RESEÑA:
STRANGERS ON A TRAIN
Título: Strangers on a Train
Autora: Patricia Highsmith
Editorial: Penguin Random House
Canción Identificada:
Sinopsis:
Autora: Patricia Highsmith
Editorial: Penguin Random House
Canción Identificada:
Sinopsis:
Just in time for the centennial celebration of groundbreaking noir fiction writer Patricia Highsmith comes a reissue of her propulsive, engrossing debut, Strangers on a Train, with a new introduction by best-selling author Paula Hawkins. Guy Haines and Charles Anthony Bruno are passengers on the same train. Haines is a successful architect in the midst of a divorce, Bruno a mysterious smooth-talker with a sadistic proposal: he’ll murder Haines’s wife if Haines will murder Bruno’s father. As Bruno carries out his twisted plan, Guy finds himself trapped in Highsmith’s perilous world, where, under the right circumstances, ordinary people are capable of extraordinary crimes. The inspiration for Alfred Hitchcock’s classic 1951 film, Strangers on a Train launched Highsmith’s prolific career, proving her a master at depicting the unsettling forces that tremble beneath the surface of everyday life.
Opinión personal:
Opinión personal:
He leído tantos libros sobre el dualismo de la moral que me parece que la idea de Highsmith en este libro, que se asienta sobre las bases de tantos autores previos sobre el extremismo y radicalización de las ideas del bien y el mal, es una de las mejores formas que tiene para poder decir que esos mismos extremos, esa mente que es bilateral en cuanto a cómo pensar en la ética, no depende tanto de los adjetivos que pongamos a lo bueno y a lo malo, sino de las mentes humanas y cogniciones detrás de esos adjetivos.
Son muchos los escritores que han pensado sobre este enfrentamiento dual a lo largo de los siglos. Shelley fue probablemente la escritora que más debate abriera respeto a la naturaleza versus crianza (de nuevo una idea que parece proponer tan solo dos soluciones paralelas pero jamás convergentes), respecto a la creación de un personaje que es "bueno" en los términos más estrictos de la palabra, y otro que proviene de una "maldad" que escasamente podemos controlar las personas externas a ella.
“People, feelings, everything! Double! Two people in each person. There's also a person exactly the opposite of you, like the unseen part of you, somewhere in the world, and he waits in ambush.”
Y así, la idea también surgió de Robert Louis Stevenson de proponer que dentro de nosotros también hay dos animales (mente y cuerpo, razón y sentimiento, bondad y maldad) que están en eterno enfrentamiento: nuestra parte de Jekyll, y nuestra parte de Hyde, separadas por lo que tan solo es un fino velo que puede romperse de un momento a otro.
También hay que considerar que por los tiempos de esta obra estaba el florecer de la época del avance freudiano en los términos de la mente bipartita que se tenían entonces, con la idea de Tánatos y Eros, del superyó y el ello, y, entre medias, la supuesta estabilidad de las almas enfrentadas que era el "yo", la "noción de realidad".
“But there were too many points at which the other self could invade the self he wanted to preserve, and there were too many forms of invasion: certain words, sounds, lights, actions his hands or feet performed, and if he did nothing at all, heard and saw nothing, the shouting of some triumphant inner voice that shocked him and cowed him.”
Todo este debate que se ha abierto durante tanto, tantísimo tiempo, sobre qué hace a una persona mala, qué lleva a la criminalidad, o a la despersonalidad, o a que la idea de una identidad individual se segmente en fragmentos separados y completamente opuestos, suele destacarse en la literatura de manera muy simplona, muy dual, como ya he dicho, pero también es una excelente forma de resumir que no solo tenemos a dos animales opuestos dentro de nosotros mismos, sino que en el mundo social también se da el caso de conocer a personas que son la mejor o peor versión de nosotros mismos: eso que sabemos que es en lo que nos podemos convertir, y que tanto nos da miedo hacerlo.
