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miércoles, 28 de octubre de 2020

Reseña: El Árbol de la Ciencia

 


RESEÑA:
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA



Título: 
 El Árbol de la Ciencia

Autor:  Pío Baroja
Editorial:  Alianza Editorial
Canción Identificada:  Stop Swimming (Porcupine Tree)





Sinopsis:


Publicada en 1911, El árbol de la ciencia (para el propio Pío Baroja «el libro más acabado y completo de todos los míos») es la obra en la que la técnica narrativa del novelista -el gusto por la sucesión ininterrumpida de acontecimientos, la abundancia de personajes secundarios, la hábil articulación de situaciones críticas, el impresionismo descriptivo, el rápido trazo de caracteres- alcanza su mayor eficacia, así como aquella en que, en palabras de Azorín, se halla «mejor que en ningún otro libro el espíritu de Baroja».





Opinión:

No es pecador el que ofrece la manzana, sino el que acepta tomarla. Y no es envenenador el que ofrece el veneno... sino el que con gusto decide ahogarse con él. 

Este planteamiento resulta, en muchos aspectos, obsceno: ¿en qué iba a ser culpable la víctima? Y no obstante, en determinado pasaje de El Árbol de la Ciencia, Andrés muestra su completa frustración e impotencia ante el mundo e insta a prostitutas enfermas a envenenar todo lo que deseen a sus clientes. 

Considero este punto en el que inequívocamente Andrés Hurtado, protagonista de esta pesimista, filosófica y derrotada novela, llega a tocar fondo. Hurtado, tan bélico a lo largo de la novela, tan desafiante, honesto, liberador y rebelde, llega a detestar hasta tal punto el mundo en el que vive que acaba desistiendo en hacer grandes cambios en él. Por lo que le contesta a la mujer: "Haz lo que quieras. Por mí puedes envenenar medio mundo; me tiene sin cuidado". 


La progresión de este personaje resulta chocante. Si uno desea una novela arropadora, esta no es su novela: habla de desesperación, de inutilidad, de ascos, de repugnancia, de frustración, de rabia, de desidia. 
A mi parecer, expresa de una manera crudamente realista la fase por la que muchos autores como Pío Baroja estaban pasando por aquel entonces... el enfrentamiento ante una España hosca y estéril, en retraso con respecto al resto de Europa, que tan solo recoge crueldad, estupidez y desgana completa hacia los posibles cambios. 

“¿Qué duda cabe que el mundo que conocemos es el resultado del reflejo de la parte de cosmos del horizonte sensible en nuestro cerebro? Este reflejo unido, contrastado, con las imágenes reflejadas en los cerebros de los demás hombres que han vivido y que viven, es nuestro conocimiento del mundo, es nuestro mundo. ¿Es así, en realidad, fuera de nosotros? No lo sabemos, no lo podremos saber jamás.”

Para un personaje tan joven, resuelto y reflexivo como lo es Andrés, su convivencia en su fase de madurez por España le supone el grotesco choque entre el intelectualismo puro y el completo inmovilismo social. 
Se resalta una vez en la obra: la filosofía tan solo sirve para lanzar incógnitas y hacer que la gente se aleje de la realidad, al final aceptándola tan cual es y solo viviendo en la fantasía intramental; y, sin embargo, es el punto de acogida de Andrés para expresar todo su cinismo frente al mundo. 

La ciencia, expresa, es la fuerza que arrasa con todas las cosas, incluso con el hombre, y el mundo debería orientarse en torno a la fuerza de voluntad y la fuerza de intelectualidad. 
Y no obstante, páginas después se encuentra en un pueblo árido de Castilla la Mancha, entre carreteras viejas y gente del pueblo tosca e intratable, y es posible que este golpe de realidad a carne viva le haga caer de golpe en la conclusión más acertada del momento: el mundo es un absurdo, una falta de sentido, una cárcel que se debate entre el agotamiento y una cruel cacería entre lobos y corderos, donde la búsqueda de la supervivencia no está tanto en los más hábiles, sino en los más adinerados. 


Pero, más que hacer de esta enorme introducción toda la reseña, procedo a explicar mis impresiones ante esta gran novela:

Y como de costumbre, empiezo con: 



¿De qué trata?

El Árbol de la Ciencia, novela publicada en 1911, complementa a una España inmovilista con una intensa introspección del protagonista, y un análisis redondo que circula por los terrenos de la filosofía, la ciencia, la política y el ámbito social de la época, y, así, una muy entera visión del mundo del autor, quien muestra su pesimismo, su debate, su hastío y su desazón por un mundo lleno de posibilidades, las cuales, sin embargo, no son perseguidas por sus habitantes. 

“Sin duda no los juilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha habido siempre en España por lo inútil.”


El Árbol de la Ciencia se encuentra situado en la floreciente etapa del Modernismo, nacido entre el parnasianismo francés y el simbolismo cromático y musical del periodo. Su objetivo era claro: una ruptura contra la estética vigente, y un creciente inconformismo ante las clases gobernantes y autoritarias de la burguesía, así como el propio mundo "vulgar" que rodeaba a estos autores. 


En concreto, se realza en este periodo en España la Generación del 98, movidos ante la crisis de España (el desastre del 98 y la pérdida de las últimas colonias, lo cual también se saca a colación en esta obra). El espíritu analítico de esta novela, sus muy numerosos referentes pensadores e intelectuales, destacan el pánico ante el presente y porvenir de España, los conflictos existenciales y religiosos, y el impresionismo en las descripciones. 


