Autor: Ray Bradbury
Editorial: Minotauro
Canción Identificada: Imperator (Godflesh)
Sinopsis:
Fahrenheit 451 cuenta la historia de un sombrío y horroroso futuro. Montag, el protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos cuya misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios sino la de provocarlos al quemar libros. Porque en el país de Montag está terminantemente prohibido leer. Porque leer obliga a pensar, y en el país de Montag está prohibido pensar. Porque leer impide ser ingenuamente feliz, y en el país de Montag hay que ser feliz a la fuerza...
Opinión:
Fahrenheit 451 se halla en estas familias de libros que dan nacimiento a todo un género. Este libro, junto con otros cuantos como Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley; o 1984, de George Orwell, son los padres de el género que durante varias décadas supuso toda una revolución en todo el mundo: ni más ni menos que una distopía, la cual, si se lleva bien a cabo, puede llegar a sembrar deseos de revolución y de liberación en los corazones de todos los lectores.
Es por eso por lo que los libros son el mayor enemigo del control en la sociedad ejercido por las autoridades, y por eso me parece fantástico que un libro desee utilizar esto como arma.
La distopía es un género de crítica, de inconformismo, de cinismo, de estudio de la sociedad.
Consiste en desmigar la realidad de manera que se analice cada detalle de ella, y se saca los elementos que más atentan contra la paz y la felicidad y se plantan en un mundo con exageración, pero ¿hasta qué punto los escritos distópicos con hibérboles? ¿Hasta qué punto se acerca esta novela a la realidad, realmente?
Varias críticas y conversaciones ya han puesto esta novela como otra profecía ya comenzando a hacerse real: grandes mentes de humanistas y de científicos han augurado desgracias en cuanto a la modernidad, pero lo que hace Ray Bradbury es otra cosa: decide no tirar por el mal que pueda hacer un avance de cualquier tipo, no se centra en el mal de este elemento... sino en la forma en la que podemos llegar a usarlo erróneamente.
Y, con todas estas cosas que hacen a la distopía un género que, en buenas manos, resulta altamente profundo, intenso y absorbente, debo decir que, a mi juicio, las distopías no son la clase de libros que me gustan.
“Stuff your eyes with wonder, he said, live as if you'd drop dead in ten seconds. See the world. It's more fantastic than any dream made or paid for in factories.”
Admito que yo tiro hacia lo fantasioso: no hay que engañarse, a mí no me gustan libros pesados de elfitos y batallitas, lo que yo busco es un libro que, con elementos de mundos imaginarios, con magia en ocasiones, exploren la mente humana, la sociedad, en fin, las reglas del ser humano, su ética enredada, su moral enrevesada, su código de honor deformado. Lo que nos hace ser unas criaturas tan complejas y retorcidas, vamos.
Aunque debo decir que la novela psicológica y el thriller más relativo a la mente humana están en un auge en mis preferencias.
La cosa es que la distopía tiende más hacia los temas políticos. Y eso no está mal. Pese a que a mí la política no me atraiga, siempre está muy bien saber de las corrupciones por el poder, las luchas entre clases, las revoluciones y las manifestaciones. Esto la novela distópica lo hace a la perfección. Ray Bradbury no se pasa con este elemento, de hecho, es de las novelas distópicas que me he leído con menos contenido político, lo que la hizo ser más amena.
Pero como todo: da igual el género, a mi parecer: estoy abierta a cualquier historia siempre en cuando el escritor sepa manejarla.
El defecto que le veo a este género es que todos los libros tienen una estructura muy, muy parecida. Es como si tuviesen una formidable fórmula que resolviese los problemas: mundos caóticos o en falsa armonía, donde el / la protagonista vive con tranquilidad hasta que descubre que el gobierno y la sociedad entera están corruptos, y entonces un grupo de disidentes se ponen en contacto con ellos (o viceversa) y deciden revolucionarse.
Lo que ocurre es que en este libro la maldad y la corrupción y el abuso de poder estaban muy, muy presentes, desde el inicio, y resultaba irritante ver cómo el resto de personajes no se daban cuenta de ello. Era muy obvio, y eso me ha gustado menos. Como libro más ameno (y juvenil) de distopía que hace bien esto es The Giver, de Lois Lowry, pero tampoco voy a dar mucha importancia a esto.
El problema sigue cuando a este fallo se le añade que, cuando el protagonista decide liberarse de esta sociedad opresora, lo hace de una manera muy descarada, sin mucha reflexión previa.
De hecho, no había miedo a las consecuencias en absoluto, y creo que en situaciones como esta lo que haría una persona en su sano juicio sería tirar por lo bajo y luego estar escalando hacia lo más rebelde.
Pero a esto añado que alguno de estos momentos "temerarios" de nuestro protagonista resultó tener mucha coherencia, y explicaba un poco más del por qué esta falta de prevención en Montag. Así mismo, exploraba bastante acierto la mente del protagonista, y creaba una escena tanto tensa como muy bella. spoiler Hay varias escenas de este estilo, pero una que me encantó en especial fue en esa en la que estaba mostrándoles poesía a unas mujeres, y es que da igual que sea muy osado, muy arriesgado: el caso es que se veía con claridad que en esos momentos Montag no razonaba, tan sólo estaba maravillado con la literatura, hasta el punto de encontrarse en otro lugar, de beber de las palabras y no de la más cruel realidad, y ese detalle del protagonista es altamente remarcable y me gustó en especial. Lo que hacen los libros, ¿eh? fin del spoiler.
La cosa de los libros está en que no se trata sólo de leerlos, sino que el valor más fundamental es compartirlos: hablar de ellos, hacer que nos cambien, hacer que cambien a otras personas. Los libros crean, enseñan te hacen explorar y te hacen reflexionar. Los libros, por definición libresca, te hacen pensar, te hacen sentir, te hacen inquietarte y te hacen cuestionar, y claro, eso es lo que no quiere la sociedad.
Dar, recibir, en fin, todas esas cosillas tan bonitas que nos mueven tanto a los lectores.
“We cannot tell the precise moment when friendship is formed. As in filling a vessel drop by drop, there is at last a drop which makes it run over; so in a series of kindnesses there is at last one which makes the heart run over.”
Así que... imaginémonos un mundo sin libros. Donde los libros son quemados por los mismísimos bomberos, donde están prohibidos, donde no hay forma de ceder conocimientos y regalar vivencias internas. Las pantallas y la tecnología gobiernan a las personas: los medios son la única realidad que existe, al servicio de un gobierno que ostenta de un poder conseguido a la fuerza.
Ciertamente, una sociedad controlada es una sociedad más segura. Es una sociedad que tiene una felicidad falsa, forzada, impuesta.
Montag se considera feliz. Vive con su mujer, tiene un buen trabajo (bombero), y le gusta ver cómo los libros se queman. Ha crecido con el olor de páginas chamuscadas, con la visión de conocimientos perdidos, y esto no le altera.
Es más, le satisface hacerlo, le hace inmensamente feliz quemar libros, y este es otro punto de la novela que no conseguí pillar.
Entiendo que, si apenas has conocido lo que es un libro, te sientas indiferente a su quema, pero... De ahí a estar alegre por quemar algo hay un gran trecho. A menos que nuestro amiguito sea un pirómano, no comprendo por qué le hace tan endiabladamente feliz quemar papeles.
Pero bueno, ese es su trabajo, y ya no hay peligros, todos son felices.
Eso es, hasta que una chica se acerca a él... Clarisse: joven, demoledora, activa y extrovertida, con una inteligencia extraordinaria y una forma de ver el mundo que rompe con lo que la sociedad ha establecido.
Ella no acata, ella no obedece: ella cuestiona. Habla, comparte, no duda en admitir estar loca, y le hace a Montag la siguiente pregunta: ¿es él realmente feliz?
“If you hide your ignorance, no one will hit you and you'll never learn.”
Es desde este momento, a partir de estas conversaciones, cuando Montag comienza a hacerse preguntas (admitamos que el elemento de una persona que piense distinto y siembre la duda en el personaje principal está muy visto en la distopía, pero no le demos mucha importancia... ), y es entonces cuando se encuentra, chocándose de bruces, con la más descarnada realidad...
Hay que ser muy valiente para decidir quitarte el velo de colores y ver a una realidad gris y mustia, pero eso es lo que hace Montag cuando la situación se tuerce.
A partir de ahí todo comienza a acelerarse, y realmente, este libro se lee en cuestión de menos de una hora: es una lectura que se devora, tanto por su brevedad como por la forma en la que está escrita.
“The magic is only in what books say, how they stitched the patches of the universe together into one garment for us.”
Montag era un personaje bastante bueno. No era una maravilla, no era entrañable o exageradamente listo o imparable, pero era muy humano.
Y mientras va conociendo más a fondo el universo de los libros perdidos, se va volviendo más y más humano en una sociedad prácticamente mecanizada.
“Nobody listens anymore. I can't talk to the walls because they're yelling at me, I can't talk to my wife; she listens to the walls. I just want someone to hear what I have to say. And maybe if I talk long enough it'll make sense. And I want you to teach me to understand what I read.”
Aunque impulsivo (como he dicho, ciertas acciones suyas no estaban muy bien pensadas y eran muy peligrosas y atrevidas), creo que es ese golpe instantáneo, esa sacudida violenta y repentina, esa espontaneidad, lo que más planta batalla con el control que oprime a una sociedad como la que se nos presenta en el libro.
Mildred era el arquetipo de la sociedad del libro: silenciosa, obediente, hueca, sin curiosidad, vacía.
Clarisse, como contraparte, era la chispa que inició el fuego en el interior de Montag, y con razón: no sólo es importante su pregunta de si Montag era feliz, sino todo lo que dice, hace, tiene una forma de ser muy risueña, muy suelta, muy decidida hacia la vida, cuya intención consiste en hablar y transmitir y debatir y salir de esa burbuja en la que están los demás.
“We need not to be let alone. We need to be really bothered once in a while. How long is it since you were really bothered? About something important, about something real?”
Luego hay otros personajes como Faber, un anciano jubilado que apoya y está de acuerdo con el pensamiento de Montag, en amor secreto por esa lectura prohibida; o Granger, más al final, aunque este último me gustó algo menos que Faber.
Es por eso por lo que los libros son el mayor enemigo del control en la sociedad ejercido por las autoridades, y por eso me parece fantástico que un libro desee utilizar esto como arma.
La distopía es un género de crítica, de inconformismo, de cinismo, de estudio de la sociedad.
Consiste en desmigar la realidad de manera que se analice cada detalle de ella, y se saca los elementos que más atentan contra la paz y la felicidad y se plantan en un mundo con exageración, pero ¿hasta qué punto los escritos distópicos con hibérboles? ¿Hasta qué punto se acerca esta novela a la realidad, realmente?
Varias críticas y conversaciones ya han puesto esta novela como otra profecía ya comenzando a hacerse real: grandes mentes de humanistas y de científicos han augurado desgracias en cuanto a la modernidad, pero lo que hace Ray Bradbury es otra cosa: decide no tirar por el mal que pueda hacer un avance de cualquier tipo, no se centra en el mal de este elemento... sino en la forma en la que podemos llegar a usarlo erróneamente.
Y, con todas estas cosas que hacen a la distopía un género que, en buenas manos, resulta altamente profundo, intenso y absorbente, debo decir que, a mi juicio, las distopías no son la clase de libros que me gustan.
“Stuff your eyes with wonder, he said, live as if you'd drop dead in ten seconds. See the world. It's more fantastic than any dream made or paid for in factories.”
Admito que yo tiro hacia lo fantasioso: no hay que engañarse, a mí no me gustan libros pesados de elfitos y batallitas, lo que yo busco es un libro que, con elementos de mundos imaginarios, con magia en ocasiones, exploren la mente humana, la sociedad, en fin, las reglas del ser humano, su ética enredada, su moral enrevesada, su código de honor deformado. Lo que nos hace ser unas criaturas tan complejas y retorcidas, vamos.
Aunque debo decir que la novela psicológica y el thriller más relativo a la mente humana están en un auge en mis preferencias.
La cosa es que la distopía tiende más hacia los temas políticos. Y eso no está mal. Pese a que a mí la política no me atraiga, siempre está muy bien saber de las corrupciones por el poder, las luchas entre clases, las revoluciones y las manifestaciones. Esto la novela distópica lo hace a la perfección. Ray Bradbury no se pasa con este elemento, de hecho, es de las novelas distópicas que me he leído con menos contenido político, lo que la hizo ser más amena.
Pero como todo: da igual el género, a mi parecer: estoy abierta a cualquier historia siempre en cuando el escritor sepa manejarla.
El defecto que le veo a este género es que todos los libros tienen una estructura muy, muy parecida. Es como si tuviesen una formidable fórmula que resolviese los problemas: mundos caóticos o en falsa armonía, donde el / la protagonista vive con tranquilidad hasta que descubre que el gobierno y la sociedad entera están corruptos, y entonces un grupo de disidentes se ponen en contacto con ellos (o viceversa) y deciden revolucionarse.
Lo que ocurre es que en este libro la maldad y la corrupción y el abuso de poder estaban muy, muy presentes, desde el inicio, y resultaba irritante ver cómo el resto de personajes no se daban cuenta de ello. Era muy obvio, y eso me ha gustado menos. Como libro más ameno (y juvenil) de distopía que hace bien esto es The Giver, de Lois Lowry, pero tampoco voy a dar mucha importancia a esto.
El problema sigue cuando a este fallo se le añade que, cuando el protagonista decide liberarse de esta sociedad opresora, lo hace de una manera muy descarada, sin mucha reflexión previa.
De hecho, no había miedo a las consecuencias en absoluto, y creo que en situaciones como esta lo que haría una persona en su sano juicio sería tirar por lo bajo y luego estar escalando hacia lo más rebelde.
Pero a esto añado que alguno de estos momentos "temerarios" de nuestro protagonista resultó tener mucha coherencia, y explicaba un poco más del por qué esta falta de prevención en Montag. Así mismo, exploraba bastante acierto la mente del protagonista, y creaba una escena tanto tensa como muy bella. spoiler Hay varias escenas de este estilo, pero una que me encantó en especial fue en esa en la que estaba mostrándoles poesía a unas mujeres, y es que da igual que sea muy osado, muy arriesgado: el caso es que se veía con claridad que en esos momentos Montag no razonaba, tan sólo estaba maravillado con la literatura, hasta el punto de encontrarse en otro lugar, de beber de las palabras y no de la más cruel realidad, y ese detalle del protagonista es altamente remarcable y me gustó en especial. Lo que hacen los libros, ¿eh? fin del spoiler.
La cosa de los libros está en que no se trata sólo de leerlos, sino que el valor más fundamental es compartirlos: hablar de ellos, hacer que nos cambien, hacer que cambien a otras personas. Los libros crean, enseñan te hacen explorar y te hacen reflexionar. Los libros, por definición libresca, te hacen pensar, te hacen sentir, te hacen inquietarte y te hacen cuestionar, y claro, eso es lo que no quiere la sociedad.
Dar, recibir, en fin, todas esas cosillas tan bonitas que nos mueven tanto a los lectores.
“We cannot tell the precise moment when friendship is formed. As in filling a vessel drop by drop, there is at last a drop which makes it run over; so in a series of kindnesses there is at last one which makes the heart run over.”
Así que... imaginémonos un mundo sin libros. Donde los libros son quemados por los mismísimos bomberos, donde están prohibidos, donde no hay forma de ceder conocimientos y regalar vivencias internas. Las pantallas y la tecnología gobiernan a las personas: los medios son la única realidad que existe, al servicio de un gobierno que ostenta de un poder conseguido a la fuerza.
Ciertamente, una sociedad controlada es una sociedad más segura. Es una sociedad que tiene una felicidad falsa, forzada, impuesta.
Montag se considera feliz. Vive con su mujer, tiene un buen trabajo (bombero), y le gusta ver cómo los libros se queman. Ha crecido con el olor de páginas chamuscadas, con la visión de conocimientos perdidos, y esto no le altera.
Es más, le satisface hacerlo, le hace inmensamente feliz quemar libros, y este es otro punto de la novela que no conseguí pillar.
Entiendo que, si apenas has conocido lo que es un libro, te sientas indiferente a su quema, pero... De ahí a estar alegre por quemar algo hay un gran trecho. A menos que nuestro amiguito sea un pirómano, no comprendo por qué le hace tan endiabladamente feliz quemar papeles.
Pero bueno, ese es su trabajo, y ya no hay peligros, todos son felices.
Eso es, hasta que una chica se acerca a él... Clarisse: joven, demoledora, activa y extrovertida, con una inteligencia extraordinaria y una forma de ver el mundo que rompe con lo que la sociedad ha establecido.
Ella no acata, ella no obedece: ella cuestiona. Habla, comparte, no duda en admitir estar loca, y le hace a Montag la siguiente pregunta: ¿es él realmente feliz?
“If you hide your ignorance, no one will hit you and you'll never learn.”
Es desde este momento, a partir de estas conversaciones, cuando Montag comienza a hacerse preguntas (admitamos que el elemento de una persona que piense distinto y siembre la duda en el personaje principal está muy visto en la distopía, pero no le demos mucha importancia... ), y es entonces cuando se encuentra, chocándose de bruces, con la más descarnada realidad...
Hay que ser muy valiente para decidir quitarte el velo de colores y ver a una realidad gris y mustia, pero eso es lo que hace Montag cuando la situación se tuerce.
A partir de ahí todo comienza a acelerarse, y realmente, este libro se lee en cuestión de menos de una hora: es una lectura que se devora, tanto por su brevedad como por la forma en la que está escrita.
“The magic is only in what books say, how they stitched the patches of the universe together into one garment for us.”
Montag era un personaje bastante bueno. No era una maravilla, no era entrañable o exageradamente listo o imparable, pero era muy humano.
Y mientras va conociendo más a fondo el universo de los libros perdidos, se va volviendo más y más humano en una sociedad prácticamente mecanizada.
“Nobody listens anymore. I can't talk to the walls because they're yelling at me, I can't talk to my wife; she listens to the walls. I just want someone to hear what I have to say. And maybe if I talk long enough it'll make sense. And I want you to teach me to understand what I read.”
Aunque impulsivo (como he dicho, ciertas acciones suyas no estaban muy bien pensadas y eran muy peligrosas y atrevidas), creo que es ese golpe instantáneo, esa sacudida violenta y repentina, esa espontaneidad, lo que más planta batalla con el control que oprime a una sociedad como la que se nos presenta en el libro.
Mildred era el arquetipo de la sociedad del libro: silenciosa, obediente, hueca, sin curiosidad, vacía.
Clarisse, como contraparte, era la chispa que inició el fuego en el interior de Montag, y con razón: no sólo es importante su pregunta de si Montag era feliz, sino todo lo que dice, hace, tiene una forma de ser muy risueña, muy suelta, muy decidida hacia la vida, cuya intención consiste en hablar y transmitir y debatir y salir de esa burbuja en la que están los demás.
“We need not to be let alone. We need to be really bothered once in a while. How long is it since you were really bothered? About something important, about something real?”
Luego hay otros personajes como Faber, un anciano jubilado que apoya y está de acuerdo con el pensamiento de Montag, en amor secreto por esa lectura prohibida; o Granger, más al final, aunque este último me gustó algo menos que Faber.
El libro estaba dividido en partes muy largas, sin apenas capítulos, pero no creo que eso sea del todo malo, sólo inusual.
Luego había una parte, breve pero entre medias, en la que el escritor daba de forma directa su visión de su obra y del mundo futurístico que ésta representa, y es verdad que esta parte rompía un poco con la armonía de la historia, pero a mí se me ha antojado una gozada oír los pensamientos del escritor con su propia obra, y me ha llevado a entenderla mejor.
“The good writers touch life often. The mediocre ones run a quick hand over her. The bad ones rape her and leave her for the flies.”
¿Hace el hombre a los libros, o hacen los libros al hombre?
Fahrenheit 451 es una novela de ciencia ficción distópica sobre un mundo donde la lectura está prohibida y los libros son quemados con gran frecuencia en las plazas. En una sociedad controlada al detalle, débiles llamas brillan en algunos corazones. ¿Será el protagonista capaz de dejar al lado el miedo y sacudirse en fuego?
El libro no es nada difícil de seguir, es más, posee un ritmo rápido y enganchante que mantendrá irremediablemente cautivado al lector.
No obstante, si bien cortita, siento que la novela tiene importantes fallos, además de que no innova en lo referente a la estructura de la historia (aunque su idea principal sea indudablemente formidable).
Por otro lado, Ray Bradbury es un escritor asombroso. No es el primer libro que me leo de él, y no es que tenga una prosa fantástica, que me haya encandilado; no es elegante y tampoco embellecida, pero el escritor domina a la perfección ponerse en la piel del protagonista con pensamientos directos y sin muchas decoracciones estilísticas, y eso está muy bien. Bradbury es, además, un profeta preciso y estremecedoramente realista y detallista, y su libro, con una idea muy ingeniosa, consumirá al lector de ganas de seguir leyéndolo.
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 3/5
♫ Acción: 3/5
♫ Trama: 3/5
♫ Originalidad: 3.75/5
♫ Desenlace: 4/5
♫ Pluma: 4/5
VALORACIÓN PERSONAL: 8/10
VALORACIÓN PERSONAL: 8/10
Hola, buenas noches, cabe recalcar que no he leido el libro y probablemnete nunca lo hare, sin embargo me parece muy interesante a lo que quiere llegar. Sinceramente me gustaria vivir en el pais de Montag, estoy tomando anticonceptivos, lo que me hace pensar mucho todo, y me hace sentir mal... eniweis muy buen articulo amigo, espero que te encuetres bien del covis19 84
ResponderEliminarHola, me siento igual que tu, creo que estamos viviendo en una sosiedad. Saludos
EliminarPor favor, deja de comentar las cosas que no has leido, gracias.
EliminarBuenas, me alegra tener tus comentarios. Aunque no vayas a leerte el libro, siempre está bien saber de él, por si alguna vez te animas ;)
EliminarEspero que a ti también te vaya bien con la pandemia, un saludo
La idea es genial. Genial también la anticipación de Bradbury a lo que ya ha llegado o casi: la televisión y las redes sociales como sedante para la irritación y el no pensar y no leer.
ResponderEliminarAhora bien, desde el punto de vista literario, Fahrenheit 451 deja mucho que desear en cuanto a estilo, estructura y desarrollo de personajes y ambiente. Parece escrito con demasiada prisa.
Hola, Javier, estoy completamente de acuerdo con tu comentario, esta novela se aplica a muchísimas partes de la vida, miremos donde miremos la verdad es que, para lo bueno y para lo malo, "el futuro ya está aquí". Pero también estoy de acuerdo en que una idea puede ser demoledora pero no tener nada que consiga enganchar del todo, me pasó con esta novela, sobre todo con el final tan rápido que tuvo.
EliminarUn saludo