Lamento esta larga introducción para abrir la reseña del libro. Strangers on a Train es, si no recuerdo mal, el cuarto libro que me leo de esta escritora, y, la verdad, es probablemente el libro al que más elevado afecto le haya cogido, pues Highsmith siempre ha sido una excelentísima escritora para meterse en la el cuerpo de sus más sanguinarios criminales, pero en este libro siento que se supera con creces.
Usualmente, siento que Highsmith aboga más por que un asesino nace y no tanto se hace, pero en general creo que en sus novelas siempre deja espacio para la duda, para esa idea de que hay algo en todos nosotros que está muy enterrado en la moral de los otros, pero que, si comenzamos a desenterrarlo, quizá acabe por liberarse y por mostrar la idea del "true self" que, usualmente, suele ser siempre bastante negativa: ¿y si somos gente mala y es que el mundo nos moldea para reprimir esta clase de cosas?
¿Qué ocurre si hay ciertos genes que, simplemente, despiertan en un momento concreto de la vida y piensan, con sus grandes coloquialismos, que "fuck it, ahora quiero matar a alguien"? ¿De qué depende que algo sea bueno para la sociedad, o nocivo hasta el extremo de que debe ser erradicado?
Una persona que reprime sus ganas de hacer daño, ¿es ella misma por su autocontrol, o es ella misma cuando deja de controlarse? ¿Importa más nuestro lado socializado y racionalizador, o nuestra parte más cruda y animal?
“The night was a time for bestial affinities, for drawing closer to oneself.”
Strangers on the Train es una novela impecable en todos los aspectos en los que se pueda pensar.
Además, no es una historia de investigación policial, sino de EVITACIÓN policial, es decir, se narra desde el punto de vista de las dos mentes criminales que conforman esta historia, tratando de no ser detectadas por el radar de la justicia.
La idea de "you get what you deserve" o, como también se pone a veces en el habla inglesa, "you reap what you sow", ya comienza a perfilarse al inicio de esta novela, sacando otro mensaje bastante interesante: las consecuencias que vienen posteriores a nuestros actos normalmente no van encaminadas por el camino de la justicia o el karma, pero es cierto que cada acto tiene su contraparte, y cada acción de muerte puede llevar, por nuestro lado criminal, a un juicio interno que puede ser aún peor que el que el mundo ya tenga preparado para nosotros.
Y en este sentido, también se debe considerar lo que en Crimen y Castigo se trabaja tanto, que es que el mayor juez de nuestra propia cabeza no es nuestra propia voz sino la de otras personas, la crítica que nos hacemos a nosotros mismos proviene de un complejo sistema interiorizado de voces externas que nos dicen lo que debemos ser y en lo que debemos evitar convertirnos.
Y esta idea la comento porque me parece muy interesante explorar la mente de los dos personajes teniendo en cuenta lo que significa la CONCIENCIA MORAL, que es, en realidad, LA CONCIENCIA DE "LOS OTROS" SOBRE NOSOTROS MISMOS.
Por ejemplo, en Bruno, la conciencia moral está completamente exigua, porque hay una insuficiencia, quizá desde el nacimiento, con el proceso de socialización, que, en la Psicología del Desarrollo, se entiende también como un proceso de humanización.
Y no se trata tanto del ambiente de crianza de Bruno (aunque debo reconocer que no ha tenido un ambiente muy fácil), sino más bien de un sistema de esquemas cognitivos mucho, mucho más arraigado en él: la idea de que el mundo lo lleva abandonando mucho tiempo, por lo que ha quedado separado, arrancado de raíz, de precisamente este mundo.
La exclusión social no siempre se da de manera intencionada, pero al final Bruno queda suspendido en una desconexión de los otros, es decir, una desconexión, a su vez, de lo que culturalmente se entiende como correcto o completamente perverso.
Guy Haines, por ejemplo, es un personaje que tiene muchísima más conciencia de los otros, yo no lo llamaría empatía, pero sí que considero que tiene bien trabajada lo que se conoce como la "teoría de la mente".
