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domingo, 3 de octubre de 2021

Reseña: Todas las cosas de nuestra vida

 



RESEÑA:
TODAS LAS COSAS DE NUESTRA VIDA


Título:  Todas las cosas de nuestra vida
Autor:  Hwang Sok-yong
Editorial:  Alianza Literaria
Canción Identificada:  Give Me Everything You've Got (Blue Stahli)




Sinopsis:

Jeongho tiene catorce años y mirada felina. Lo llaman Ojos Saltones. La escasez de ingresos de su madre les obliga a ambos a trasladarse a Nanjido, la Isla de las Flores, un inmenso vertedero al oeste de Seúl donde las orquídeas cedieron lugar a la basura y millares de personas malviven en chabolas engarzadas a las montañas de desperdicios. Una sociedad muy jerarquizada y codificada en la que todo, desde el trabajo a la ropa y la manutención, proviene del vertedero, y gana más quien consigue posicionarse mejor en la recuperación de la basura. 

Ojos Saltones encuentra en Trasquilón, un niño medio calvo, a un amigo que le irá mostrando los secretos de tan sórdido y nauseabundo lugar, donde el alcohol, el juego y la violencia son cotidianos. De la mano de Trasquilón y de una pandilla de jóvenes marginados acudirá al encuentro de los espíritus de los antiguos moradores cuando el lugar era un fértil terreno de cultivo donde se rendía culto a las tradiciones chamánicas. Un mundo invisible donde reina tanta harmonía como falta en el real.

Ambientada en la Corea del despegue económico de los años setenta, marcada por la modernización deshumanizada y sin escrúpulos, Hwang Sok-yong nos descubre la otra cara del progreso, la de los marginados y excluidos, la de los desechos humanos que viven de los desechos de la sociedad de consumo.

Hwang Sok-yong combina realidad, ficción y fantasía en una novela de tintes dickensianos que, pese a la dureza de la vida que describe, emana lirismo, emociones y buenas dosis de humor. Una novela optimista y esperanzadora que resalta la belleza de vivir, incluso en ambientes que no animan a ello.



Opinión:

Todas las cosas de nuestra vida es una novela sencilla, conciliadora y preciosamente bien escrita, una obra sin pelos en la lengua que, con extremado y cuidadoso lirismo, anima a ver la cara de hermosura de una realidad cenicienta, lo positivo dentro de lo que no puede ser cambiado con facilidad, la lucha, o quizá la superación de uno mismo, que encontramos cada uno de los seres humanos en diferentes situaciones de la vida. 


Todas las cosas de nuestra vida es un libro asombrosamente complejo con su temática, pero con una trama facilona y que consigue hacer deslumbrar miles de sonrisas, que no escatima en detalles pero se esfuerza al máximo por dar una visión única de cada aspecto de la novela. 

La prosa es muy, muy sincera, y quizá eso valió la polémica en su país del escritor, pero para gente no coreana como seremos al mayoría de nosotros, descubrir esta otra cara de ese país, la cara que habla de desgracias, deudas, basura y contaminación, y darnos cuenta de que, estemos aquí o estemos en la otra punta del mundo, la lucha humana por sobrevivir y ser feliz se mantiene, todas estas cosas nos harán sentir como en casa, quizá porque, como acaba apareciendo en distintas partes de la novela, el hogar no se encuentra en las súper viviendas materiales, en los juguetes de alta gama, o en las familias modélicas, sino en los extravíos emocionales que llegan, tarde o temprano, a un vertedero que los recicla, los analiza, los amontona, y encuentra un valor distinto para ellos.


Me encontré con esta grandísima obra gracias a Goodreads, plataforma en la que me apareció como recomendada, y, como me encanta saber de la situación social de otros países, de cómo se ve en ellos la cultura, de qué cosas están prohibidas, cuáles aplaudidas, y cómo el ser humano en distintas partes del mundo en el fondo busca siempre lo mismo (el sentido de la vida, el amor de los seres queridos, aprovechar al máximo el corto tiempo que tenemos en este mundo de naturaleza y urbanización artificial), pues, en fin, supe que esta novela me llegaría al corazón. 