Con este todo, la novela consiste en un pasaje por la etapa de la madurez del protagonista central, Andrés Hurtado, un joven estudiante de Medicina en Madrid que, enfrascado en la investigación de grandes pensadores extranjeros, se resiste ante las convencionalidades sociales, y busca su propio camino en la vida. 


El sentido de la existencia es mucho más evasivo de lo que cabría esperarse, y, entre escenas de conflictos familiares, relaciones con familiares cercanos (como cabe destacara  su tío Iturrioz), su profesión como buen formado médico y la contemplación de una vida matrimonial y sin cabos sueltos, Hurtado muestra su vivaz visión del mundo, su interés ante lo invisible a los ojos, y el desdén con el que trata el mundo actual, físico y real que lo rodea. 

Es muy posible ver la propia mentalidad del autor en este personaje, y, es más, podrá incluso relacionarse con el público joven que goce de la misma: búsqueda de un lugar en el mundo, de romper con lo establecido, y la fantasía de un nuevo cambio en su realidad. 
Entre fantasías, exclamaciones de hastío y luchas por entender el significado de la vida, Andrés Hurtado es un personaje individualista, angustiado y hambriento por el saber que reflejará la parte más resistente y combativa de Pío Baroja.



Personajes representativos, imprescindibles, que llevan la voz cantante

Los personajes principales de El Árbol de la Ciencia llevan por completo la historia. Son los motores del cambio en la dinámica de la acción, los que desencadenan la principal función dialéctica entre los otros personajes, y los que hacen una narración fluida y muy dinámica. 


Las descripciones son breves y necesarias, y puntualizan la entrada de un nuevo personaje con una voz firme y excelente, la cual expresa al detalle los rasgos más característicos de los recién llegados, tanto externos como internos. 

Debo decir que las descripciones de los personajes me han parecido de diez, sin exagerar lo digo. Pío Baroja hacía que cada personaje tuviese un identidad propia, ninguno destacaba por belleza, y, sin embargo, en sus facciones había una carisma extraordinaria: narices torcidas, un ojo más elevado que el otro que ocasionaba una expresión sarcástica, labios con las comisuras elevadas en una sonrisa torva, viejos encorvados, afeitados y ceñudos, caras sombrías, gente apática y triste... 
Pero no es la presentación lo único que destaca de los personajes, sino el valor que aportan a una obra como esta. 



Me gusta cierta observación que se ha hecho de estos personajes, y es que son "representativos de un modo de ser y actuar":

Andrés Hurtado es intelectualismo y angustia, deseos jóvenes de cambiar el mundo y rechazo ante el inmovilismo, ante la abulia y ante la falta de voluntad. 

Andrés Hurtado destaca en su carácter introspectivo, huraño y antisocial, de pensar muy racionalista, con la firme creencia de que la ciencia y el progreso harán mejorar a la humanidad, pero debo reconocer en él una cosa que a mí me ha dejado muy impactada: su honestidad. 
La historia está contada en tercera persona omnisciente, y, aun así, este personaje es completamente traspasable: me he sentido en sus propias carnes en todo momento. Puede que sea por la manera en la que expresa sus pensamientos, sin tapujos, con claridad, reafirmándose, y seguramente también se deba al rumbo que toma su vida, lógico y comprensible, sus decisiones se entienden y en su voz siempre está un tono humano imprescindible: duda y valor, pérdida y cansancio, resignación y miedo... 


Iturrioz es el contrapunto de las ideologías de Andrés, la voz que siempre cuestiona, la voz que urge a pensar, el conductor y maestro de las ideas, quien inspira, quien no duda en hacer crecer las dudas sobre el mundo. Iturrioz es maestro del pensar, el ánimo de inspeccionarse a uno mismo. Es una figura que aporta muchísimo a la historia, y que da pie a todo el pensar de Andrés.


Lulú es combate puro, arrasa con las cosas y encarna la idea de Baroja de mujer inteligente, y, para mí, mujer admirable y llena de vigor, que, es más, muestra el movimiento feminista que empezaba a abrirse paso por España. Lulú es polémica en la historia, evita todas convenciones sociales y no es un personaje femenino que complementa al protagonista, sino que es activo, individual, protagoniza gran variedad de escenas. 


Margarita es seguridad, razón, sensatez, sentimiento, familiaridad.


Aracil es mezquindad, aprovechamiento, desdén, petulancia, avaricia, persecución del dinero y del estatus social elevado.


Montaner es comodón, tranquilo, enemigo de lo exaltado; la gente del pueblo es conservadora, temen el progreso; y en general, las personas de fuera para Andrés al inicio le producen antipatía, él primero trabaja con reservas y luego va descubriendo nuevas mentalidades que lo hacen progresar a lo largo de la novela.



División de la novela: puntos claros, ágiles de leer, y con desarrollos destacables

El Árbol de la Ciencia se divide en tres apartados fundamentales, más adelante diseccionados, que expresan puntos claros, un inicio determinado y un final con una gran progresión, y una manera de estructurarse por medio de capítulos breves que permite una gran agilidad en la lectura. 
Pío Baroja es un escritor extraordinario, a mi parecer, no solo por esta estructuración clara, humana y realista, este recorrido tan lleno de vida y muerte y sus puntos intermedios de hiel y amargor, sino también porque posee una de las prosas más intensas, reflexivas y contemplativas que me he encontrado en toda mi vida. 