En cualquier caso, que un hombre conozca los límites de la moral humana no significa que no desee sobrepasarlos, y quizá por eso la introducción de Bruno en su vida lo hace considerar que ese "qué pasaría si" puede llegar a estar mucho más a mano de lo que parece.
La historia de Strangers on a Train es en realidad una trama de avance rápido pero sin innovaciones, pero con una idea excelente que a mí me atrajo la atención desde el primer momento: la ejecución de un crimen perfecto.
Dos hombres cansados de sus vidas por razones diferentes se encuentran en el tren. Bruno, una persona que destila cierta grosería y en especial rechazo, acaba por ser para Guy una persona moderadamente interesante, un hombre que posee una inteligencia criminal que no repara ni en gastos ni en consecuencias, y que tan solo desea cometer un crimen capaz de considerarse como el golpe más grande del siglo.
Aunque la vida familiar de Bruno no queda absuelta de dificultades, no es el ambiente lo que lo lleva a tan interés por el crimen, sino un morbo que proviene de una parte del alma mucho más profunda, las ganas de hacer daño simplemente porque considera que el gozo está en el acto y no tanto en las razones por las que pueda hacerse.
Guy es un hombre diferente en ese aspecto, pues él, encadenado en una obligación matrimonial con una mujer que cada vez siente que es más opresiva y que ama menos de lo que desearía, desea escapar de su mundo y asentarse en el éxito, lejos de esa pareja que le está haciendo la vida imposible.
Y Bruno, que busca matar a su padre, cree entender que Guy desea también deshacerse de su esposa, por lo que sugiere que, para que ninguno caiga bajo sospecha, tendrán perfectos "alibis" si el uno mata a quien el otro quiere matar.
Guy, espantado por la idea, trata de alejarse de Bruno, y durante un tiempo no sabe nada de él, pero el otro joven hombre, aún más interesado por la vida personal y reprimida de Guy, acaba por obsesionarse con él hasta el extremo de que comete lo impensable... Y así, en este juego mental de ratones y gatos en el que Guy podría haber escapado al inicio tan solo siendo sincero (pero una parte de él, como iremos viendo, en el fondo siente fascinación por la crueldad tan práctica y sórdida de Bruno), se acaba enredando toda la historia hasta que ya no hay salida posible, y la alianza es inevitable...
El odio entre los dos aumenta a tiempo que lo hace también la admiración, y es que el peor juego de todos es aquel que no solo queda abordado por lo que uno más aborrece, sino por lo que uno más admira y queda impresionado.
Las mentes de ambos acaban por converger de manera completamente implacable, la tensión crece, y la cuenta de las muertes, que antes parecía tan solo una divertida idea de niños creativos, acaba llevando a ambos por el destino de la corrupta justicia personal.
Ya no existe una idea concreta del bien y el mal, sino que la bola de nieve ha estado cayendo ladera abajo demasiado tiempo, y ya no es más que una sustancia intangible que desconocemos cómo se originó. La escapada ya no es posible, y la relación de estos dos personajes, que se trabaja de manera muy elaborada en esta historia, acaba por volverse el pico de uno de los mensajes más exactos que Highsmith es capaz de lanzarnos a los lectores.
“The law was not society, it began. Society was people like himself and Owen and Brillhart, who hadn't the right to take the life of another member of society. And yet the law did. "And yet the law is supposed to be the will of society at least. It isn't even that. Or maybe it is collectively," he added, aware that as always he was doubling back before he come to a point, making things as complex as possible in trying to make them certain.”
Con la idea del crimen perfecto, Highsmith esboza a dos mentes criminales, extremadamente opuestas pero con detalles comunes que ambos temen dejar ver a la luz, que no son perfectas sino que tienden a una autodestrucción desmesurada.