No soy muy fan de las novelas tristes, o, ya puestos, de aquellas que te ablandan por dentro. Me gusta una crítica fiera, una crítica sin escrúpulos y que lleve en ella muchísima rabia contenida, y por eso me sorprendí a mí misma al comprobar que esta otra novela, que habla con una tremenda delicadeza pero no duda en representar las partes más duras de la vida de cierto porcentaje de la población, me encantó tanto tantísimo que aún no veo forma de poder demostrarlo con palabras. 


Pero como haré el intento, porque creo que merece la pena recomendar esta novela por los cuatro vientos, haré que comience la reseña:



¿De qué trata?

¡Uf! ¡Gran pregunta esta! Trata sobre la vida, pero eso es ser demasiado ambiguo, ¿verdad? Y aun así, no os engañaría. 

Es curiosísimo, porque, en esta novela, está muy presente al muerte... la muerte más cruda, como los accidentes laborales, las reclusiones policiales, o el abandono de los seres queridos, pero también la muerte más espiritual, en el sentido más estricto de la palabra, ya que esta novela cuenta con ciertas incorporaciones místicas sobre ciertos "fantasmas" del pasado que nunca se van del todo. 


Y aun con esta muerte tan presente, aun con todo este hedor a perro muerto y maltratado, aun con los cadáveres de gatos entre la basura, o las grúas que no dejan de traer los deshechos de los demás, hay una vida que permanece, y que, es más, queda resaltada, más bien estoicamente, mientras todo parece descomponerse. 


Me gusta muchísimo el término que se emplea en la obra acerca de "reciclaje", porque es muy realista. 
En cierto sentido, habla de un reciclaje más material (aquello que unos tiran, es la felicidad de otros; y aquello que nosotros echamos a un lado, por otros puede ser "transformado" en algo completamente distinto), pero también me gusta verlo como una transformación personal: conforme pasa la vida, el ser humano se va reciclando a sí mismo, incluso sus partes malas, incluso sus dolores o sus náuseas, se pueden transformar en una fuente de aprendizaje y de desarrollo personal, algo que usar, y de lo que aprender, para seguir avanzando y cambiar a ser un material completamente diferente. 


Es decir, este libro, en cierto sentido, mira a la vida no como algo que se pierde por momentos, sino, más bien, en cierta expresión budista, como algo que siempre estará, estés caminando por la tierra o unido a ésta por tu materia orgánica ya vieja, en cualquier caso, se habla de cómo nos reponemos, cómo nos comprendemos, cómo por circunstancias de la vida todos somos los mismos que los demás, una sustancia que tiene el nombre de "humanidad" y que, sorprendentemente, sigue fija en el mundo, aun con las adversidades, para plantarse y proclamar, a voz en grito pero también con una sonrisa bella y tierna, que no es fácil que sea derrotada, y que, de hecho, la vida existirá más allá de la desgracia, más allá de toda concepción humana... 
La vida, simplemente, estará constante en el tiempo, vayamos o vengamos, desaparezcamos o no, una planta de compostaje que nos recicla, nos transforma, y nos diseña como personas distintas pero que, sustancialmente, somos todos iguales y partimos de exactamente lo mismo: más material de reciclaje.


Para mí, esa ha sido la idea principal del libro, pero claro, ese es el tema, ¿dónde está el cuerpo de la novela? 

Para explicar toda esta vida cambiante, boyante e incluso resultona, nos habla de la historia de un crío de catorce años a quien todos conocen como Ojos Saltones, un pequeño sinvergüenza de las calles que nunca ha tenido una vida estable, pero que, por avenencias de la vida, la desaparición de su padre y la escasa economía de su madre, acaba teniendo que mudarse a lo que se conoce como la Isla de las Flores, una zona pegada al río de la ciudad en la que crecen las bolsas de productos de supermercado del suelo casi como lo hacen las flores en los montes del Jirisan. 

Se trata de un basurero, en el sentido más bruto de la palabra, un lugar de deshechos, de abandono, en el que se tira lo que no es deseado. La gente del basurero vive en chabolas, se levanta de madrugada para recoger y clasificar la materia inorgánica que se abandona entre sus pilas de objetos abandonados, comen sopa que sabe terriblemente mal, y las moscas y mosquitos, revoloteando de lado a lado, son una constante que acompaña al terrible mal olor que los sigue a todas partes.


¿Cómo puede hablar un libro de vida, de color, de formas y sensaciones, en algo que de alguna forma parece tan deshumanizado? 


Y curiosamente, lo que nos encontramos en esta novela es una preciosísima historia de desarrollo, en la que Ojos Saltones, habituándose a su nuevo hogar, tendrá que hacer frente a que su madre comience a tener relación con el hombre que les ha ofrecido un hueco ahí, al que llama Ashura debido a una zona azul en su rostro que le recuerda al villano de Mazinger Z, el cual, además, tiene un hijo no demasiado brillante intelectualmente a quien abandona a su suerte y apenas menciona. 
Este crío un poco menor que Ojos Saltones se llama Trasquilón, y al poco se convertirá en su medio hermano, enseñándole la vida en el basurero, desde sus horarios, sus hábitos y sus costumbres, hasta lugares secretos, tales como la Base, la casa de Flaquita, o incluso la presencia de ciertas criaturas espirituales que parecen estar guiándolos en los senderos de la vida, pero que también, en cierto modo, quieren recobrar lo que antes era de verdad la Isla de las Flores...


El libro cuenta con numerosos pasajes impresionantes, tanto de cómo suceden los días laborales sin descanso, o las pocas visitas a la escuela del lugar, como también otros momentos de mayor tensión, tales como posesiones de espíritus, pérdidas de seres queridos, miedo a crecer y hacerte mayor, y darse cuenta, lentamente pero con mucho dolor, que aquellas personas que nos abandonaron a veces vuelven y, a veces, quedan para siempre alejadas de uno.


Decir más sería quitar la magia del libro. Me ha parecido una combinación bellísima de muchísimas escenas que dan de lo que pensar, la poesía lírica me parece preciosa, la magia de las palabras saca a relucir muchísimas sensaciones, y los personajes, que están trabajadísimos, son únicos y hacen que te enamores, no tanto de ellos en particular, sino de todo lo que sacan acerca de la vida, las conclusiones a las que llegan, y cómo, en su día a día, hay una fuerza superior al ser humano que se mantiene, que no es otra sino la biológica, y también la más segura y poderosa, de sobrevivir, cueste lo que cueste, suceda lo que suceda, para ver, una vez tras otra, un amanecer que nunca será el mismo que el anterior.


Pero bueno, esto es ya irme demasiado por las ramas. Sinceramente, la idea parece sencilla, pero después, el manejo que hay de ella, es muy arrollador. 

Aún me noto sensible al terminar este libro, ya voy asegurando que es una obra que no es simple entretenimiento, llega a uno, consigue impactar emocionalmente, y da muchísimo para reflexionar. 
¡Buenísima lectura, qué barbaridad!



Una trama fluida, naturalista y llena de color, con una ambientación excelentemente bien detallada y un argumento rápido, ligero, y positivamente rompedor

Creo que, todo con todo, esta novela es muy optimista, porque refleja la parte más complicada y dura de una situación, pero también enseña a usar el dicho de "a buen tiempo, buena cara", aunque cueste. No es tanto que te conformes con lo que tienes, sino, más bien, que veas la manera de potenciar las cosas buenas, de fijarte más en ellas, y, sobre todo, de buscar la mejor salida, la mejor vía de escape, para poder lograr lo que más deseas en la vida. 


Pero sí que es cierto que Ojos Saltones, a falta de otra vida, no busca nada más salvo ser feliz, salvo encontrar su lugar, una familia que, al inicio de la novela, está bastante desestructurada. Sabe adaptarse a las situaciones, debido a la práctica que ha tenido toda su vida, pero una cosa es adaptarse y otra cosa es encontrar comodidad... Es gracias a Trasquilón, el segundo protagonista, y probablemente el personaje más fundamental de la novela, como va habituándose a ese nuevo mundo, y creciendo como persona, como chaval adolescente que es, aunque no figure dentro de la normativa. 


Todas las cosas de nuestra vida habla acerca de la vida en la periferia, en el sector marginado de la sociedad. 

Muchos conoceremos a Corea del Sur por cierto esplendor suyo: su cine lleno de drama y emoción, sus novelas resultonas y thrillescas, su música de chavales alegres y con los pelos tintados, y hasta por ciertos manhwas que sacan que se asemejan a los mangas japoneses que ahora a tanta gente le gusta leer. 

Sabemos que ha pasado por situaciones de crisis, que ha tenido muchos contratiempos, y que aún se está curando sus heridas con respecto a su situación con Corea del Norte. 


Pero si nos metemos más, y más aún, también veremos el "mal vivir" menos visible de esta sociedad, que no se basa solo en el estrés de los estudios o del trabajo, sino en la falta de estas dos cosas, en la pobre adquisición monetaria, en la baja economía de algunas personas, y en cómo éstas quedan "repudiadas" a las plantas de reciclaje, como si, parecidas a las bosas de plástico de la compra, así te pudieras deshacer de ellas...


La trama, aun con todos los obstáculos, no se queda atrancada en ningún dolor concreto, tan solo hace más fluido su avance, como un magma que ni siquiera se plantea si podrá o no superar la verja que le impide el paso, el ritmo de la historia avanza sin prisa pero sin pausa, es llevadero, sencillo, incluso enternecedor, las cosas que cuenta las dice con una forma de hablar contemplativa e incluso con tonos de humor, en cierto modo, recuerda a una historia de Dickens, solo que aún más realista y más puesta en nuestro mundo. 


El paisaje a contemplar, la ambientación en sí misma, no es bucólico ni nostálgico, pero sí que se tiñe de muchos colores, de muchas formas y sensaciones, todo es de pronto palpable, parece que mis sentidos se hubieran agudizado al leer, porque el autor describía olores, texturas y colores como si fuera la primera vez que el lector los identificara...


Por tanto, habla un poco de una superación de los obstáculos que nos vienen predeterminados en la vida. 
Habla de algo que cuesta cambiar: el nivel social, económico, financiero, son cosas que aun con mucho esfuerzo a veces no van a mejor, son cosas que a muchos les llegan de nacimiento, que no eligen, de las que no pueden huir. Deudas familiares, familias que se separan, el arresto de algún padre, el robo y el hurto que llevan a cabo los críos de las familias... Son cosas que cuesta trabajar, que necesitan una estructura mejor que las sostenga, un mundo, una sociedad, que pueda apoyar a quienes lo necesiten. Esto, a veces, se echa en falta, a veces no está. 


Pero Ojos Saltones, que crece en este mundo, supera este obstáculo no en el sentido de hacerse, de pronto, un chico de nivel de renta medio, sino alguien que consigue crecer, entenderse y desarrollarse aun con todos los problemas que lleva sobre su espada desde su nacimiento. Habla de una movilización personal: sacar provecho, aguantar y resistir, no tirar la toalla.


El argumento del libro parece simplón, pero saca a relucir muchísimas cosas, tanto excelentes críticas como muchos detalles sobre el sector particular de la población surcoreana que refleja en su obra. Hay algo de suciedad en la manera de escribir, mucho realismo crudo, pero también, por esto mismo, las emociones que salen son más sinceras, más brutas, más reales y originales, como recién salidas de uno mismo, no hay superficialidad en ningún aspecto de la novela, todo se vive como si tú estuvieras en ese mismo lugar en carne y hueso.


Positivamente, tengo que decir que, en principio, me echó para atrás la idea de incorporar el elemento espiritual a la historia, pero éste tenía una presencia mínima, incluso cuestionable (no sabes si lo mágico existía de verdad o era invención de la gente del basurero), y, en realidad, mostraba muchísima más sinceridad en el escrito, un tono mucho más jubiloso e incluso positivo... místico, sin duda, y muy misterioso. 

De hecho, este ha sido el poco misterio de la obra, el encanto de ella estaba en saber acerca de esta otra forma de "vida" que podía, o no, estar presente entre los escombros y las basuras, y, aunque he echado de menos, como siempre, algo de tensión en el escrito, he estado muy atenta a la historia, porque evolucionaba de manera muy interesante, con subidas y bajadas y muchísimas emociones a flor de piel.



Unos personajes muy humanos, muy honestos, divertidos y sobre todo muy, muy tiernos, llenos de coraje, valía, y con muchos ánimos por seguir adelante

Hay muchos tipos de escenas en este libro, pero todos se encuentran bajo la visión de un chico de catorce años, que siempre dice de tener dieciséis para poder avanzar en la vida y ser visto como alguien más mayor. Su percepción del mundo no es igual que la de cualquier otra persona, precisamente porque está en la edad de plantar cara, de enfrentarse, de enseñar los dientes y no perder el rumbo. 


Ojos Saltones es un chico más bien tranquilo, que piensa antes de actuar, que es de poco hablar, pero, cuando la situación lo requiere, no duda en usar la fuerza física para dejar clara su posición. 
No es agresivo, pero sí que sabe defenderse, y está perfectamente acostumbrado al mal vivir de las calles, lo cual le ha hecho madurar antes de tiempo. 

Por eso, para él es una sorpresa cuando, en una situación aún más desfavorecida, Trasquilón, el niño a quien conoce, no parece haber dejado atrás su ingenuidad por el mundo. Trasquilón es un chico más chicharachero, más adorable, es gracioso, tiene facilidad para el humor, y siempre piensa de manera optimista. 
Trasquilón consigue enternecer a Ojos Saltones, aunque éste no lo muestre de manera evidente, y pronto el vínculo que crece entre ellos es incluso más fuerte que el de dos hermanos, al poco no pueden estar el uno sin el otro, y, conforme van creciendo, descubren que hay cosas del otro que han acabado por contagiarles también a ellos. 


De hecho, hay muchísimas escenas juntos que me ablandaron el corazón, sin ir más lejos, su primer encuentro me sacó muchas sonrisas, porque Ojos Saltones era un desconfiado y un gruñón, pero Trasquilón logró ganarse un espacio especial en su corazón. 

Y también me encantó la escena del centro comercial, y los juguetes y la ropa nueva que se compraron, me pareció muy valioso todo lo que hemos aprendido de ellos, lo fácil que era identificarse con ellos, la diversión y el encanto que había en sus diálogos, y lo realistas que eran los personajes, tanto que, sin necesidad de saber quién estaba diciendo qué, con tan solo escuchar sus palabras, quedaba claro de quién se trataba...


Hay varios personajes que sacar a relucir, pero la mayoría tan solo tienen una o dos apariciones. 


Los que más destacan son la madre de Ojos Saltones, una mujer que, aun con los muchos contratiempos, sigue empeñada en sacar adelante a su familia, y tiene muy claro que ella no se dejará llevar fácilmente por los malos tiempos que están llegando; también Ashura, aunque éste es algo así como el malo de la historia para Ojos Saltones, pero precisamente un buen momento de evolución es cuando el lector se da cuenta de la gran humanidad de Ashura, de la que capas que tiene, es un hombre construido a base de cicatrices y heridas, un tanto hosco y ceñudo, pero que también sabe respaldar a sus compañeros y organizar como buen líder a la gente que más le necesita; el viejo chatarrero es imprescindible en la historia, es un hombre ya cansado de cargar con tanto peso sobre él, pero que no duda en ofrecer su ayuda si necesario; y la hija de éste, que es la madre de Flaquita, sin duda no ha pasado por buenos momentos, es una mujer excéntrica y muy rara, pero que quiere con locura a sus perros y está llena de calidez... 


Y hay otros personajes interesantes, como la chica que ayuda a repartir comida en la Iglesia, el hombre del casco que alguna que otra vez interviene en la historia, el niño fantasma y su familia de agricultores, incluso la propia Flaquita, que no era quien yo creía, y resulta ser un personaje la mar de simpático y divertido, aunque saque muchas veces los dientes y sea un poco tiránica en su casa...

En conclusión, es que no puedo decir más, realmente los personajes están excelentemente bien trabajados, muy, muy perfilados, completos al detalle, y hasta la última página no dejaban de sorprenderme... aunque hablar del final del libro sería volver a ponerme sensiblona, así que mejor dejarlo estar, jajaja.



Una prosa muy conseguida, dulce y sincera, que no se deja nada atrás, sitúa en un ambiente crudo y difícil grandes dosis de reflexión y hasta humor, pero también muchísimo realismo en los diálogos

He sentido la historia muy, muy cercana a mí, no tanto por la situación de los personajes, que dista de la mía, sino por los temas que trataba, la manera en la que trabajaba la historia, y presentaba a la gente como pedacitos más del mundo, o de esa sustancia reciclable de la que antes hablaba y que se llama "vida" y "humanidad". 
Los personajes eran un todo completo, añadían mucho a la trama, es decir, no estaban por estar sino que tenían mucho que decir, mucho que argumentar, para que os hagáis una idea, gracias a ellos era como yo vi el mundo de la basura y la comida barata de una manera mucho más tierna y preciosa de lo que de primeras parecía...


La prosa es la maestra de esta historia, no tengo duda alguna. En un principio, tenía una idea de que se parecería a la de Yukio Mishima, porque describía las cosas al máximo detalle pero de manera muy hermosa, muy reflexiva, pero he sentido la prosa de Hwang Sok-yong mucho más real, mucho más puesta en los problemas actuales, no se iba por las ramas ni hacía disertaciones filosóficas, es más, era tan realista que algo que me encantó fueron las conversaciones entre los personajes, con malas habladurías, algunas entonaciones burlonas, y, sobre todo, mucha coherencia, entre algunos insultos, algunos tonos enfadados y mucha palabra coloquial, se notaba que esos diálogos podrían pertenecer perfectamente a nuestro mundo, no resultaban forzados y transmitían muchas emociones, ni una sola palabra sobraba. 

Luego, el proceso de perfeccionamiento de los personajes estaba en la manera en la que el escritor los describía, cómo mostraba sus emociones, lo que pensaban, y los intereses que tenían, la atención que ponían a algunas cosas y cómo se la quitaban a otras... Me ha parecido una prosa muy naturalista, sin palabras extrañas u ostentosas, era directa, honesta, muy familiar, pero tenía un no sé qué dulce y optimista que me hizo sonreír mucho mientras avanzaba con la lectura.


De hecho, creo que al escritor se le ha dado tan bien que yo como lectora conectara con los personajes y sus emociones que los sentimientos más duros, que estaban especialmente al final de la novela, me llegaron a hacer mucho daño, me costó acabarme el libro sin ponerme a llorar, porque era una lectura preciosa, pero también muy enfocada en lo que quería criticar, y se sentía el dolor de manera muy palpable.



Sinceramente, el libro me parece que tiene unos muy buenos ánimos, los personajes son decididos y tienen gran temperamento, y me he sentido muy abrigada por la historia, era fácil entrar en ella y aún más fácil empatizar y conectar con los personajes y la vida en esa zona. 

La historia es buenísima, transita por muchos lugares sin un rumbo determinado, te deja claro las idas y venidas de la vida, cómo tu mundo puede cambiar de la noche a la mañana, y cómo hay que hacer frente a estos cambios de camino. 


Conclusión


En conclusión, Todas las cosas de nuestra vida es una lectura fácil de seguir, pero con muchísimo contenido emocional, que ha llegado a mí y se ha quedado muy fielmente unida, me ha hecho reflexionar, darle miles de vueltas a los temas que va depositando en el lector, y me parece, en realidad, no tengo duda alguna, de que será una lectura que no dejará indiferente a los que la lean... De alguna manera u otra, te cambia, lo quieras o no, y lo que quiere hacer sentir, lo consigue. 

Me ha parecido una lectura excelente, preciosísima, muy, muy trabajada, a la que doy un diez redondísimo.



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 3.75/5
♫ Trama: 4/5
♫ Originalidad: 4.5/5
♫ Tensión: 4/5
♫ Desenlace: 4.5/5
♫ Prosa: 5/5


VALORACIÓN PERSONAL 10/10!!!



Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/




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