Así pues, El Árbol de la Ciencia se divide en los siguientes tres apartados fundamentales:



Primer apartado: experiencia empírica, alzamiento y viveza

En el primer apartado, que incluye las tres primeras partes, se inspecciona la vida familiar y estudiantil de Andrés Hurtado, desde sus inicios en los estudios, hasta la muerte de uno de sus seres queridos más valorados. 

Andrés comienza la fase con cierto sentido heroico: cambiar el mundo, dejar su huella, plasmar en la realidad todos sus pensamientos. 
Se enzarza en discusiones con sus compañeros de clase, en especial en el aspecto político, conoce a personas, tales como Aracil y Montaner (e incluso el fantasioso y romántico de Lamela), con las que su trato no es fácil, y, en muchos sentidos, llega incluso a detestar la hostilidad de sus compañeros, los cuales no valoran sus enseñanzas y se mofan del profesorado con crueldad, y refleja el desprecio que siente hacia algunos de sus familiares, incluso se menciona el "casi odio" que siente hacia su padre, al cual considera inútil y egoísta, como a su hermano Alejandro

No obstante, habla del afecto por sus hermanos Pedro y Margarita, y el amor apasionado que siente hacia su hermano pequeño, Luisito

Debo también resaltar que una figura muy importante en este capítulo es Lulú: chica rebelde, emocionada, ansiosa y llena de discordia, descarada y combativa, de "desenfreno espiritual", cinismo, y satisfacción ante lo escabroso. 
Posiblemente mi personaje favorito, Lulú es la encarnación de personaje femenino individual, independiente, que, como expresado por Andrés, no es "sensual" ni está hecho para el matrimonio, pero para mí ha sido muy admirada, que experimenta por ella misma una lucha contradictoria entre ciencia y naturaleza; artificialidad y humanidad salvaje. 



Segundo apartado: reflexiones, debates, el corazón de las ideas

El segundo apartado consiste únicamente en la cuarta parte, Inquisiciones, que puedo asegurar que ha sido una de las partes más intensas, en el sentido intelectual. 

“Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterelidad emocional de la existencia.”

Posiblemente sea el conjunto de escenas que más destacan el pensamiento, el debate y la guerra interna que tiene Andrés Hurtado, cuales finalmente pueden quedar liberados al expresar todos sus razonamientos ante su tío Iturrioz, uno de los personajes más fundamentales de la novela. 

Inquisiciones comprende una serie de escenas llenas de introspección, cavilación y forcejeo, de nuevo el eterno combate entre ciencia y naturaleza, con bastantes reflejos de la religión, la política, el socialismo y las consecuencias de la abulia. 

“La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una alucinación. Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un símbolo de la afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas cuerdas que le rodean, vive más y con más intensidad que los otros. El individuo o el pueblo que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían a los mortales. El instinto vital necesita de las ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que se necesita para la vida”


Caminando ansiosamente por divanes, con aire ausente y con palabras que borbotean de sus bocas en desenfreno, Andrés y su tío establecen la conversación más larga que tiene el libro, la cual debe ser dividida en numerosos capítulos. 
Realidad, imaginación, castidad, desasosiego interior... temas fundamentales para entender el modernismo, y para entender la fase tan revuelta por la que pasa Andrés Hurtado. 
Es en este pasaje en el que se destaca el propio nombre de la obra, una alusión al mito cristiano que queda demolido por las palabras de Iturrioz: 

“¿Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
-No recuerdo, la verdad.
-Pues al tenerle a Adán delante, le dijo: Puedes comer todos los frutos del jardín; pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas su fruto morirás de muerte. Y Dios, seguramente, añadió: Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá. ¿No es un consejo admirable?
-Sí, es un consejo digno de un accionista del banco -repuso Andrés.”


Además, Andrés aporta la visión de grandes pensadores al respecto, tales como Kant y Schopenhauer, y se divaga acerca de la voluntad y la inteligencia: "máquina de desear y máquina de reflejar", respectivamente. 

También se trata la conversión de la ciencia en un ídolo, el semitismo, averiguar el fin del hombre en la Tierra, el encadenamiento de causa a efecto como algo grosero, el materialismo, el engaño del espiritualismo, y la tendencia de Andrés Hurtado a darle valor absoluto a las cosas, posiblemente para demostrarse a sí mismo que todo puede quedar bajo el control de la mente humana... un espejismo al que muchos de nosotros hemos caído alguna que otra vez.

“Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía un mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura.”


Se habla de otras muchas cosas, puesto que no me cabe duda de que este sencillo apartado es la "chicha" y el motor del libro. Se conversa finalmente sobre cómo tanto pensamiento lleva a un inconformismo, tanta duda lleva a una angustia, y tanta motivación desemboca en la parálisis, en el no saber qué hacer, y el agnosticismo razonado. 
Se habla de la validez de la fe, del egoísmo natural del hombre, y de cómo, del egoísmo desaparecer, lo haría con él la humanidad... 


Dado este pensamiento, no me cabe duda de que el resultado para Hurtado debió ser un coloso impactando contra sus huesos: ¿qué hacer si todo está tan determinado, tan arreglado entre la naturaleza y el camino del saber? ¿Ha uno de dividirse entre moralidad y avance social? ¿No pueden ir ambos de la mano? 