Hay algo en los dos protagonistas que por muchos podría decirse que es una vía fácil para proponer alianzas impensables, pero yo lo considero al contrario, la enemistad que crece entre ambos es precisamente imparable por el simple hecho de que, bajo las capas y capas de peligro y amenaza que hay en su odio mutuo, existe una obsesión sin poder ser medida que se desentiende de las normas morales y busca la fijación en el otro, el deseo de ser como el otro, y de que no haya nada más para el otro: Guy se convierte en el único objetivo de Bruno, y Bruno, por su parte, acaba por ser la única cosa que Guy teme y ama al mismo tiempo.
“I got a theory a person ought to do everything it’s possible to do before he dies, and maybe die trying to do something that’s really impossible.”
La poca definición de este sentimiento tan tan intenso acaba llevando a una relación que es capaz de permitir cualquier cosa con tal de hundir la vida al otro personaje, y, entre búsquedas de identidad, y el miedo a revelarse "como de verdad son", se teje una historia donde la amenaza policial es una constante, pero el verdadero miedo que los dos tienen, tanto Bruno como Guy, no es tanto la idea de perderse a sí mismos por el camino, sino de perder al otro, ese otro hombre que los completa, que los lleva al extremismo, que los hace vivir la vida en el límite de la ética, en el borde del abismo que se forma cuando uno está al final del acantilado.
Ninguno busca solo la expresión del crimen ideal, sino que lo que quieren es dejar ese mensaje en quien creen que es la solución de sus miserables vidas: Guy descubre que la idea de odiar a muerte a Bruno y acusarlo de todos los males de su vida es la mejor manera de descansar el juicio personal que siempre ha tenido sobre sí mismo, y Bruno descubre que Guy, un hombre tan silencioso y tan modesto, en realidad es la clave para hacer ver al mundo que hay crímenes que crecen aislados del ambiente, crímenes que se ejecutan simplemente por el propio "deseo o apetito criminal".
La búsqueda interior de ambos ya no es por medio de sus actos sino que son las reacciones del otro los que los hacen definirse a sí mismos: la maldad de Bruno permite a Guy sentirse mejor consigo mismo, al menos al inicio, y, por la otra parte, la ansiedad que crece en Guy al ver en lo que Bruno se ha convertido consigue que Bruno sienta que sus actos tienen un "efecto" en los demás, y busca la aprobación de Guy a toda costa, quizá porque necesita sentir que su maldad tiene un aplauso, o puede que lo que desea es generar terror, saber que tiene el control sobre la persona que en el fondo ama, la persona que desearía haber podido ser, a sabiendas de que jamás podrá serlo.
“I know you have it in you, Guy," Anne said suddenly at the end of a silence, "the capacity to be terribly happy.”
Podría tirarme horas hablando de la profesionalidad de la escritura de Patricia Highsmith, que jamás se queda en la superficie sino que busca meterse más y más en las intricadas mentes de sus personajes.
En la mayoría de sus obras, estos personajes son varones, de familias acomodadas, gente que técnicamente no tienen una justificación social para hacer lo que hacen, pero que necesitan expresar algo interno, como un quiste sangrante que desean extirpar a toda costa de sus moralidades retorcidas.
Strangers on a Train no es solo una historia que se esculpe en derredor a una idea completamente peligrosa, sino que también es una narrativa que, en no demasiadas páginas, sin llegar siquiera a las 300, busca reconocer en TODOS nosotros que existe algo que puede verse desencadenado por circunstancias ni siquiera negativas, sino simplemente "inspiradoras".
La inspiración del mal depende mucho de cada uno, pero hacer despertar ese funesto interés por la muerte hace levantar sospechas, destruir familias y matrimonios, levantar investigaciones, desenterrar muertos, y siempre dejar una llaga de rabia en nuestras bocas, así como un tumor que crece de nuestros corazones.
“But love and hate, he thought now, good and evil, lived side by side in the human heart, and not merely in differing proportions in one man and the next, but all good and all evil. One had merely to look for a little of either to find it all, one had merely to scratch the surface. All things had opposites close by, every decision a reason against it, every animal an animal that destroys it, the male the female, the positive the negative.”
