabilidad de sus mayores, y también de sus pequeños, y que "podrían haber hecho más". 

Y eso no es todo: en la pandemia hubo una desconexión social muy grande -una desconexión que me trae recuerdos de la que ha vivido el propio Pablo, el protagonista de la novela-, y Rosa Montero decide situar como eje central de su historia ni más ni menos que esta necesidad humana de conectar y entenderse, este impulso que nos lleva a abrirnos, o cerrarnos, ante los demás, y el por qué de que lo hagamos "a nuestra manera", como antes indicaba: el trasfondo familiar, laboral, socio-afectivo, circunstancial, incluso del "yo conmigo mismo". 


Y ¡qué grandísima manera tiene Montero de dar un lugar especial a todos sus personajes

Que si el vendedor de la casa, un amargado de cabo a rabo, también parte de una emoción conflictiva que lo hace sentirse insignificante (y, por ende, desea aplastar a otros y darse de superior); luego, que si Raluca, la ingenua y extraña Raluca, es mucho más que una loca con ideas poco realistas, es decir, es alguien que ve el mundo con una mirada completamente basada en el "pruébame y te demostraré quién soy"; que si Pablo, con sus idas y venidas, con sus miedos de darse a conocer, acaba por demostrar ser tan necesitado de afecto como me atrevería a decir casi toda persona en este mundo; que si hasta la antigua amante de Pablo resulta ser una mujer no solo enfocada en su trabajo, sino especialmente enfocada en su sensación de traición ante la marcha del hombre que ella creía que era importante en su vida... 


Todos, absolutamente todos, tienen una historia que contar: el anciano del edificio, la madre y la hija del piso superior, la cajera burlesca y de humor dañino, incluso la perrita abandonada a la que le cambia la carita cada vez que ve a un humano que le pueda dar cariño... 


Podría tirarme horas hablando de cada uno de ellos, pero creo que comentar acerca de unos y no de otros sería por completo traicionar la intención que tiene Montero con este libro, que es mostrar la realidad con todas sus caras, con todas sus capas y superficies, una realidad polifacética, una realidad compleja, continua, envolvente, donde unos dan y otros quitan, unos gritan y otros callan, unos golpean y otros aman, pero todo parte de lo mismo, todos partimos de lo mismo, y ¿qué es eso? ¿Qué es lo que nos hace semejantes a gente que parece completamente dispar a nosotros? 


De verdad que entender el corazón humano (un corazón que se basa en lo natural, en el miedo, en el instinto, pero también en la parte compleja de la autorreflexión y autodenominación del "yo"), es una manera preciosa, salvaje, potente, de representar a toda la sociedad, a los pobres y los ricos, a los listos y a los tontos, a los guapos y a los feos, a los de mala suerte y a los de buena suerte. 

“Vida es eso, Pablo; todo lo que sabemos, todo lo que disfrutamos, todo lo que somos desaparecerá con la muerte. Y da igual que aprendamos la melodía diez años o diez minutos antes del final. Ese final llegará y lo borrará todo. Pero, mientras llega, eso es lo que somos.”


Raluca para mí es el alma de la novela, una mujer que no es ambigua ni oculta, es alguien que se muestra tal cual, ¡más quisiéramos el resto!, que no se corta ni un pelo para dar la cara, y que con su ingenuidad, su mala suerte en la vida, nos sorprende al decirse a sí misma que ella, fantasiosa y romántica, cree en su buena suerte, una afirmación tan contundente, tan positiva, que, en cierto modo, consigue hasta cambiarnos a nosotros mismos. 

Porque, si la alegría es un hábito, ¿no lo será también la frase de "a buen tiempo buena cara"? Si nos acostumbramos a ver el mundo diferente, ¿creéis que ya estamos cambiando, al menos, algo de nuestro entorno, o, al menos, de cómo interaccionamos con él?

Buenísimo, de verdad, La buena suerte es una obra magna, una obra escrita con conciencia, con mucho esmero, Montero reconoce que le costó escribirla, ¡y no me extraña! Es que aquí, con un argumento que parece simple pero que se enreda y se desenreda poco a poco, ¡ha creado una joya!



Una temática multidisciplinar, polifacética, complejísima y muy continua, un ensayo sobre la vida que va de la mano con una trama novelística única y excelentemente bien desarrollada

Es más, la hermosura de la prosa de Rosa Montero -y su profesionalidad- se basa básicamente en que es continua. Sí, continua, ¿qué quiero decir con esto? 


No solo me refiero a que su historia en sí tenga una muy evidente constancia (una evolución que recorre de pies a cabeza a los personas, los esboza, los diseña, y los perfila con una mano que jamás temblequea), sino que los propios términos, descripciones, pensamientos y temáticas tienen una continuidad bárbara. 

“¿No son precisamente esos muros invisibles de cosas silenciadas uno de los elementos más habituales de la vida en común? Con los años, las parejas se van llenando de pequeñas desilusiones, de divergencias del proyecto amoroso que creyeron entrever en la primera pasión, de fallos propios y ajenos, rendiciones, aceptación acomodaticia de sus egoísmos y su cobardía. Con los años, el otro o la otra cada vez está más cerca en las rutinas pero más lejos en lo esencial. Hasta llegar a convertirse, en ocasiones, en perfectos extraños. Y los peores son los extraños bien sincronizados, aquellos que entran y salen juntos, que van de vacaciones, que cenan con los amigos y jamás discuten, pero que luego, cuando están los dos solos, ni se miran a los ojos, sideralmente separados por el telón de hierro de todo lo que han dejado de compartir y decirse.”


Es decir, que, en cuanto Rosa Montero establece una comparativa, la mantiene en la historia, la va modificando poquito a poquito, hasta que ¡zas! te encuentras en el final con que incluso ésta ha progresado y tiene un peso diferente en la identidad de los personajes.

Creo que esta idea se verá mejor con un ejemplo: en cierto pasaje de la novela, Pablo deriva en sus pensamientos sobre los niños salvajes, los niños que crecen sin conocer el lenguaje y que ya no tienen oportunidad de aprenderlo, y reflexiona que sí que existen otros niños salvajes con respecto al amor, gente que no es capaz de entender ese idioma emocional... La conclusión a la que se llega es que Pablo no sabe hablar "tagalo", no sabe ese idioma que otros conocen, que a otros los moldea. Y conforme avanza la trama, varias veces se vuelve a este pensamiento, pero se observa de manera diferente, contemplando los cambios que hay poco a poco en Pablo, hasta que tiene un desenlace alucinante en esta metáfora tan curiosa.
 

Este dato se da en muchísimos más aspectos... en las mentiras, en las muertes, en el bien y el mal, en los "perros abandonados", el cielo verde de uno de los cuadros de Raluca, en la buena suerte, ¡sobre todo en la buena suerte!, que se repite a lo largo de la novela, al inicio tentativa, hasta que se acaba teniendo muy claro que esta suerte afortunada no surge de quien gana la lotería o quien en el Supersol tiene un cheque de regalo... sino en la manera de ver el mundo, de percibir los estímulos, de reaccionar de una manera más positiva a ellos. La buena suerte que nosotros podemos tener independientemente de las circunstancias.


Esta continuidad es asombrosa, porque significa que Montero lee y relee sus escritos, los interpreta, juega con ellos, enfoca los temas de diferentes maneras en los diferentes momentos, cuando es necesario, cuando se ve dispuesta a reflejar un cambio en los personajes. 


Hay una continuidad increíble, un desenlace extraordinariamente satisfactorio precisamente porque cierra muy bien todos los temas, establece vínculos y revela los puntos fuertes de sus ideas. 
Habla de todo un poco y en diferentes puntos de la novela: las imperfecciones, la arquitectura (no solo de edificios, también se habla de la construcción de la identidad propia), incluso de una temática que saca muy a menudo para hablar de las familias rotas, familias con abusos, familias con terrores nocturnos, que han llegado a extremos imperdonables. 

“Sólo la carne les daba un respiro. Piel contra piel, se amaban. También de vacaciones: cuando se iban solos, cuando se dedicaban a subir montañas, cuando no había nadie ante quien pelearse. Ningún juez y ningún testigo. A Pablo le amarga, le obsesiona, no haber sido capaz de quererla mejor. Quererla a la altura de lo que de verdad la quería.”


Al inicio, con respecto a esto me surgieron muchas dudas, pues ¿y ese interés tan mortecino de Pablo por la muerte de los críos abusados por sus familias? 
Pero poco a poco, comprendí que esa "muerte" de la que habla de un ser querido suyo en el fondo acaba siendo exactamente igual que el tema del que se interesa... ¿Qué ha pasado en esas familias? ¿Qué ha sucedido como para que se encuentren tan desestructuradas, su arquitectura tan caótica, sus ideas tan mezcladas? ¿Por qué esa crianza se ha desarrollado hasta acabar en el asesinato? ¿Es culpa de los padres, de los padres de los padres, de los padres de los padres de los padres? ¿En quién pesa la responsabilidad? 


Es decir, ¿en qué medida son los padres el origen de la maldad de sus hijos, o todo lo contrario, hasta qué punto los hijos son el origen de la maldad de sus padres? ¿Es una cadena continua, que no tiene final, o realmente hay mucha de nuestra maldad personal que es un factor que nada tiene que ver con lo hereditario o lo aprendido en el entorno familiar... sino que nosotros tenemos un rango de voluntad para poder cambiarnos?


La plasticidad humana, esa plasticidad tan gratamente bienvenida en medicina, en neurología, en psicología y demás aspectos de la salud mental, ¿puede realmente ser nuestra verdadera heroína? ¿O también hay que añadir un componente esencial, que es el esfuerzo, la manera de cambiar la forma de ver el mundo, la manera de decirte a ti mismo que "tienes buena suerte"?

En fin, esto da para mucho hablar, pero saldrán muchísimos más debates una vez terminado el libro. ¡Espero que os anime a cogéroslo!


Ojo: supongo que se habrá notado que no he dicho de lo que trata. Mejor así. Va a ser de las poquísimas novelas que reseñe en las que no diga en qué consiste la historia. 
Ya he hablado de su misterio, de sus personajes, de su temática. No hablaré de su argumento. Su argumento es lo que nos compone a nosotros: ideas y sentimientos, y lo que desencadenamos en el mundo exterior. Y ya está. Aquí me callo. Toda acción tiene consecuencias, veamos qué consecuencias tienen las que se ven en el libro. 
Nada de de qué trata, nada de qué os encontraréis, en serio, si lo que queréis es una visión completísima del ser humano, de la mente, el cuerpo, y los intermedios que tenemos nosotros, aquí lo tenéis. 
De hecho, ya he hecho la reseña larga de por sí, creo que cerraré con la excelentísima prosa de Rosa Montero, acogedora diría yo, pero no nos engañemos, hay muchos pasajes que me ponían los pelos de punta, porque sabe generar emociones, positivas y negativas, en los lectores. Sabe "llegar" a todos nosotros. 



Una prosa enganchante, reflexiva, diversa, dinámica, experimental, y con una voz muy, muy reconocible: la emoción, el descaro, el atrevimiento, la fuerza, la voluntad... Rosa Montero personaliza su prosa, juega con ella, la vuelve accesible, familiar, pero tremendamente profesional, vamos, ya tengo claro que leer a Rosa Montero y disfrutar sus novelas es una apuesta segura

Si lo que se busca es vago entretenimiento, ese entretenimiento que solo se consigue cuando lees por encima las páginas con cara de querer pasar a hacer otra cosa enseguida, este no es un buen libro. 

Porque en este libro, o entras, o no entras. Y para entrar, aunque Rosa Montero tiene una prosa que facilita muchísimo que te enganches, también hay que poner de tu parte, el lector tiene un papel activo en esta novela, Montero invita a pensar junto a ella y sus personajes, a formar parte del "todo" que compone su obra. 

¿Y esto a qué se debe? 

A que atrapa de una manera mucho más hipnótica que cualquier crimen raro del tres al cuarto, eso es, Montero sabe dar forma a una historia en cuyo eje está la humanidad, engancha porque quizá creas haberlo visto todo del ser humano en lo que llevas de vida, pero, al meterte en la piel de los personajes de Montero -y lo harás, fijo que lo harás-, lo vives todo de manera completamente distinta. 

¿Cómo es esto? 

Esto es porque Montero domina la prosa que tiene, no hay otra. A veces en esta novela escribe en primera persona, otras veces en tercera, todo queda muy completo, todo da una idea muy total de las cosas que suceden. 

Cambia de perspectiva, cambia de punto de vista, hasta de voz narrativa, es sorprendente porque a veces el narrador es incluso un personaje que no es de los importantes, sino un sinvergüencilla de poca monta que tan solo quiere arruinar la vida de los que están mejor que él, pero todo queda mucho mejor así, porque vemos que hasta en la gente que aporta menos a la historia el peso de los personajes centrales es tal que hasta les quita el sueño... 


Ahora estaba pensando en los pasajes del vendedor del piso de Pablo, ¡qué tío este! ¡Menudo bichejo! 
Es divertidísimo leer su frustración, su rabia, lo mucho que se come el coco con los celos y las envidias, sus emociones están completamente a flor de piel, algo que completamente va en contra de cuando leemos sobre Pablo, que parece que apenas podemos llegar a entenderle bien... pero lo iremos haciendo, porque con Pablo hay que tener paciencia, cuidado, hay que entenderle, pero se consigue.

Raluca, ¡otra voz narrativa sensacional! Ella también tiene las emociones reventando en su pecho, las saca a tropello, qué barbaridad de sentimientos que tiene, y con menuda intensidad que los siente, porque no todos sentimos las cosas de la misma manera, no a todos nos afecta igual un mismo suceso. Raluca, romántica, alocada, tierna, cálida, a veces invasiva, ¡qué luz que daba a la historia!

“Los monstruos se ocultan en el lóbrego vientre del silencio doméstico.”


La prosa de Montero combina cada una de las voces, de los que las tienen fuerte y de los que la tienen débil, a todos les da el mismo valor en la historia, su prosa es complejísima, me parece a mí, porque experimenta mucho con ella, se sale de su zona de confort y prueba cosas nuevas, tergiversa algunas cosas, otras las aclara, y, sobre todo, hace un grandísimo ensayo sobre las familias rotas o desestructuradas, y la maldad que se atisba en el mundo no solo en las noticias, es que a veces hasta desde el propio cuarto de tu casa. 

Nos embarga la desazón, la rabia, la impotencia, el llanto, pero en otras ocasiones una fuerza descomunal, radiante como estrellas, que amenaza con llenarlo todo de esperanza. 

La buena suerte me ha llegado, he conectado con el relato, he entendido las reflexiones, incluso creo que son la clase de divagaciones sobre las que todos podemos aportar algo sobre nuestras propias vivencias, Montero utiliza los casos específicos para llegar a un público general, y lo consigue perfectamente: hasta con los personajes más excéntricos, nos sentiremos algo reconocidos en ellos.


Hay mucho más que decir de la prosa de Montero, de su maña para generar misterio y tensión hasta la última página, y para llenarlo todo de preguntas, de ternura, y de miedo. Lo saca todo de ti, te anima a cuestionarte, a relacionarte con sus propios personajes, a atreverte a ver "más allá" de ellos, a ver lo que esconden, de lo que se asustan, lo que los ha hecho daño. 


De verdad, gente como Montero, tan implicada en el ser humano (y no de una sola clase social, no de un solo perfil, Montero siempre habla de cada parte importante del país, de los de buen nivel económico, de los que no, de los que han recibido educación completa, de los que no, de los que están estables emocionalmente, de los que lo tienen más complicado, de todos, absolutamente de todos, razas, etnias, perfiles psicológicos, entorno socio-cultural, todo lo tiene en cuenta), pocas veces me he encontrado. 

Montero pone esfuerzo en que cada uno de nosotros nos sintamos identificados con algo de sus libros, pone esfuerzo en que su muestra no sea sesgada, en que se represente a toda la población, ¡lo consigue, ya te digo que lo consigue!

“Cuando un muerto se va, se lleva consigo su mundo.”


Y así, con una prosa que sabe, que pone atención y cuidado a sus personajes, que los cuestiona y saca sus necesidades de manera firme y segura, Montero consigue hacer que esta historia tenga una carga emocional significativamente más grande que cualquier otra que podamos leer. 

Porque con autores que escriben desde el sentimiento, como Montero, es muy fácil amar sus historias. Y las cosas son así: hay esfuerzo, y se nota; hay amor, sudor, lágrimas y complicaciones, y se nota. Y por eso amo la forma de escribir de esta gran autora. Porque le gusta lo que hace, y porque yo adoro cómo lo hace... y también se nota.



Conclusión

Esta ha sido una reseña rara, desestructurada, lo sé, pero qué remedio, Rosa Montero me ha dejado la cabeza llena de pajarillos, de ideas, de emociones que tengo que ordenar. 

La buena suerte ha sido un libro maravilloso, la clase de libro que solo uno cogerá si quiere implicarse en la lectura, si quiere poner empeño y esfuerzo en reflexionar junto a los personajes de cada aspecto de la vida. 


Es un libro que necesita a gente proactiva, gente con ganas, con gusto al cambio, o, incluso, con la decisión de atreverse a cambiar. Un libro que es dinámico, representativo, lleno de facetas y gente nueva a la que descubrir. Un cambio que te saca de lo que conoces, lo quieras o no, además, su trama atrae como moscas, ya que está cargadísima de misterio y emoción.

Los personajes tan realistas que hasta me abruma describirlos, la prosa tan cuidada e inspiradora que decididamente da juego a cada uno de sus temas con muchísima introspección, hasta un argumento que engancha y está lleno de subidas y bajadas emocionales revela la parte más humana de una novela que claramente aplaude los cambios, las rupturas de las costumbres, y que encaja muy bien con la teoría de "Sí, somos seres de hábitos, pero también tenemos la voluntad de rehacernos, recomponernos, y cambiar". Y de eso trata la novela. 

La suerte es de algo que se habla con muchísima frecuencia en el día a día... Bueno, visto lo visto, yo diría que he tenido una suerte grandísima, es más, simplemente milagrosa, de hacerme con esta genialidad de libro y conectar con cada uno de sus fuertes.

Recomendadísimo, pero para leer ya de ya. ¡Asombroso!



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 6/5
♫ Acción: 4.5/5
♫ Trama: 5/5
♫ Originalidad: 5/5
♫ Tensión: 4/5
♫ Desenlace: 4.25/5
♫ Prosa: 6/5


VALORACIÓN PERSONAL 10/10!!!



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