Andrés lo acaba confesando en la última parte: detesta a los ricos, pero no siente simpatía por los pobres. Puede deberse a la resaca de tanto pensamiento, o a que, finalmente, a alcanzado la madurez del ser humano: abstenerse a cambiar y ser cambiado, aceptar que uno vive en un mundo que es estático y carece de significado. Lo que es, ni más ni menos, que un completo nihilismo, la pasividad que Andrés tanto detesta. 



Tercer apartado: profesión, resignación, inseguridad y desenlace

Finalmente, el tercer apartado consiste en las tres últimas partes: su vida como médico en Alcolea, luego en Madrid, y, finalmente, el desenlace. 

La etapa de Hurtado en Alcolea es una de las que más asfixiantes me han parecido. Uno esperaría sentirse ahogado en la gran ciudad, con el ruido, el movimiento, el caos, el zumbido estático de tanta humanidad aglomerada. Y sin embargo, la profesión que ejerce Andrés en Alcolea es más demoledora: el estatismo de la gente de ahí, la dejadez, la abulia, la pereza, la insensibilidad, incluso la crueldad. 

“Ante la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo o la acción limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra una regla general es absurdo.”


Se habla de la supersitición, de la moral imposible como forma de defensa ante la pobreza y los pocos recursos de la gente, y del reparto desigual del dinero y el egoísmo. "Para ser egoísta hay que saber; para protestar hay que discurrir", explica Iturrioz ante el relato que le cuenta Andrés, y éste se muestra de acuerdo: el hambre, la miseria, la guerra y la falta de ganancias de las zonas rurales con respecto al avance de la maquinaria llevan a que la Naturaleza clasifique "al rico con espíritu de riqueza", y "al pobre con espíritu de miseria". 


Andrés experimenta en Alcolea una fuerte indignación, lo que le lleva a acabar retirándose del lugar. Incluso la pequeña investigación que hace con respecto a la muerte de una mujer de la zona se le antoja desagradable y simple. Es más, su posible pequeño enamoramiento con una mujer del pueblo, la cual es agredida verbalmente por su marido, le retorcía por dentro de malestar. 

“Aquí empieza el instinto fetichista; sobre el cuerpo de la persona elegida porque sí, se forja otro más hermoso y se le adorna y se le embellece, y se convence uno de que el ídolo forjado por la imaginación es la misma verdad.
Un hombre que ama a una mujer la ve en su interior deformada, y la mujer que quiere al hombre le pasa lo mismo, lo deforma. A través de una nube brillante y falsa, se ven los amantes el uno al otro, y en la oscuridad ríe el antiguo diablo, que no es más que la especie.”

En cuanto a las pequeñas guerrillas políticas en el pueblo, entre el bando liberal de los Ratones, y el conservador de los Mochuelos, los cuales eran "el sostén de la sociedad", y se repartían el botín. Aquella manifestación del árbol de la vida en Alcolea se le hacía a Andrés necesaria, violenta, y, en cierto punto, llegó a cuestionarse por qué había de incomodarse cuando todo estaba determinado, cuando nada podía ser de otra manera. 

Este golpe de resignación es fundamental para entender el desenlace de ideas de Andrés... hasta que desistió y les dijo a los jóvenes del pueblo: "No hagan ustedes un partido de protesta. ¿Para qué? Lo menos malo que puede pasar es una colección de retóricos y de charlatanes; lo más malo es que sea otra banda de Mochuelos y de Ratones."


Cuando regresa a Madrid para el desenlace, la novela finaliza redondamente, cerrando con la llegada de personajes del inicio, y un final que a mí me ha parecido muy necesario y muy bien concluido. 

Una de las estrellas de este desenlace es Lulú, con quien Andrés se enzarza en diversas discusiones, entre las que se encuentra su mentalidad de que el mundo es "una cosa divertida", ya que todo lo peligroso tiene su antídoto, y que el hombre, por naturaleza, ensuciará todo lo que de primeras estuviese limpio. 


Por esta regla de tres, llego a cuestionarme, que puede que el humano sea el que se envenene a sí mismo, y que puede que el colectivo sea el que, en efecto, se desgarre entre sí. 

“¿Qué hacer? ¿Qué dirección dar a la vida? - se preguntaba con angustia. Y la gente, las cosas, el sol, le parecían sin realidad ante el problema planteado en su cerebro.”

Esto que digo es un pequeño guiño al final de la novela... Lo epicúreo, lo subversivo, lo liberal, acaba encontrando el cianuro propio para aplacarse. Puede que sea una ley natural; o puede que sea una ley artificiosa y humana.... Puede que sea cosa del árbol de la vida; o por el contrario, puede que la autodestrucción esté predispuesta en el árbol de la ciencia...



Conclusión

Parte tratado, parte divagación filosófica, parte novela con diálogos ágiles y muchas pinceladas descriptivas, El Árbol de la Ciencia es una exploración sublime de la naturaleza humana, del constructo humano, y de la identidad frente a la vasta existencia. 


Con escepticismo, aceptación del absurdo de la vida y de su falta de sentido, y la temática central del individuo frente a la sociedad, Pío Baroja muestra lo que por muchos y por sí mismo es su mejor obra, y no se corta en mostrar el atraganto humano con la falta de fe en la vida y en el ser humano, con el enfrentamiento entre el mundo natural y el mundo de la ciencia, y la lucha el individuo contra sí mismo... 
Una fuerte crítica, y una redonda obra que debe ser leída por todo lector. 

Muy, muy recomendada.



PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 5/5
♫ Acción: 3.25/5
♫ Trama: 4/5
♫ Originalidad: 4.5/5
♫ Tensión: 3.75/5
♫ Desenlace: 5/5
♫ Prosa: 6/5


VALORACIÓN PERSONAL 10.5/10!!



Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/



domingo, 25 de octubre de 2020

Reseña: The Hanged Man

 


RESEÑA:
THE HANGED MAN





Título: 
 The Hanged Man (The Tarot Sequence #2)

Autor:  K. D. Edwards
Editorial:  Start Science Fiction
Canción Identificada:  Hang 'Em High (Havok)





Sinopsis:


The last member of a murdered House tries to protect his ward from forced marriage to a monster while uncovering clues to his own past.

The Tarot Sequence imagines a modern-day Atlantis off the coast of Massachusetts, governed by powerful Courts based on the traditional Tarot deck.

Rune Saint John, last child of the fallen Sun Throne, is backed into a fight of high court magic and political appetites in a desperate bid to protect his ward, Max, from a forced marital alliance with the Hanged Man.

Rune's resistance will take him to the island's dankest corners, including a red light district made of moored ghost ships; a surreal skyscraper farm; and the floor of the ruling Convocation, where a gathering of Arcana will change Rune's life forever.





Opinión:

Segundas partes nunca fuer...
Pero espera. ¿Estamos hablando de K. D. Edwards? ¿Ya ha empezado al reseña de The Hanged Man? Bueno, pues qué decir entonces: segunda parte sí consiguió ser buena, y sí que consiguió hacer que me muera de anticipación por el próximo libro.


Como tiendo a ser comparativa con sus anteriores, tengo que decir que esta segunda novela, que a mi parecer tiene grandes momentos, unas luchas mucho más interesantes y una investigación bastante más... política, digamos, tiene muchas cosas que hay que resaltar. 
Para lo bueno, ha seguido bastante la línea de estructuración y de ternura de su novela predecesora (The Last Sun, cuya reseña se puede encontrar aquí); y para lo malo, creo que en muchas cosas ha superado al primer libro... aunque en otras, me ha seguido gustando bastante más la idea de The Last Sun. 


Hay varias razones por las que quería inmediatamente esta novela. La primera, porque el final de la anterior me dejó completamente... colgando (colgando=hanging, The Hanged Man... perdonad la broma pesada), y, en segundo lugar, porque sus personajes eran familiares, tiernos, divertidos, y cinnamon rolls en su estado puro. No miento si digo que K. D. Edwards ha creado unos de los personajes más ADORABLES que existen en la literatura fantástica. ¡Uno los quiere tanto...!

Y más allá de eso, había pasado alrededor de un mes desde que me leí el primer libro. Quería dejar algo de tiempo, pero ¡venga ya! Necesitaba más Rune y más Brand y más Addam y más Ciaran y más Matthias y más Quinn y más... (me atraganto con la de nombres que hay en este listado. Los adoro a todos). 


Y aun así, y atención a esto, tenía mis reservas. La trama no me llamaba tanto la atención, posiblemente porque se alejaba del misterio central y en el que yo más enganchada estaba (el pasado de Rune y los secretos que él nos guarda incluso a los lectores), peeero creo que he conseguido estar muy animada con esta lectura. Y pendiente de tener más noticias de cuándo sale el tercer libro... 

Así que, con corazón cantor y con sonrisa en mi cara, procedo a hablar con más detalle de esta novela:



¿De qué trata?

Para quienes se hayan leído ya el primer libro, tengo que decir que, en muchos aspectos, The Hanged Man sigue lo que yo creo que todos esperábamos... momentos que te ablandan el corazón, otras escenas donde se ve la progresión del sufrimiento de los personajes (y cómo lidian con sus pasados), enfrentamientos al sistema político de Atlantis, y claro... un villano que a todas luces es malo malo. 

Para dejar generalizaciones, debo explicar que The Hanged Man es una novela basada en una nueva misión, en este sentido más personal, a la que se enfrentan Rune y sus compañeros/familia (no puedo verlos de otra manera). En este caso, deben plantar cara a un archana de poder incalculable, The Hanged Man, el cual ha establecido un acuerdo matrimonial con la corte de Matthias (Max), y reclama a este inmediatamente. 
Para evitar que Max quede enlazado sin desearlo con este hombre, Rune debe reunir las fuerzas suficientes para que, aparte de persecuciones, batallas a campo abierto e investigaciones peligrosas, tenga que verse frente con frente con los entramados asuntos políticos que toda su vida a aborrecido... 

Debido a su situación actual, no le será fácil hacerse oír entre las figuras de poder, y por ello, debe emplear algo más allá de su posición hereditaria para conseguir detener las ambiciones de The Hanged Man: y es hacer uso de su astucia, y recibir ayuda de un grupo de personajes variopinto y conflictivo pero muy leal, y derrocar a una de las figuras más eminentes y peligrosas que existen en su mundo... 

...Lo que no será tarea sencilla, pero Rune no piensa jugar inocentemente... Moviéndose por los lugares más insospechados, y recaudando información de la desaparición de un joven cercano a su corte, Rune empleará las tácticas necesarias para liberar a Max del acuerdo matrimonial... aun si significa arriesgar su vida, y sacrificar revelar más partes de sí mismo, por hacerlo...




Una trama bien estructurada, sencilla y ligera, con escenas muy memorables

Algo que hay que decir en muy positivo del autor es que K. D. Edwards sabe dar forma a una trama que no detiene el ritmo en ningún momento

Hay mucha fluidez entre una escena y otra, la historia se sigue verdaderamente bien y es un libro que, realmente, se puede leer de una sentada, y no hablo solo de su brevedad (no llega a las 400 páginas) sino de su manera de ser contado. Hay mucha ligereza en la historia, los capítulos no son realmente excesivamente cortos pero, aun así, se leen de una tirada y pasan muchas cosas en ellos. 
No hay nada de relleno, ni momentos que se hagan achacosos, todo está puesto en su justa medida: la suficiente acción, la suficiente pausa, la suficiente evolución. 


Además, la trama en sí es bastante sencilla, tiene como objetivo uno claro (detener al villano The Hanged Man) y lo sigue en todo momento, no se sale de la pauta que toma y eso, dependiendo de la persona, puede verse como positivo o negativo. Yo creo, por ejemplo, que hace posible que la historia vaya directa al grano. 

Es usual encontrarse en una trilogía con que los segundos libros siempre son los que menos tienen que ver con la historia central de la saga, son como un pequeño paréntesis para entender más a otros personajes y otras situaciones. 
Por eso, espero que en el tercer libro se retome lo que a mí tanto me interesa (que es saber más de lo que pasó cuando la corte de Rune se vio destrozada, y ver cómo llega a cabo el protagonista su "venganza"), y no le he dado importancia a que este segundo libro se salga un poco del esquema central. 


Como digo, pues, la línea que sigue la historia es una determinada, no da rodeos ni parones, tiene un inicio determinado y un final determinado, y, entre medias, hay bastante momento para toda clase de escenas. 

La organización es muy buena, aunque tiene una estructura demasiado habitual en la literatura fantástica de hoy en día, y por eso, no dudo en que The Hanged Man os dejará enganchados hasta que cierre con su última palabra. 



Una prosa cuidada, muy divertida, y muy inspiradora

K. D. Edwards escribe como siente, y creo que eso es todo un acierto. Me es muy fácil captar las emociones que invaden las escenas, los sentimientos de los personajes son fáciles de entender, y hay, en verdad, mucha apertura en cuanto a ellos. Se sienten cercanos, reales, tiernos, seguros. 

Todo esto es gracias a la prosa de K. D. Edwards, que traza una historia sin titubeos. Se nota que ha ganado seguridad en su escritura de un libro a otro, y también se ve positivamente cómo aspira a hacer muchos más cambios en la historia en el siguiente libro. 


La historia sigue conteniendo escenas de toda clase, desde tristes a alegres a rabiosas a frenéticas a tranquilas, están muy bien entrelazadas hacia sí y el vocabulario que se emplea es muy fácil de seguir, directo y emotivo. 


Tengo que resaltar, porque creo que es la joya principal de estos libros, que los momentos divertidos siguen siendo justo como a mí me gustan... tiernas burlas, pullas facilonas, comentarios puntillosos y mucho amor en las relaciones. 

Me parece muy importante que un libro contenga momentos de ligereza y diversión, aunque sean escasos, porque ayuda a que uno entre más en la piel de los personajes. 
Además, ayuda muchísimo en este caso a que vea a cada uno de los protagonistas como una gran familia... que crece por momentos, además. 

Las relaciones que comparten entre sí son muy sinceras, muy resueltas, y siguen progresando mucho. 
Así que, si uno espera encontrarse más escenas de Brand blasfemando y y siendo sobreprotector, y si uno espera encontrarse más a Rune con sus chistes malos para aligerar situaciones, y si uno espera encontrarse a un Addam volviendo a ser encantador y honesto, y si uno espera volver a encontrarse a un Quinn extravagante pero muy adorable... pues ahí lo tiene uno: hay muchos momentos para carcajadas, para lágrimas, y para que el corazón se derrita de puro amor. 

Y quizá la trama central del libro me haya gustado un poco menos, pero tengo claro que estos momentos de risas y poner los ojos en blanco y tener miradas cómplices han hecho que ame la historia muchísimo.



Una ambientación algo menos protagonista, pero igual de misteriosa

Como indica el título de este apartado, he sentido a la ambientación más en segundo plano, posiblemente porque al chicha del mundo ya estuviese más que explicada en el primer libro. 

En general, no soy muy fan de la fantasía urbana, porque sus elementos paranormales han sido demasiado exprimidos hoy en día: que si vampiros, hombres lobo, elementales, gárgolas, fantasmas, incluso dinosaurios... Me suele gustar más cuando los elementos fantásticos son inventados por el autor. 

“I turned and saw . . . not a unicorn. Grazing at the bottom of the slope was a creature not unlike a fur-covered castle siege engine with a massive, sharp tusk jutting from its head. The tusk alone was the size of a small automobile. “What is it?” Addam breathed. “I’m fairly sure it’s a dinosaur,” I said. I decided, since it was a uniquely new sentence in the history of all my sentences, to repeat, “It’s a dinosaur.””

Pero hay que decir que K. D. Edwards les da un toque muy suyo, y, además, la delicia que tiene la fantasía urbana es que mezcla conflictos sociales de nuestro mundo humano con la posibilidad de que lo paranormal se meta en nuestra realidad. 
Eso hace que en este libro haya una muy buena combinación de pubs con bestias mágicas, prostíbulos y drogas inventadas, asuntos políticos que se ven entremezclados con el sistema de magia... Por lo que, realmente, aún tiene el autor muchas cosas con las que jugar. 

La historia no se queda quieta, y los personajes tampoco, por lo que hay muchos escenarios, muchos nuevos lugares, y, en cierto sentido, he encontrado la historia algo más... turbia. Al menos, más metida en la parte oscura de nuestro mundo. 
Ha habido algo menos de crítica, pero realmente, exponer estos lugares ocultos y siniestros es suficiente para que yo me estremeciese: y no por ser monstruosos y extraterrenales, sino por ser realmente muy de nuestro mundo... demasiado cercanos a la humanidad. 


Además, el sistema mágico sigue siendo genial: hay muchas limitaciones en él, y muchos "hechizos" que me llegan a dejar muerta de interés. Por no hablar de que se van descubriendo más cosillas sobre la magia que yo desconocía... 

“There were always consequences with magic. Always. Did you want super-speed? Or super-strength? Fine. But in the absence of ancillary spells, you’d end up ripping muscles away from your bone with the first punch; or blister and shred your skin with the friction caused by breaking the sound barrier. So you needed spells to supplement spells. Spells to toughen your skin, fortify your bones, protect your tendons and ligaments—a spiral of cause and effect that required a lot of practice.”

Y por fortuna, hacer trucos de bolas de fuego no es lo único que importa en la novela: por algo está el misterio... ¡En ocasiones, tener habilidades detectivescas casi vale más que crear un hechizo destructor...!



Unos personajes honestos, cercanos, y con mucha personalidad

Voy a ceder TRES apartados ENTEROS para hablar de los personajes. Son la joya de la historia, no tengo duda alguna, y se merecen este espacio. 


La verdad es que hay mucho de lo que hablar: Brand sigue siendo igual de refunfuñón y protector como siempre, Rune sigue yendo a sus anchas y locas y sigue siendo un protagonista con las ideas muy claras, Addam ha vuelto a revelar más de sí mismo y de sus sentimientos (porque Addam habla mucho de cómo se siente, y es lo que lo hace tan sincero y tierno), Quinn vuelve a sus andadas de paranoiar a la gente y al mismo tiempo dejarlos enternecidos, Max sigue igual de rebelde/agradecido, The Tower es igual de misterioso que de costumbre... 

“It was like he was in shock. Nothing I said would matter. So I used the one tool left between us—the one that always cut both ways. I pulled our Companion bond open and let my emotion sing through it. It was not something I could do often, but when it worked, it was an emotion so complicated and layered it was nearly a soliloquy. It expressed the concept of Companion. It said brother. It said ally. It was nearly the type of connection that existed between tallas.”

...Y por supuesto, la masculinidad tan tóxica que hay en alguna literatura con K. D. Edwards desaparece por completo: los protagonistas (que todos ellos son personajes masculinos, cosa tanto buena como, en cierto aspecto, algo negativa) lloran, ríen, hablan de sus emociones, visten como quieren y hablan como quieren. Y punto, realmente, porque eso es de lo que se trata: de amar a quien te apetezca, de llorar cuando lo necesites, de ser quien te de la gana. 

Hay mucha libertad en el escrito de K. D. Edwards, yo diría que todos sus personajes son pertenecientes al colectivo LGBTQ+ y, aunque eso pueda parecer un poco inusual, hay que entender que no hablamos de nuestro mundo sino de Atlantis... en cierto sentido, me recuerda a la Antigua Grecia: la homosexualidad es bienvenida, y se cede poco conflicto a lo que tenga que ver con ella. 

Así mismo, sigo sin estar muy de acuerdo en que K. D. Edwards cada vez que introduce a un personaje habla de su "atractivo" (y para el escritor todos los personajes centrales son "handsome" o "pretty"), pero ya vuelvo a ser demasiado puntillosa :)


Para lo que importa, decir que lo fundamental es que los personajes siguen evolucionando mucho, sobre todo en sus relaciones con los demás, y ver al "papá Brand" y al "papá Rune" y al nuevo "papá Addam" con su séquito de jóvenes descontrolados en casa me hizo sonreír a lo largo de todo el libro. 
Además, punto positivo: la amistad entre Quinn y Max sigue floreciendo, y ¡es tan adorable verlos pelearse y quererse...! POR FAVOR, ¡que alguien les dé un fuerte achuchón de mi parte!



Personajes femeninos: no tan protagonistas como yo me esperaba

Tenía muchísimas ganas de encontrarme con que The Hanged Man expusiese a más personajes femeninos, porque, sinceramente, The Last Sun tenía a un par y eran muy, muy secundarios. Había oído que el segundo libro daba mayor entrada a los personajes femeninos... pero me encontré con que no tanto como yo deseaba. 

De hecho, he seguido sintiendo lo mismo: que la historia está a falta de mujeres. Puede que no sea para tanto, pero en mi caso me ha parecido que no había un buen equilibrio; las mujeres que aparecían realmente no lucían tanto como los otros protagonistas, estaban en un segundo plano y escasa vez salían con importancia. 
Aun así, se nota que ha habido cambios, porque la llegada de Corinne y Anna ha sido muy necesaria... Y creo, y espero, que Lady Death juegue un papel aún más importante en siguientes libros.

Me ha gustado que a Anna se le diese más atención, porque comenzaba a notar que sus hermanos llegaban a protagonizar más la historia, hasta que K. D. Edwards muestra que esta chica va a tener un rol importante... 
No digo mucho, pero espero grandes cosas de ella, aunque me ha parecido forzado que para que tuviese importancia ella hubiese de tener grandes habilidades, y no por solo quien es. 

Pero no quiero ser quejica; me ha gustado mucho que saliesen más personajes femeninos en este libro. Tengo todo mi apoyo en ellas, al igual que lo tengo en los demás. 

K. D. Edwards no me deja de sorprender con sus personajes, y sigo encantada de que la "familia" de la historia siga creciendo por momentos ;)



Fronteras muy delimitadas entre el bien y el mal

Como observación, me sigue pareciendo que los personajes de la historia están situados en dos extremos: o son muy buenos, o son muy malos, no encuentro punto intermedio. 
Al introducir a un personaje, se ve a la legua qué rol va a jugar: si en contra, o a favor. Los villanos están esbozados como personas realmente malas, la frontera entre los héroes y los antagonistas está perfectamente delineada, y eso a mí no me acaba de convencer. 

Como único personaje que se sale más de esta norma, me he encontrado a The Tower, un personaje que adoro muchísimo precisamente porque en ocasiones no sabes de qué bando está, y qué papel juega en todo esto... ¿es fiable, acaso? ¿Qué intenciones tiene? 


De todas formas, me gustaría expresar un poco la desilusión que he tenido al encontrarme que, como digo, todos los personajes estaban situados en la historia de una forma y eran inamovibles
Por ejemplo, el grupo de Rune a veces me parecía demasiado... bueno. Sé que suena extraño que diga esto, pero me llegaba a parecer un poco cansino que todos tuviesen las mejores intenciones hacia los demás, es decir, que no dejasen de pedir perdón, que intercambiaran siempre conversaciones tiernas e inspiradoras, y que todos no quisieran "ser una carga para el resto". Me faltaba más jugo en su historia, más complicaciones. 

Señalando esto, también hay que decir que en el libro ha habido un pequeño momento de tensión entre Brand y Rune, el cual he disfrutado, porque me ha parecido una relación más real, pero lo usual era que yo me encontrase con que todos los protas se portaban de manera demasiado santificada frente a los demás. 

Yo necesito personajes defectuosos... personajes que no solo se equivoquen, sino que, además, a veces no resulten tan admirables. 
Espero que eso mejore en siguientes libros... y que los villanos no sean tan malos malotes, porque The Hanged Man no dejaba espacio para la duda.



El final: suficiente para hacer que casi me de un ataque al corazón

Con todas sus subidas y bajas, sus idas y venidas, sus sacrificios y sus victorias, finalmente el libro llegó a su desenlace... Y mantendré la boca todo lo cerrada que pueda, pero tan solo decir que me ha parecido un buen final. 
Demasiado idealista en algunos aspectos, PERO tiene lo que tuvo el anterior libro: un pequeño momento en el que vislumbramos que va a haber conflictos en el siguiente libro... Y que estos conflictos ya van a estar más relacionados con el pasado de Rune y Brand... 

...Por lo que estoy como loca por tener en mis manos el tercer volumen. Sigo al escritor en Twitter, y se ve que está muy enfocado en su novela (además de que es muy simpaticón, todo hay que decirlo). Espero grandes cosas del tercer libro, por el cual no soy la única que se muere de ganas de continuar las aventuras... Ya somos muchos los que estamos enamorados de la historia que K. D. Edwards nos ha ofrecido. 
Ahora, a aguantar la espera... ¡Ya falta menos para volver as ver a Rune y Brand y todos sus compañeros en acción!



Y finalmente: que la reseñadora se calle ya porque se está haciendo muy largo leer esto.

Lo que se traduce en:

Conclusión

The Hanged Man es una segunda parte que es tan rompedora como su novela predecesora: acción, misterio, mucha adrenalina, y ahora, además, asuntos complicados de política... 
Pese a que sus personajes quedan muy divididos en "buenos" y "malos", y que no hay personajes femeninos en el elenco de protagonistas esenciales, además de que los protas suelen ser retratados como demasiado "tiernos y buenos y amables", hay que reafirmar que los personajes de K. D. Edwards son divertidos, elocuentes, brillantes y sensacionales, tienen muchas capas y desafían a quien sea con tal de proteger a los suyos. 


Además de eso, la prosa es arrebatadora, estructura muy bien la historia y ofrece una voz resuelta, graciosa en algunas partes y muy conmovedora en otras... suficiente como para ablandarme el corazoncito...


En resumen, un libro que lleva consigo muchos cambios, y que ofrece unos personajes memorables, únicos y llenos de personalidad, de los que estoy emocionada por volver a oír de ellos... en un tercer libro que tiene pinta de pegar todo un cambio en la saga.

Una lectura muy recomendada.





PUNTUACIÓN

♫ Personajes: 4.25/5
♫ Acción: 3.75/5
♫ Trama: 3.75/5
♫ Originalidad: 3.25/5
♫ Tensión: 3.25/5
♫ Desenlace: 3.75/5
♫ Prosa: 3.75/5


VALORACIÓN PERSONAL 9/10



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