Es decir, el mal es un veneno porque usualmente todo ser humano aprende a construir su identidad social bajo los parámetros de lo que es socialmente correcto o normativo, así que, en el momento en el que decidimos cauterizar esa noción del bien y el mal, se descubre que un humano separado del rebaño no se convierte necesariamente en lobo, pero no tiene RAZONES para no hacerlo, de manera que, en el momento en el que crece el interés, la ambición, el capricho o el miedo, no hay barreras ni límites a la hora de mudar de piel.
En conclusión, Strangers on a Train es una obra impresionante que trabaja, como todas las de Highsmith, la parte más "natural" de la naturaleza criminal del ser humano, no viéndose este como una tabula rasa, sino como una criatura que tan solo necesita las circunstancias adecuadas para hacer brotar su interés por superar los límites de la moral culturalmente establecida.
Strangers on a Train es una obra que ahonda muchísimo en cada detalle de la mente de los dos personajes centrales de su obra, explorando también su relación indefinida y cómo la admiración, el miedo y el odio puede extrapolarse de uno mismo y generalizarse hacia los demás.
Una persona que se desdibuja del mundo acaba por volverse incapaz de experimentar la idea de una "identidad políticamente correcta", y la idea de estar "separados" de nosotros mismos, alienados con un sistema que de pronto se nos hace ajeno a nosotros, causa la idea de que debemos ser "escuchados" por los que sí que podrán interpretarnos como nosotros nos vemos incapaces de hacerlo por nosotros mismos.
“I tell him his business, all business, is legalized throat-cutting, like marriage is legalized fornication.”
Y así crece la noción del crimen perfecto, en una historia que se teje sobre malas decisiones que se van acumulando hasta que es imposible escapar de sus consecuencias, una narrativa que cierra todo con un toque desgarrador, y que, con prosa firme, segura, y especialmente perspicaz en los terrenos de la mente humana, nos lleva al camino de la desviación moral, los yerros que se salen de las vías y buscan clavarse en un mundo humano que, de pronto, les parece grotescamente extraño para ellos mismos.
Strangers on a Train es una obra que me ha gustado mucho, con un ritmo muy fácil se seguir, y, aunque a veces poseía una visión algo simplista de cómo surge el "mal" en la gente, considero que la forma tan exacta que tiene Highsmith de poner especial énfasis en los detalles psicológicos de sus personajes logra apaciguar la tormenta de debate que pueda montarse, y, en su lugar, construye una historia que incomoda, que a veces se hace muy descarnada, y que siempre saca la parte más compleja de la identidad del asesino: un asesino que se piensa a sí mismo al margen de los demás, y que, sin representación pública en la mente de "los otros", pierde el color y la forma y acaba por quedar insatisfecho con sus propios actos de retorcida voluntad.
“That's exactly where you're wrong! Any kind of person can murder. Purely circumstances and not a thing to do with temperament! People get so far -- and it takes just the least little thing to push them over the brink. Anybody. Even your grandmother. I know.”
¿Estamos los humanos, por tanto, destinados a tan solo ser "algo" en tanto que descubramos que formamos parte de la identidad social "común"?
¿Qué ocurre si nos desvinculamos del mundo?
Si no hay otros que nos tengan miedo, ¿por qué deberíamos siquiera considerar llevar a cabo acciones que infundan terror?
PUNTUACIÓN
♫ Personajes: 4.75/5
♫ Acción: 4/5
♫ Trama: 4/5
♫ Originalidad: 4.5/5
♫ Tensión: 4/5
♫ Tensión: 4/5
♫ Desenlace: 3.75/5
♫ Prosa: 4/5
VALORACIÓN PERSONAL: 9/10
Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/
VALORACIÓN PERSONAL: 9/10
Más reseñas aquí en el blog La Llanura de los Mil Mundos: http://lallanuradelosmilmundos.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario